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Como me había emocionado tanto por haber vuelto a ver a Alondra, por completo olvidé que debía alistarme para ir al baile con Dylan. Mamá, papá y Sofi estaban fuera ésa noche, así que después de haber visto a Alondra llegué corriendo hasta mi casa y me dormí deseando que los tres días pasaran rápido. Recordé el baile hasta la mañana siguiente que mi celular sonó por las llamadas de Lucy, Dylan, Isaac y Emma. Era sabado en la mañana. Ese tipo de sábado cuando en serio solamente quieres estar tirada en tu cama sin preocupación alguna, tuve mi pijama puesta todo el día. Me sorprendió que mamá no me haya hecho una pregunta del baile ni en el desayuno, comida y cena, el día pasó demasiado lento para mi gusto, y eso que era sábado, yo debía estar feliz.

Pero mi realidad era otra, y yo lo sabía, que no podía esperar para que se hiciera lunes y poder ver a Alondra, y claro está, preguntarle todo lo que quiero saber de ella.

El domingo fue como normalmente era un domingo: desayuno familiar, iglesia, salida familiar y cena familiar. En cuanto me metí en la cama recordé que al día siguiente vería a Alondra  y haría mis preguntas.

Mi sueño estuvo repleto de unos ojos marrones y un cabello semi rubio, esta vez fue un sueño y no era una  pesadilla, lo cual era fantástico.

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La escuela, estaba bien, mis amigos,
estuvieron molestándome en cada
clase por no haber ido al baile.

Tuve que inventar una excusa como que mis padres salieron de útimo minuto y tuve que cuidar a Sofi. Tan pronto como llegué me fui a disculpar con Dylan, quien se hizo el desentendido y para lograr que me perdonase le prometí salir al cine algún día, cosa que no estoy segura poder cumplir.

Pero la verdadera razón por la que falté fue que: estaba con Alondra, y me olvidé del mundo.

Llamé a mamá para avisar que no
llegaría hasta la noche, cuando
ella preguntó el porqué tuve que mentir, de nuevo, diciendo que Lucy, Emma y yo teníamos un trabajo importante para Sociología. Ella me creyó. Incluso cuando yo no estaba en ésa clase.

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Salí de la escuela y, esquivando a mis amigos, y  me dirigí a casa de Alondra.

Aún no llegaban. Así que fui a la parte trasera y me senté en el escalón de la puerta, saqué mi celular y comencé a jugar con mis aplicaciones.

Yo estaba metida en mi juego
cuando escuché el motor de un
auto detenerse en la entrada. Me
levanté guardando mi celular y
fui al frente. Alondra  y su madre estaban entrando en la casa, así que me acerqué a su padre, que cerraba las puertas del auto. Me hice ver llamando su atención saludándolo con mi mano, pareció que vio a un fantasma porque me miró espantado.

"Señor papá de Alondra. " Sonreí
por la estupidez que acababa de
decir "Umm, vine a ver a su hija."

"Rai, no debes estar aquí." Dijo susurrando.

"Lo siento, pero Alondra  me citó éste día para hablar." Susurré como él aunque ni idea del porqué lo hacía.

Se mantuvo pensativo y me miró
luego de un rato. "Ve a la puerta
trasera, espérala ahí." Asentí sonriendo e hice lo que me pidió. La esperé por al menos cinco minutos hasta que se abrió la puerta. Ahí estaba ella.

Se veía alucinante, y eso que yo
no usaba ésa palabra. Su cabello
semi rubio caía como cascada sobre
sus hombros, su tono piel era
impecable, sus anteojos que tenían un toque de rosa en los cristales contrastaban con ella, traía una blusa de cuadros color rojo y unos vaqueros que la hacían ver como la chica genial con la que todos querían estar.

"Hola, Rai". Saludó dedicándome una sonrisa increíble.

"Hajakam," algo así salió de
mi boca, estaba balbuceando. La verdad era que me había robado las palabras. "Lo siento, hola."

"¿Lista para hablar?" Preguntó golpeando su vara en el suelo.

"Si." Contesté mientras ella comenzaba a caminar.

"Vamos a la cafetería, por favor,
llevo tiempo sin ir, y no quiero que
se olviden de mí."

"No creo que sea fácil olvidarse
de ti." Dije a propósito y ella me sonrió.

Después de que nos sentábamos y después de pedir lo que queríamos, comencé con mis preguntas.

"Bueno, entonces, lo primero que quiero saber es por qué te fuiste cuando apenas nos conocimos."

Alondra bebió un poco de su
cappuccino y se aclaró la garganta
antes de contestar.

"Hay un doctor que posiblemente pueda hacer que recupere mi vista.. pero me dijeron que sólo un milagro me la puede devolver..."

Mi corazón se encogió al escuchar eso.

"Lo siento." Dije tomando su mano, ella la apretó e hizo un ademán para que siguiera.

"Y la razón por la que te fuiste últimamente?

Soltó mi mano y suspiró.

"Esa vez que nos besamos en mi
porche, mi mamá nos vio... y me ordenó dejar de verte... pero no le quise hacer caso, y por eso nos fuimos, hasta que por fin la hicimos entrar en razón."

"Y ahora me odia."

"No es eso, sólo tiene miedo…"

"¿De qué?"

"De que me pase lo mismo que cuando era pequeña."

"¿Qué te pasó?"

"Unos compañeros de la escuela
me arrojaron por el acantilado…"

CRITICAL-adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora