Capítulo 5: Nace el...¿Amor?

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Capitulo 5:

Ahí estaba parada frente al consultorio de la doctora Kim. Ya se estaba volviendo costumbre ese ataque de nervios que me cortaba la voz. Era tan complicado estar tranquila que dudaba si debía entrar o no. Pero después de pensar un poco y darme cuenta de que ya se hacía tarde, decidí entrar.

Somi, tan amable como siempre, me acompañó hasta donde estaba la doctora.

Tomé una gran cantidad de aire, respiré profundamente e ingresé.

Apenas puse un pie dentro del cuarto, sentí que se me bajaba la presión y veía borroso. De nada había servido todo el aire que tomé. Me sentía mucho más nerviosa que antes y esperaba que no se notara que mis mejillas estaban levemente sonrojadas.

La doctora Kim no llevaba mascarilla. Se veía su hermoso rostro, y por primera vez la estaba viendo y ya quería adorarla por el resto de mi vida. Siempre he admirado la belleza femenina, pero este caso era muy distinto. Ella se veía tan hermosa, sus lindas mejillas y sus labios carnosos, todo en su rostro se complementaba tan bien que hacía de su rostro una perfección tallada por los mismos dioses.

No podía ni hablar de la impresión, y ella lo notó porque se reía. ¿Acaso le daba gracia la cara de boba que tenía?

—¿Tan mal me veo sin mascarilla? —dijo mientras buscaba un espejo.

—No, no, no, no he dicho eso, solo me sorprendí un poco... —dije algo tímida.

—Entonces... ¿eso quiere decir que te gusta cómo me veo? —dijo de manera ilusionada, esos hermosos ojos gatunos se habían posado en mí, que por un momento pensé que ella esperaba que le dijera lo linda que se veía.

—Se ve bien —dije sin mirarla a los ojos, o se daría cuenta de todos mis pensamientos.

—Gracias —mencionó de manera desilusionada y automáticamente se puso seria y cambió de tema.

—Y bueno, Lisa, cuéntame cómo estuvo tu día. Dime todo lo que gustes, hasta lo que desayunaste si eso prefieres.

Entonces dudé si contarle esa extraña sensación que sentí cuando salí de aquí y que ella no salía de mi cabeza, pero opté por omitir esa parte. Le conté que tuve una mañana muy productiva y salí a correr. Luego le mencioné que me había inscrito a una academia de básquet, y se emocionó demasiado, lo cual me pareció raro.

—Vaya, vaya, solo pasaron unas horas desde la última vez que nos vimos y ya has progresado. Qué orgullosa me siento, aun ni comienzo y ya hay resultados —bromeó y prosiguió—.

Pero bueno, es un gran paso el que has dado. Estás retomando tus actividades y eso me deja más tranquila. También cuéntame cómo te sentiste con el reencuentro con Rosé. Por lo que me cuentas, ella dice que ya se conocían, pero desafortunadamente tú no la recordabas.

—Cuando la vi, realmente estaba muy sorprendida y me sentí mal por no recordarla. Pero ahora que lo pienso detenidamente, en la academia no tenía amigos, siempre estaba en mi mundo pensando en estudiar y esa era mi mayor prioridad. Cuando me invitaban a fiestas o salidas, siempre me negaba, pensaba que era una pérdida de tiempo. Además, me cuesta confiar en los demás. Pero Rosé transmite una vibra muy reconfortante, que siento que puedo confiar plenamente en ella, aunque igual estoy yendo con cautela.

—Mmmm... ya veo. Me imagino que para que pienses así has pasado por alguna situación traumática, ¿es así?

—Sí... —dije algo incómoda.

—Mira Lisa, quiero proponerte algo. Será sobre la manera en que trabajaremos. Para poder ayudarte necesito saber todo eso que te lastimó, para hablarlo y de a poquitos ir sanando. Entiendo que es difícil hablar de algo así, más cuando para ti soy una completa extraña. Entonces, los días que tengamos citas podemos hacer así: tú me contarás tu día y algo de ti, para conocerte mejor, y si gustas, también haré lo mismo. Quizás algunos días las citas serán en el exterior, donde saldremos a divertirnos y a salir de la rutina. Sobre todo, eso que te lastima me lo puedes contar cuando te sientas lista, y cuando eso pase, no será todo, dejaremos que lo digas por partes, para que lo puedas procesar. Dime, ¿estás de acuerdo con lo que sugiero?

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