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Yo debía estar molesta con Alondra. Debía ni siquiera dirigir le la palabra. Debía dejar de estar interesada en ella. Debía no querer besarla. Pero no podía. Y me di cuenta de eso cuando me encontraba caminando hacia su casa el martes por la noche.

La verdad no sabía ni a que iba, porque seguro estaba su madre y me correría de su casa reconociendo me como la acosadora de su hija. Pero como yo no me daba por vencida, y bueno estaba frente de su casa tocando la puerta.

Mis nudillo tocaron tres veces y di un paso hacia atrás. La puerta se abrió y quien estaba ahí no era ella, pero tampoco su madre. Un señor de mediana edad y algo robusto me sonreía desde dentro de la casa.

"Buenas noches". Salude. "¿Se encuentra Alondra?". Mi sonrisa forzada de niña educada me sirvió con aquel hombre, pues asintió.

"Si, deja la llamo". Aviso dejándola puerta abierta y dirigiéndose hacia dentro.

Escuche la familiar vara golpear el piso y me encontré con Alondra en la puerta, dio un pequeño suspiro y sonrió.

"Rai". Articulo saliendo y cerrando la puerta tras ella.

"Me asusta un poco que sepas que soy yo sin siquiera decirte". Admito danod otro paso hacia atrás quedando al borde del porche.

"Bueno, mi papá me dijo que una chica linda me buscaba…". Dijo sacándome una impecable sonrisa. "y además tu olor te delata".

Tosí por lo bajo al escucharla decir eso.

"Cine porque querías hablar ayer". Puntualixe para que al menos pensara que no soy tan fácil. Ella asintió levemente y comenzó a golpear la vara contra el suelo, señal de que iba a caminar, me hice a un lado para dejarla pasar y me guiará. Ella camino a un lado del porche en donde se encontraban cuatro sillas de patio y se sentó sin dificultad en una. Yo me senté consiguiente a ella.

"De lo que te quiero hablar es de mi madre". Comenzó ella quitándose sus anteojos. Rápidamente moví mi mirada a sus ojos y contemple un hermoso color marrón que irradiaba su mirada, mi respiración se entre corto cuando sus ojos cayeron en los míos, aunque yo sabía que ella en verdad no podía verme, se sintió fantástico. "Ella odiaba el hecho de que yo  hable con extraños, no quiere que tenga conocidos… por eso tengo escuela en casa, y solo unas veces me deja salir sola…". Alondra tenía sus ojos en un punto desconocido, su vista mirando sin ver. "Cada vez que alguien está lo suficientemente cerca de mi, ella se vuelve loca y hace cualquier cosa para alejar a las personas de mi".

Mi mirada estaba aborta en sus ojos, pero mi mente estaba procesando sus palabras. Me sentía demasiado libre al escucharla decir eso. Creía estúpido el comportamiento de su madre, incluso aunque Alondra tenga esa discapacidad, no es una enferma ni mucho menos.

"¿Por que hace eso?". Pregunte tragándome las palabras que en verdad quería decir.

"Ella solo tiene miedo. Pero eso es otra historia, Rai, luego te contaré… si es que soportas a mi madre y sus condiciones". Río levemente.

"¿Cuales son esas condiciones?". Mi curiosidad era una entrometida.

"Creo que debes salvarme la vida". Respondió con una sonrisa.

"Bueno, no te quería decir pero yo si tengo poderes subnormal es, lo que me hace una heroínas y puedo salverte, Alondra". Una carcajada salió de su boca haciendo que mi pecho brincara sin control, el sonido de su risa provocandolo. "Pero en serio, yo quiero seguir hablando contigo y salir a la playa, o al parque o cosas así". Me encogió de hombros. Ella suspiro quedamente.

"Si alguien intentará hablarme y yo no la detuviera, normalmente  estaría en serios problemas, pero creo que correré el riesgo contigo, Rai".

Dios, mi estómago sintió una punzada indescriptible, mis manos comenzaron a sudar y mi corazón aleteo sin permiso al escucharla decir aquello.

