Stendhal Syndrome || SeongJoong

II

—Me dijeron que viste a Hongjoong, del que todos hablan—Seonghwa echa la cabeza atrás—. ¿Cómo es? ¿Es tan feo como dicen? O es lindo. —Se ríe, cerrando los ojos.

—Es lindo ¿Por qué la pregunta? Ni siquiera por curiosidad, pensé que querrías saber de él—admite Seonghwa—. Y ¿Qué haces aquí? Es tu día libre, Woo. Pensé que estarías tonteando con San por ahí.

El otro se ríe, balanceándose en sus pies. Seonghwa se endereza, moviendo los hombros y girando el cuello. Ambos metidos en un elegante estudio. El escritorio cerca de la ventana y el librero, ella sentada y fumando en el diván, el hombre joven en el espaldar del diván.

Riendo y tonteando como siempre. Es la razón por la que se le paga. Él muestra y juega con un papel en sus manos.

—Te llegó una carta—tararea y saca la punta de la lengua—. Dice que es de Kim Hong-Joong. Llegó en un niño. Supongo que no tenía mensajeros que se atrevieran a venir.

— ¿Cómo lo harían? Si mataríamos a cualquiera de ellos... creo que son tan estúpidos que creen que yo no sé cómo se aliaron con los Baek y los Cha para matarme—Seonghwa toma la carta y la revisa por ambos lados. Aparte del sello en cera, no hay mucho más que el nombre—. Es un hombre lindo, de tu estatura, cabello negro, sonrisa extraordinaria.

— ¿Te gusta? Hwaaaa... —lloriquea Wooyoung y Seonghwa da un risita cantarina, levantándose—. ¿Te gusta de verdad? ¡No es justo! ¡No se supone que busques a más nadie!

—No seas melodramático Wooyoung. No es el fin del mundo que encuentre otro boy toy. Sobre todo este—Toma la cuchilla para abrir la carta—. Ve por ti día libre, anda. —Incita sacando la carta. Wooyoung da un refunfuño, saliendo del estudio.

Seonghwa toma asiento tras su escritorio, ignorando a propósito su trabajo. La mitad de ello se hará ceniza. No tiene ánimos de nada de las ofertas que están ahí. Pura mierda y tonterías de la que se libró hace años.

Desde que es hizo la cabeza de su extensión de la familia. El Clan Park en el norte de Corea. Su prima maneja el sur, teniendo sus propios asuntos por allá. Se comparten el oeste y el este. Es la mujer más poderosa en esta zona en específico y de cualquier familia...

Mejor dicho, la única.

¿Cómo va a haber otra? Si todos los hombres de la mafia son una auténtico fastidio y asco, esperando que sea solo una buena esposa o una buena prostituta en el harem que arman.

Pobres ilusos, enviando propuestas de matrimonio o dándole opciones de alianza mediocres.

No los necesita.

Ha podido con este negocio ella sola por más de nueve años y aun así insisten en querer meter sus vergas en su garganta. Los odia. Espera que la personita enviando esta carta no sea igual y por el contenido de la carta, tiene la certeza de que no es igual.

Hola, Señorita Park Seong-Hwa. Soy Kim Hongjoong, hijo menor de la familia Kim. Le escribo esta carta porque necesito sacar de mi cabeza todo lo que pienso y aunque no sé si es muy atrevido de mi parte, me haría feliz que sepa todo. A pesar de que también será algo que me llene de vergüenza. No porque sea falso, sino por lo cursi que sonará.

La verdad me habría gustado mucho hablar con usted el día de la reunión de familias. Quizá saber un poco más de usted además de lo que ya conozco, pero no pude hacerlo. No porque tuviera miedo o fuese aburrido, ni siquiera se trata de vergüenza. Tan solo fue incapaz de estar concentrado por lo hermosa que es. Desde la punta de la cabeza hasta el final de los costosos y elegantes zapatos Chanel. Fue una especie de golpe con la realidad siendo igual de bella e idílica que la fantasía. Sacada de un cuadro como la musa de un pintor experto o una diosa que decidió salir de ese espacio tan reducido que no le hace justicia. La sintonía de los colores rojos que predominaron en cada parte de su atuendo, sea en diferentes tonos y en combinación a la varilla en sus dedos o por el contraste. El abrigo de piel blanca la hacía majestuosa, resaltando entre los insípidos atuendos alrededor de usted.