Parte 8

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We live with the scars we choose.

(Vivimos con las cicatrices que escogemos)

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Era extraño saber que McKinnon le había hecho caso. Poco a poco había conocido más a un chico Ravenclaw con el cual se llevaba muy bien y para otros parecían creer que eran más que amigos. En cuanto a Fleamont, él se pasaba estudiando para su EXTASIS y apenas si le veía. Parecía estar tomándoselo bastante bien. Pero no sabía que tanto le afectaba o no la situación de McKinnon. No le preguntaría. Lo raro fue que por primera vez en mucho tiempo, Fleamont no le dijo que le pasara el mensaje de Anderson para McKinnon, se lo había dicho él mismo.

Con lo que había hacho Letizia había aprendido que si alguien quería engañar siempre encontraría la manera y solo los estúpidos se dejaban descubrir. Anderson había engañado a su hermano y a su prometido. Pero sabía que ella misma le contó a su hermano sobre su matrimonio pero por medio de una carta. ¿Sabría su marido la clase de zorra que era?

Lulu.—Llamó a su elfina.

Buen día, Ama. El ama llamó a Lulu... ¿Qué puede hacer Lulu por el Ama? Lulu hará lo que sea que el Ama necesite...—Giada sonrió. Lulu era realmente leal a ella.

Si yo te pidiera que consigas toda la información posible de una persona, ¿Podrías hacerlo?—Cuestionó Giada.

Si eso es lo que el Ama necesita, Lulu lo hará.—Se apresuró a asegurar la elfina emocionada por lo que su ama le pudiera pedir.

¿Incluso si es fuera del país?

Si, ama.—Giada sonrió triunfal.

Necesito saber información de Letizia Anderson. Se ha casado recientemente.—Le comento.—Esa chica jugó con los sentimientos de mi hermano y eso no me gusta, Lulu. Debemos hacerle pagar de un modo y otro, debe aprender que a un Potter nadie desprecia ni tampoco juega. Se que Fleamont no hará nada... Pero yo no soy Fleamont, ¿Verdad?

Sonrió al ver a la elfina con ojos determinados y un poco de furia en ellos ante la mención de que alguien hubiese lastimado al hermano de su ama.

Lulu lo hará, Ama.—Dijo de forma sumisa y determinada.

También averigua algo sobre su marido.—Dijo divertida.—Puedes retirarte, Lulu. Regresa cuando me tengas la información que te pedí.

La elfina desapareció y Giada miró el pergamino con la letra de Anderson. Tenía en sus manos la carta de Letizia y le daría un buen uso. Lo principal era hacer una copia. Con apenas un movimiento de su varita hizo una copia perfecta de la carta. Las guardó en su baúl separadas. Pronto le daría un buen uso. Se recostó en su cama, estaba tan cansada que no se sorprendió al despertarse al otro día.

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