Capítulo 7: La mejor dupla

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—¿¡Qué hiciste qué!? —gritó la ardilla enojada al otro lado del teléfono.

—Es que me dio vergüenza —mencioné mientras me acurrucaba y hundía en mi cama.

—Pero esa no es manera de solucionar las cosas, Lalisa. Muy mal, eso no es lo que yo te enseñé.

—¿Tan mal estuve? —

—Pues sí. Primero, no debiste huir así. Segundo, las cosas se solucionan hablando. Entiendo que es un tema sensible para ti, que ni yo sé qué es. No te obligo a que me lo digas, somos amigas y puedes decírmelo cuando estes 100% lista, pero Jennie es tu psicóloga y ella te va a ayudar a superar ese problema emocional. Si no estabas preparada para hablar de ello no debiste hacerlo, porque ahora te sientes mal por haberlo hecho, ¿no? —

—Sí...un poco...—dije deprimida.

—Ay, Lisa, por ahora alístate porque en un rato tenemos entrenamiento y ahí hablamos mejor, ¿sí? —

—Está bien —

Después de despedirme de Rose, estuve meditando un rato y sí... quizás ella tenía razón. No debí dejar así a Jennie, digo, a la doctora Kim.

Desde ayer no sé nada de ella y no podría escribirle, no creo que sea adecuado. En unos días tendría otra sesión con ella y no sabía con qué cara la iba a ver. Moría de vergüenza, así que me envolví en mis sábanas como un sushi y ahí estuve por un rato.

Cuando ya estaba más tranquila, me vestí rápido y salí corriendo a la cancha.

Hoy sería uno de mis entrenamientos como la jugadora oficial del equipo y por fin conocería al entrenador. Estaba algo nerviosa y, por más que corría, ya se me había hecho tarde. Sabía que no debí quedarme cinco minutos más en la cama.

Con suerte, logré llegar y el guardia me dejó pasar, pero la clase ya había comenzado y solo pude asomarme un poquito por la puerta. Todas estaban formadas mientras les daban la típica charla de bienvenida. Ahora, ¿cómo iba a entrar sin que el entrenador me viera? Seguramente me iba a regañar, y justo en el primer día, ¡qué buena manera de presentarse, Lalisa! 

Mientras pensaba, Rose logró verme y me hacía muecas que sinceramente no entendía, hasta que pasó lo que temía: nos descubrieron...

—Veo que está muy graciosa, señorita Park. Tenga cuidado, no le vaya a dar un calambre tanto mover la cara —dijo el entrenador con los brazos cruzados.

Rose solo sonrió nerviosamente y yo me escondí detrás de las gradas.

—Y bueno, señorita Park, por favor dígame, ¿qué es lo más importante en el básquet? —agregó el entrenador.

—Eh... bueno... Tener habilidad física y técnica, compromiso. También trabajar en equipo y seguir las reglas —dijo la ardilla algo confundida.

—Mmm... Tiene razón, señorita Park, especialmente cuando menciono COMPROMISO —dijo el entrenador, haciendo énfasis en esa palabra—. ¿Y qué es tener compromiso?

Y justo cuando Rose estaba a punto de responder, el entrenador prosiguió:

—Es cumplir con nuestras obligaciones, ¿no es así? Hacerlo de manera RESPONSABLE, y sobre todo, puntual. Porque déjenme decirles, señoritas, que la puntualidad es lo principal cuando se tiene compromiso. En especial en el deporte, LA PUNTUALIDAD es la base de todo en la vida —decía mientras caminaba alrededor de la cancha—. ¿No es así, señorita Park...? —hizo una pausa y prosiguió—. Y señorita Manoban.

Tanto Rose como yo estábamos sudando frío. ¿Cómo se dio cuenta de que yo estaba ahí? si nunca volteó y Rose no fue tan evidente... ¿o sí? 

Ni modo, me tocó salir de mi escondite y todas mis compañeras me miraron extrañadas.

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