Stendhal Syndrome || SeongJoong

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—No creo que sea- ¡Mi señora!

Mingi no puede detener a Seonghwa, quien camina sin temor ni cuidado por el largo camino de piedra. El tiroteo es inmenso e imparable, con sus hombres ganando sin problema. Habiendo venido por puntos ciegos, asesinando francotiradores y sin una sola respuesta a los llamados por instrucciones.

La casa está en total silencio.

Seonghwa dispara a la cerradura y entra a la enorme vivienda. Sus tres espías hacen una reverencia, dándole paso y Seonghwa deja su abrigo de pelaje blanco a un lado. Siendo atrapado por Mingi rápidamente. Llega hasta la sala, donde se escucha un único sonido.

Se detiene a un metro de distancia, apoyando una mano en su cintura y sonriendo amplia, curvando sus labios pintados de rojo oscuro, combinando con sus uñas largas, su vestido de corte revelador y tacones de aguja.

Hongjoong sentado sobre el cuerpo de uno de su hermanos, apuñalándolo sin control en el rostro. Hay una pistola no muy lejos y él tiene tanta sangre encima... Se detiene, jadeando sin control y girando la cabeza. Las gafas a medio caer, el cabello y ropa llena de sangre, trozos de piel y mugre.

La enorme sonrisa en su rostro es más brillante de lo usual: llena de emoción, de energía y expectativa. Apenas deja el cuchillo, encorvándose y jadeando, abriendo los brazos—. ¡Sorpresa! ¡Ahora no debes preocuparte por nada más!

Seonghwa es... tan hermosa.

Como si hace que la casa deje de serlo, convirtiéndola en un vivo y brillante prado lleno de flores, al mismo tiempo que su cabello se suelta como pliegos, llenándose de flores; su ropa haciéndose rosa y vaporosa. En sus manos, flores en un ramo.

Su gesto amable en lugar de burlista.

Su mirada cariñosa en lugar de victoriosa.

Su mano con flores en lugar de la pistola.

Hongjoong se ríe en voz alta, viendo las flores ofrecidas en lugar del arma que lo apunta. Mingi inquieto, San no muy lejos, acercándose con curiosidad y algunas manchas en la ropa.

—Qué amable eres, bebé. —chuchea Seonghwa.

Hongjoong toma el arma, incluso la junta más a su rostro, riendo.

Pensando que apuñaló a su papá mientras bebía.

Que mató a su hermano mayor más cercano que leía.

Su madre impidió que le dispararan y ¡Ellos la mataron! Cuatro disparos en el pecho y uno en la cara.

Pudo quitarle la pistola y vaciarla en dos de ellos.

El último intentó atacarlo, le cortó el cuello y ¡Lo derribó! Es sobre el que está sentado ahora mismo.

Seonghwa llegó muy rápido... Como si esperara que esto pasaría hoy.

Presiona más el arma, dando por hecho que Hongjoong no sabe qué pasa siquiera. Es... absurdo, es ridículo, es casi insoportable el mundo ajeno en el que vive. La mente en las nubes sin más.

El agarre de Seonghwa tiembla.

Tan solo presenciando la sonrisa de Hongjoong, su alegría de verla, la fuerza e indiferencia a acabar a su familia porque eso la haría feliz.

— ¿Qué se supone que haga contigo ahora? —suspira Seonghwa—. Un bebé tan tonto, pero tan querido... se supone que no seas tierno ¿Sabías?

Hongjoong se ríe encogiendo de hombros y Seonghwa acaba por bajar el arma. La deja a un lado y se arrodilla, tomando el rostro de Hongjoong. Le quita las gafas, rastros de sangre y lo mira directamente a los ojos—: ¿Morirías por mí?