"Si yo conociera a alguien como tu…que demonios… no creo que alguna vez pueda conocer a alguien como tu". Dije temblando

"¿Alguien ciego?". Pregunto y mi corazón dio un vuelco.

"No, alguien increíble". Ella sonrió de lado mientras tomaba mi mano en la suya.

"No se que es lo que en verdad quieres, Rai, pero no te voy a detener". Apretó ligeramente mi mano.

Todos mis sentidos me rogaba por besarla, y yo en verdad hebria hecho sino fuera porque pretendía que supiera que yo quería algo más que solo besarla.

De pronto la puerta se abrió haciéndome qué soltara nuestras manos y su padre asomo la cabeza por el orificio.

"Alondra, tu madre no tarda en regresar". Aviso sonriendome.

"Ahora voy." Ella dijo y se levantó de la silla, su padre cerró la puerta. "Debo entrar". Se disculpo y yo me levante.

"No te preocupes". Dije animada. "Nos vemos luego". Me despedí y ella rio.

"Me vez luego". Dijo entretenida. "yo solo te hablaré". Sonreí ante mi estupidez.

"Lo siento, te veo luego". Me corregí y salte dándole un beso en  la mejilla. Ella se toco levemente el lugar y sonrió. Me di la vuelta e hice mi camino de regreso a casa.

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Abrí los ojos intentando que se adaptar a la oscuridad de la habitación, pero por más que los talla a no podía ver nada. Quise levantarme pero me di cuenta de que estaba ya parada y sostenía una vara en mi mano, entonces trate de soltarla pero no lo logre, y pase mis dedos por el lugar en el que se encuentran mis ojos, unas gafas estaban sunetadas a mi nariz, intente quitarlas pero era inútil.

De pronto una mano se aferro a mi brazo, lastimando e. Solté un grito sordo, que no se escuchó. Lego a lo legos divise un punto de luz y las gafas no estaban, ni la mano y la vara. Ahí entre la oscuridad estaba una niña de cabello se mi rubio dándome la espalda, pero cada que daba un paso ella se alejaba.

"Alejense, por favor". Una voz femenina hablo haciéndome eco en la oscuridad. Volte hacia todos lados pero no había nadie ahí, solo yo y la niña.

"No he hecho nada". La voz hablo de nuevo. Entonces la niña se dio vuelta y sus ojos avellanas chocaron contra los mios, tuve una sensación extraña recorriendo mi cuerpo.

"No entiendo por que me odian tanto". La voz sonaba en el lugar era de la pequeña niña al otro lado.

"¿Quienes te odian?". Mi propia voz dijo, me sorprendí, yo no estaba pensando en decir eso.

"Todos yo no tengo la culpa de ser así". Me contestó

"Seguro que no te odian, cariño". Estaba más calmada de lo que me sentía.

"Parece que lo hacen". Dijo. Negué con la cabeza. "Ser ciega no es una opción. Así soy".

Estaba por contestarle cuando unos niños de us mismo tamaño comenzaron a gritar, y yo hubiera hecho todo por ir hasta ella y abrazarla, de alguna manera me recordaba a Sofía, y yo no dejaría que atacaran a mi hermana. Los niños jalaron el cabello de ella mientras picoteaban su cuerpo y la empujaba, trate de correr y arrancarme los brazos a cada uno, pero mis pies no se movían. Entonces comencé a gritar que la soltara, pero no me escuchan am, me tire al suelo de la frustración y encaje mis uñas en el sueve piso.
La niña lloraba, como yo, tirada en el suelo. En este momento hubiera deseado tener la vara, al menos así podría golpear a los estúpidos niños que la molestaban.

"¡Por dios! ¡Sueltenla!" Grite con todas mis fuerzas.

Mis ojos se abrieron y me encontré con el techo de mi habitación. Volte a ver el reloj en la mesita de al lado. Era las dos de la madrugada.

Mi cuerpo estaba cubierto de sudor frío y mis mano estaban entrecerradas en el colchón de mi cama, mis mantas tiradas en el piso. No lo pensé dos veces y con mi pijama puesta, me puse mis tenis, tomé mi celular y salí de mi habitación.

Tenía que ir a ver a Alondra.

CRITICAL-adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora