día 2: conviviendo con el mostruo

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Empecemos diciendo que en el segundo día me vino a visitar una doctora y me hizo todo tipo de preguntas  las cuales por supuesto respondí mal, una de ellas fue:

-te consideras una enviada- me preguntó expectante a la respuesta, con sus apuntes listos para decir que estaba medio perdida y desubicada. Claro está que los términos que utilizarían entonces serían esquizofrenia o depresión severa, está última la utilizo el médico para dejarme hospitalizada. Tampoco venía sola  y tenía que soportar la miradas de todos. en estos casos se que muchos miraran y pocos tendrán empatía. Se que muchos se reirán mucho, después lograre comprenderlos. 

-si- dije bastante segura de lo que decía y ahora me preguntó por qué la mente llega a ese punto. Un punto donde no estás razonando y pensando con claridad.

No solo se me ocurre a mi si no a muchos y me pregunto cuántas de esas personas a los que nos llaman enfermos mentales, locos, maníacos entre otros términos están completamente a la deriva, sin ayuda, sin familia,  solos, encerrados en un psiquiátrico.

 En mis manos quisiera hacer mucho por ellos pero solo me queda alentar a las familias, a los médicos y al que los que en carne propia experimentamos tal confusiones y enfermedades. Por que no es fácil de vivir y tampoco de entender. 

A partir de este día tendría que convivir con el monstruo (el que veía cada que cerraba los ojos) me miraba fijamente y me trasmitía un miedo desgarrador.

Miedo que me invadía en las noches, le temía a la noche y agradecía que me dieran  medicamentos para dormir.
Miedo con el que en ese momento no estaba acostumbrada a vivir. Miedo que me paralizaba cada noche y solo agradecía cuando estaba despierta al día siguiente.

Miedo de dormir y despertar nuevamente encerrada en la primera habitación que estuve cuando me hospitalizaron, miedo de estar sola, miedo de los medicamentos y entonces un tiempo después me di cuenta de que el monstruo y los miedos los  habría creado yo.

Poco a poco aprenderé a convivir no solo con el monstruo imaginario que había creado si no también con los monstruos llamados miedos que me paralizaban y consumían mis energías a tal punto de querer desaparecer.

Al segundo día que estuve allí  después de un tiempo se tomó la decisión de que yo podía pasar con las demás personas del ala donde estaba,  me cambiaron de habitación por otra donde habían otras tres personas más y de allí me sacaron al patio.

Nunca me había sentido tan intimidada y eso fue lo que ayudó un poco a controlar mi propia locura  y enfermedad, me di cuenta que estar rodeada de personas extrañas me ayudo  y concientizar sobre el hecho de mi propia enfermedad y lo duro que es, aunque yo me fui a dormir en el pasto verde todo el rato que estuve en el patio.

Diario  De una Bipolar EN EDICION COMPLETA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora