Prólogo

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—Todos mis proyectos son importantes, Beelzebub, pero no están sobre ti... —con una tenue sonrisa, Tesla exclamó su sentir a su pareja sosteniendo su mano.

Ambos habían decidido tener una noche libre viendo películas que, aparecer de ambos, ninguna tenía sentido o lógica, ¿Qué era eso de separarse en un bosque oscuro en plena madrugada mientras un loco con un machete los quiere matar?

Por su parte, Beelzebub abrió los ojos un poco sorprendido, ¿Acaso su pareja estaba siendo romántico a mitad de una película de supuesto miedo?

—¿A qué viene eso? —sin dejar de sentir la mano de su novio, del hombre de más baja estatura cuestionó. Normalmente Tesla era romántico con la luz del sol. —¿Hiciste algo malo otra vez?

—¿No puedo ser romántico? —se molestó a medias. —Solo tuve la necesidad de decirlo...

—Claro que puedes, pero me tomó por sorpresa. —sintiendo un poco de culpa, atrajo a su novio hacia su pecho para darle un abrazo gentil. —Puedes ser lo más cliché si así lo deseas.

—Esto sería más hermoso si yo no estuviera aquí. —con los brazos cruzados, Adamas rodó los ojos asqueado de la escena que presenciaba. —Estoy empezando a sudar miel de tanta dulzura que irradian.

Y como si fuera un filo sobre sus ojos, Beelzebub observó a su amigo con un aura siniestra faltándole poco para romperle la muñeca por segunda vez. —¿Y quién te dijo que eras bienvenido? Sal de nuestra casa.

—¡Ja! —amplió su sonrisa y mirando a Tesla continuó. —¿Y quién me invitó en primer lugar a reparar las ventanas que el noviecito de cierta personita rompió?

—Touché. —habló el Nikola aceptando toda la culpa.

—Ya están reparadas, así que déjanos solos o tú mismo te incomodarás. —como una única advertencia, Beelzebub habló en un tono autoritario. No quería que nadie arruinara su noche.

El hubiera NO existeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora