💥Capítulo 18

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Otra vez esa sensación de soledad y vacío se había apoderado de la joven pelirroja que se encontraba en aquella pequeña habitación sentada sobre una vieja cama en la que podía sentir cómo se clavaban algunos resortes cuando estaba acostada.

Habían sucedido tantas cosas desde su cumpleaños, parecía casi surrealista pensar que había escapado de la muerte otra vez y que de nuevo su vida había dado un giro completamente drástico. En cuestión de horas había vuelto a perderlo todo, lo había perdido a él.

Cerró los ojos y dejó salir un largo suspiro.

Después de haber aterrizado en D.C fue trasladada hasta las oficinas de Protección a Testigos y fue llevada a la misma habitación en la que la habían estado interrogando y preparando para su nueva vida, la diferencia es que esta vez no hubo maquillistas ni expertos en cambio de imagen. Esta vez no hubo un interrogatorio ni tampoco le explicaron paso a paso la vida que tendría.

Esta vez solo había ido el director Preston a intercambiar un par de palabras con ella. Ni siquiera le había preguntado cómo estaba, pero dedujo que era porque una imagen valía más que mil palabras y en ese momento su imagen era deplorable.

El hombre de piel oscura y cabello casi a rapa solo le dijo que Zech había sido detenido horas antes y por lo tanto el peligro en el que se encontraba había bajado considerablemente, por lo tanto, ya no tendría que tener seguridad 24/7. De inmediato comprendió lo que eso significaba.

—¿Volveré a casa?

Su voz había sonado rasposa, su garganta estaba completamente seca debido a que tenía más de doce horas sin haber probado una gota de agua y esta vez nadie le había llevado jugo o un tazón con frutas, aunque a decir verdad no tenía nada de apetito, su estómago estaba completamente cerrado.

—No, aunque Zech está detenido creemos que lo más conveniente es que sigas oculta por lo menos hasta el juicio donde serás la pieza clave.

Preston le mencionó que solo sería un par de semanas a lo mucho, harían que Zech hablara y confesara todo, estaban seguros de ello.

Le comentó brevemente que en cuanto él saliera por esa puerta ella estaría siendo trasladada hasta el aeropuerto donde abordaría un avión que la llevaría hasta su nuevo hogar de forma temporal. Holland intentó obtener más información al respecto, pero Preston le mencionó que no sería necesario y que a su llegada alguien la estaría esperando con un cartel con su nombre.

El hombre se giró para salir de la habitación, pero se detuvo con la mano sobre la manija al escuchar una pregunta que había estado esperando.

—¿Y Dylan? ¿Él me va a acompañar?

Por supuesto que iba a preguntar por su compañero. Su esposo. Preston giró sobre sus talones y le dio una mirada severa. En ese momento recibió un mensaje en su celular, lo abrió e hizo una mueca al leerlo.

—El señor Fux ha quedado fuera del caso por así convenir sus intereses —respondió.

Se giró una vez más y salió del cuarto dejando a la pelirroja completamente sola, aferrada a esa mochila negra que le habían dado desde el día uno.

¿Qué diablos significaba «por así convenir sus intereses»? ¿Acaso Dylan había pedido que lo sacaran del caso? O quizás estaba tan herido que ya no podría continuar. Fuera la razón que fuera, Holland sintió que su corazón se apachurraba tan fuerte como ella se aferraba a la mochila.

Tan solo unos minutos después un par de policías fueron por ella para escoltarla hasta la unidad donde la llevarían al aeropuerto. En el camino no dijo una sola palabra y cuando llegó, en el área de revisión de equipaje le hicieron retirarse la sudadera gris y le confiscaron el chaleco Kevlar, ese que le había salvado la vida cuando recibió el disparo por la espalda.

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