FINAL.

137 11 0
                                    

Le habían dicho que había una pequeña probabilidad de poder recuperar su vista. Le dijeron que
iba a ser como la primera vez. Su primera operación. Sus padres habían estado ahorrando de nuevo porque era su última oportunidad.

Los Angeles había sido descartado después de las operaciones fallidas. Entonces como por arte de magia un doctor había sido contratado en el hospital de Jacksonville. El podía intentar hacer que ella recuperara la vista.

Alondra hubiera preferido que usaran el dinero en otra cosa. La verdad era que ella ya no encontraba razón alguna para querer recuperar su vista. Hacía tres meses que ella y Rai
habían terminado, y eso se sentía estúpidamente mal.

Obviamente ella seguía amando a Rai. La amaba de una forma indescriptible, sin medidas ni tiempo, sólo la amaba. Pero habían terminado por bien de ambas, y que Rai estuviera bien era todo lo que importaba. Aunque ella estuviera rota.

Las horas pasaron tan lento como Alondra pensó que pasarían a la espera de quitarse la venda. alrededor de su cabeza para ver si la operación había resultado.

Era de madrugada, pero Alondra
no lo sabía, estaba sola en la habitación de hospital sin ella saber que no había nadie más que los pacientes en espera y algunas enfermeras. No se asustó porque ella ya estaba acostumbrada a la oscuridad, al menos la mayoría su vida estuvo ciega, lo que significaba ver oscuridad siempre.

No podía abrir los ojos por la venda, así que solamente se acomodó entre las sábanas y decidió descansar. Se quedó dormida.

Si ella hubiera contado las horas que estuvo durmiendo seguramente diría que durmió unas dos. Sentía el cuerpo
descansado, sin embargo.

El sonido de la máquina a su lado hizo que Alondra se sentará bien en la cama de hospital. Como le habían dicho sus padres, ellos irían a visitarla la mañana siguiente. Así que sólo los esperó ahí.

El doctor había entrado a tener. una pequeña plática con ella, pero se mantuvo preguntando la hora a la que podría quitarse la venda, pero él cambiaba el tema a cómo estaba el clima y esas cosas. Cuando al fin decidió que se encontraba bien, dejó que la visitaran.

El sonido de la puerta abriéndose hizo que Alondra se acomodara en la cama y arreglara automáticamente su cabello negro que estaba suelto.

Como no sabía de quién trataba ya que ni siquiera se presentó al entrar se sintió un poco intimidada.

"¿Quién está ahí?" Preguntó.

Nadie respondió, la persona tomó una silla y la posicionó a un lado de su cama. Ella podía escuchar la respiración a su lado, pero estaba algo asustada como para reaccionar.

"¿Papá? ¿Eres tú? No hagas tus bromas ahora, por favor." Alondra rogó.

Quién fuera que fuese puso su mano sobre la de ella, y ya conocía el tacto de ésos dedos sobre su cuerpo.

"¿Rai?"

"Hola," la voz rasposa de Rai habló.

Alo enmudeció por un momento y una pequeña sonrisa apareció en su  rostro.

"¿Qué haces aquí?" Quiso saber
poniendo su otra mano sobre la de Rai.

"Vine ayer pero no me dejaron pasar porque debias descansar, así que fui a dormir al auto." Respondió la menor.

"¿Dormiste en tu auto?" Se sorprendió Alo.

"Claro, fui a tu casa ayer, y tus padres me dijeron que ya te habían operado. Creo que mi mamá entendió mal porque ella me dijo que te habían iban a operar, es que se encontró con tus padres ayer y pensé que tú estarías en tu casa o..."

CRITICAL-adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora