Capítulo 8: Nuevas amistades

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*Tono de llamada*

El celular había sonado varias veces, pero no tenía el valor suficiente para contestar. Sin embargo, ese sonido insistente no me dejaba otra opción.

—¿Hola? — dije con voz temblorosa.

—¿Cómo que "hola", Lalisa? Te estoy llamando hace rato. ¿Te sucede algo? —respondió Rose con un tono preocupado.

—¿A mí? Pues no, estoy muy bien. No había escuchado el teléfono —respondí, tratando de sonar convincente, aunque un poco nerviosa.

—Mmm... no te creo. Dime, ¿qué te pasa? —insistió ella.

—Aish, lo intenté. ¿Tan obvia fui? —dije, resignada.

—Sí, ahora dime qué te pasa —

—Bueno, pero no te enojes —hice una pausa antes de continuar—. No fui a la sesión de hoy con la doctora Kim —admití rápidamente, esperando la respuesta de la "Ardilla".

—Ya lo sabía —dijo entre risas, lo que me dejó confundida—. Es que, sí, ayer en la cancha y luego cuando comíamos, se notaba que no estabas lista para ir. Estaba dudando si irías, y ahora veo que mi intuición no falló. Pero ¿qué vas a hacer ahora?

—¿Alistarme para ir a la academia? —contesté, tratando de evitar el tema.

—Nooo, hablo del tema de la "gata renegona" —dijo con énfasis.

—Bueno, antes de que me llamaras, estaba dando vueltas y vueltas hasta que la hora de la cita pasó. Llamé para posponerla. La doctora Kim tiene la agenda llena, así que la veré dentro de una semana y media. No sé qué diré, pero no puedo volver a posponerla.

—Ay, Lisa, solo te queda esperar, y si se te ocurre faltar, yo misma te llevo. De paso, puedo verla; me da curiosidad saber si es tan hermosa como dices —

—Pero yo no he dicho nada —respondí, sorprendida.

—Tus ojos lo dicen todo, mi querida amiga. Pero bueno, te veo en la tarde. Y, por cierto, llegaré para la segunda clase porque tengo algunos asuntos que resolver. Ya luego te cuento, pero guárdame sitio, ¿ok?

Después de colgar la llamada, me dediqué a ordenar y limpiar mi cuarto. Trataba de ocuparme para dejar de pensar en lo que había hecho. Quizás me arrepentía de no haber ido; ahora tendría que esperar demasiado para verla...

Traté de no pensar demasiado en eso y preparé mis cosas para ir a la academia. En una semana sería el examen mensual, y necesitaba sacar notas perfectas para evitar los regaños de mis padres. Ellos nunca estaban en casa, y la única cena familiar que teníamos era para revisar mis notas y criticarme por el más mínimo error. Prácticamente vivía sola en esta gran casa.

A las dos de la tarde me alisté y salí de mi cuarto. Durante todo el camino estuve muy pensativa, mientras escuchaba música.

Me preguntaba sobre mi futuro. ¿Sería una exitosa empresaria, como decía mi padre? Dicen que pensar en tu futuro y en tu carrera soñada te genera una emoción desbordante, pero yo solo sentía miedo. No sabía si estaba tomando la decisión correcta. Después de todo, esta elección no era mía, pero ¿debía seguirla por mi bien o por el bien de los demás?

Cuando levanté la mirada, ya había llegado. Me sumergí tanto en mis pensamientos que el tiempo pasó volando, así que me bajé rápidamente.

Volver aquí, después de lo que pensaba hacer, es un poco raro. Menos mal que nadie estaba enterado de lo sucedido; si no, ya estaría en la página de chismes de la academia.

Como siempre, entré, saludé a todos y me dirigí a las escaleras. A pesar de que estudio en el quinto piso, siempre tomo las escaleras; soy muy sensible y no soporto el ascensor, me causa mareos y luego no puedo ni ver agua porque me da náuseas. Así que prefiero subir escalón por escalón; de paso, hago ejercicio de piernas, lo cual me viene bien para el básquet.

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