16.

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Recuerdo el agua llenarme por completo. Recuerdo el sabor a sal en mi boca. Recuerdo el impacto de mi cuerpo contra el mar. Recuerdo el dolor en mi espina dorsal por el frío. Recuerdo nadar hasta la orilla de la playa.

Pero lo que más recuerdo es el grito desgarrador de Alo llamándome.

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A pesar de que mis ojos estaban cerrados, podía sentir la presencia de alguien a mí alrededor. Me hallaba acostada, eso lo sabia, pero la cama estaba incómoda, así que intenté darme la vuelta sobre mi cuerpo, fracasando.

Lentamente mis párpados hicieron fuerza por la intensa luz que legaba de repente. Abrí los ojos pero mis pupilas se estaban adaptando a penas.
La habitación grisácea me hizo sentir miedo, escuché el pitido de una máquina a mi lado y cuando quise voltear sentí que mi mano estaba moviéndose junto con otra, aparentemente nuestros dedos jugaban sin yo darme cuenta.

Alo estaba sentada en una silla a mi lado, Sonreí ante su inocencia cuando quise hablarle noté que alrededor de mi boca y nariz se encontraba un plástico desconocido, el cual tenía un tubo que llevaba a un tanque. Moví variadas veces mi marno para que Alo se diera cuenta de que estaba despierta. Ella mantuvo su mano inmóvily yo la acaricié lentamente.

"¿Rai?" Preguntó.

"Sí," contesté pero ni idea si ella me habrá escuchado.

"Hola". Sonrió levantándose.

"No te vayas". Rogué en un susurro.

"Debo avisar que ya despertaste, tu familia está preocupada..."

Entonces caminó golpeando su vara en la loza blanca y abandonó la habitación. A los segundos vi entrar a mamá y papá por la puerta del mismo color que las paredes.

"¡Hija!" Mamá gritó apretujándome entre sus brazos. De mis labios salió un sonido que ni yo reconocí. La mano de papá me acariciaba el cabello cuando el sonido de un lápiz pegando en una tabla se escuchó.

Un hombre vestido de azul y blanco había entrado y parecía cansado de ésa muestra de amor que mis padres me habían dado.

"Debemos revisar a la señorita
Rosario... les voy a pedir que salgan."

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"¿Qué me pasó?" Le pregunté a mi madre mientras me sentaba con dificultad en la camilla de sábanas blancas usadas.

La revisión fue indolora y cuando el doctor les asegró a mis padres que estaba bien, entraron a verme, sin Sofi, ya que ella no tenía permitido el paso, según ellos, se quedó a conversar con Alo en la sala de espera.

"Caíste, pero nadaste hasta la orilla y estuviste inconsciente hasta que llegaron los padres de Alondra." Contestó ayudándome a acomodar algunas almohadas en mi espalda.

"Muy vagamente recuerdo eso, en
verdad solamente puedo recordar a Alondra  gritándome, y yo quería asegurarme de que no se hizo dañio, cayó al piso por mi culpa." Divagué viendo alrededor.

"Pues caíste por su culpa." Agregó mi papá.

"Rafael..." Regañó quedamente mamá.

"No fue su culpa, yo no me pude equilibrar y caí." Dije frunciendo el ceño.

"Cariño, Alondra nos contó todo." Mamá hizo una mueca.

"No estarás diciendo que crees que fue su culpa?" Pregunté alterándome.

"Nos dijo que estuvo gritándote e intentó saltar al mar porque estaba molesta consigo misma, y que tú sólo trataste de detenerla, entonces la abrazaste y cuando se inclinó en ti para que la soltaras, la empujaste cuidando de que no cayera y terminaste en la orilla, luego no pudo sentirte ahí y escuchó cómo el mar se rompía abajo." Me explicó mamá.

"Pero no fue su culpa." Me encogí de hombros.

"¡Basta, Rai, no actúes como si todo estuviera bien, ipudiste haber muerto!" Gritó papá exasperado.

"Pero acá estoy... Y es gracias a Alo." Objeté bufando.

"¡Si no fuera por ella...!"

"¡Rafael!" Mamá enfureció y lo detuvo.

"Sabes que es cierto." Refunfuñó.

"Las cosas suceden, y ella está bien." Defendió mi madre.

Le sonreí cómplice y ella me guiñó. A veces las mamás pueden ser geniales.

Nos mantuvimos en silencio hasta que mi necesidad habló.

"Quiero verla." Dije completamente segura.

"Rai..."

"Anda. mamá, se fue en el momento que desperté... No es justo, es mi novia." Hice puchero y crucé los brazos, como cuando era pequeña y quería algún dulce qué no me querían comprar.

"Bien." Aceptó levantándose de la silla a mi lado y obligó a mi padre a salir con ella, él seguía evidentemente molesto.

Cuando la vi entrar por la puerta con sus anteojos negros y su chaqueta de cuero del mismo color, rápidamente me erguí emocionada.

"¡Ven!" grité en voz baja, "desde que te fuiste te quería ver."

La sonrisa de Alo abarcó su cara completamente y se acercó golpeando el suelo con su vara. "Pensé que estarías molesta conmigo," dijo sentándose en la silla.

"¿Por qué?" arrugué la frente extrañada.

"Casi provoco que te quedes inválida." Alo se quitó sus gafas de sol para dejarme ver sus hermosos ojos.

"No fue tu culpa," negué tomando su mano, "ahora bésame."

"Rai, por favor," rió mi novia.

"¿Sabes en lo que pensé cuando estaba cayendo?"

"¿En qué pensaste?" Suspiró con una sonrisa.

"En ti, en tu rostro, en lo mucho que quería besarte y… "

No había terminado de hablar cuando ella se acercó a mí, así que moví mis labios cerca de los suyos y los conecté. Al separarnos mordí ligeramente su labio inferio haciéndola reír.

"Cálmate". Alegó alejándose un poco.

"Te amo". Vocalicé jalándola de nuevo hacia mí para besarla otra vez.

"También te amo". Susurro sobre mis labios.

"Me dijieron que nade hasta la orilla". Comencé luego de habernos separado nuevamente. "No lo recuerdo".

"Cuando me di cuenta de que habías caído, entré en pánico, casi como hace seis años cuando yo caí, el vértigo no me dejaba de asustar, así que marqué el número de mamá con ése celular que me dieron cuando comenzamoS a
salir juntas. Y cuando llegaron por mí pensé que no llegaríamos a salvarte... Me estaba odiando a mí misma, y te odiaba por no dejarme caer a mí envés de ti, entonces papá te encontró en la orilla inconsciente y por un momento creí que no habías caído en el mar, pero dijo que estabas respirando y cuando te subió al auto sentí que estabas mojada... y fría, así
que me asusté aún más y lloré de rabia. Pero luego llegaron tus padres y sentí que tu papá me iba a asesinar..."

"¿Te dijo algo?"

"Algo como 'te asesinaré si le pasa algo a mi hija'." dijo.

"¿En serio?"

"No, amor." Rió.

"Alo."

"Ya, pues. Pero sí sentí que debía saltar del acantilado si te pasaba algo."

"¿Por qué dices eso?"

"Porque te hice una promesa. Quiero ver tu rostro cuando recupere la vista."

CRITICAL-adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora