CAPÍTULO 1

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          Esta historia la cuento porque necesito sacar todo esto de mí

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          Esta historia la cuento porque necesito sacar todo esto de mí. Sé que nadie me creerá, pero ya no lo soporto más, estoy al borde de la locura o tal vez estoy sumergido en ella.

          Mientras escribo estoy tratando de no arrancar mi piel con las uñas, ya que el dolor es lo único que me brinda un poco de calma, y no puedo beber más licor ni tomar más calmantes, ya que al parecer me he vuelto inmune.

          Bueno, comenzaré diciendo que no hago esto por voluntad propia, pues ellos me obligan a hacerlo. Se me dijo que esta es la única razón por la que aún sigo en este mundo, y... a decir verdad ya no quiero regresar allá, no puedo, no, no. Es lo peor que pudiera pasarle a cualquiera y aunque debo contarlo aún busco las palabras para describir lo que por desgracia me tocó ver.

          Comenzaré aclarando que, antes de todo esto, yo era un vendedor, así que interactuaba con cientos de personas día a día, y fue así como la conocí. Era una chica preciosa que aparentaba tener 27 o 28 años, con la piel blanca como la nieve, unos ojos grandes y azules, y un cabello tan rojo y largo que te hacía imaginar una cascada de fuego. Siempre fui muy seguro y confiado con mi imagen, pero cuando me dijo que se había interesado en mí y que quería verme de nuevo, me quedé helado; casi no pude responder, y cuando lo hice, estaba tartamudeando. Ella sonrió y, al mostrar esa sonrisa tan tierna, yo quedé flechado. Intercambiamos números y se fue. Pensé que jamás me llamaría, y por supuesto, yo no la iba a llamar; era demasiado hermosa y refinada para mí. Pero, para mi sorpresa, lo hizo; llamó, así que quedamos en vernos.

          Quedé ansioso y nervioso por la cita hasta que finalmente el día llegó, y ojalá nunca lo hubiera hecho

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          Quedé ansioso y nervioso por la cita hasta que finalmente el día llegó, y ojalá nunca lo hubiera hecho. Fuimos a cenar y charlamos; todo era perfecto hasta que llegó la noche. Yo, amablemente, me ofrecí a llevarla a su casa, pues no quería que pensara que solo buscaba sexo. Sin embargo, ella se negó, diciendo que nos estábamos divirtiendo y que quería pasar más tiempo conmigo. De inmediato, la invité a tomar una cerveza. Ella aceptó y la llevé a un bar, pero me dijo que quería mostrarme algo y que prefería privacidad. Como yo estaba feliz con su decisión, le propuse ir a un hotel cercano. Ella sonrió pícaramente mientras asentía con la cabeza, y así fuimos.

Una mirada al abismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora