Complejidad

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A lo largo de este tiempo, no pude evitar preguntarme qué era lo que Renzo veía en mí. Sin embargo, con el tiempo, lo descubrí. Durante una charla con su hijo, intercambiamos puntos de vista sobre lo que había pasado con él. Su hijo me miró y me dijo: "Respeto la decisión de mi padre. Si te preguntas qué era lo que él veía en ti, es lo que la mayoría ve, pero te cuesta aceptarlo. Eres una buena persona".

Describió cómo me preocupaba por los demás, cómo tenía cuidado en mi forma de expresarme, pero que también me aseguraba de no dejarme humillar. Si algo no me gustaba, lo decía. Me comentó: "Mi padre vio todo eso en ti. Tal vez te cueste verlo porque piensas que no hay nada bueno en ti, y las personas como yo actuamos muchas veces sin pensar en las consecuencias. Pero tú, en cambio, piensas en cómo se siente alguien que ni siquiera está involucrado. Una persona buena nunca trata de herir a los demás o de causarles daño innecesario".

Me aconsejó que hiciera las cosas por mí mismo y que las compartiera con quienes más quisiera, ya que eso era lo que realmente quería hacer. Me dijo: "Cuando hablo contigo, siento que no me juzgas. Al contrario, siempre tratas de entenderme, al igual que a toda la familia. Siempre estás ahí, dando lo mejor de ti incluso en tus peores momentos".

Durante el período en que estaba lidiando con lo de Renzo, tuve la oportunidad de reunirme con mi hermana y su nueva pareja. Fuimos a comer, y yo estaba bastante conversador; me alegraba ver a mi hermana encontrando la felicidad nuevamente. Su pareja me hizo varias preguntas sobre mí, y mi hermana también.

En un momento, ella me miró a los ojos, comenzó a llorar y me dijo: "Lo siento, hermanito". Me explicó: "Siempre has mantenido una actitud positiva, nunca te quejaste de nada, tratabas de entender lo que estaba pasando. Querías que te prestáramos atención y no lo hicimos". Luego, concluyó diciendo: "Si tan solo te hubiéramos apoyado desde el principio".

En ese instante, decidí no llorar. Le respondí que no tenía por qué disculparse, que no había hecho nada malo. Le aseguré que yo sabía que las cosas mejorarían tarde o temprano y que me mantendría firme ante cualquier adversidad. Esa conversación nos ayudó a mi hermana y a mí a entender que siempre nos tenemos el uno al otro.

Recientemente, durante la Nochebuena, mi hermano comenzó a sufrir de una enfermedad a los huesos que ha dificultado sus movimientos y ha afectado su estilo de vida. Aunque puede que nunca entienda por completo por qué mis hermanos y yo hemos enfrentado estas dificultades, me enorgullece decir que, a pesar de todo, se mantienen vivos y siguen esforzándose por vivir a su manera.

Muchas noches he llorado, deseando que ambos encuentren paz y que podamos reírnos juntos como hermanos. Soy consciente de que me he distanciado un poco de ellos, pero quiero ofrecerles la mejor versión de mí mismo, seguir adelante y ser un buen hermano menor.

Mi hermano nunca ha sido de expresar sus dolencias, pero en esa Nochebuena, me regaló un par de dulces y algo de dinero, junto con una nota que decía: "Te quiero mucho, hermanito". Ahora, llorando, puedo decir que yo también lo quiero con todo mi corazón. Siempre he deseado conocer su opinión, y estas pocas experiencias compartidas me hacen desear verlos felices y disfrutar juntos una alegría que solo nosotros tres podemos entender.

Estoy profundamente agradecido de tener a dos grandes hermanos. Me han enseñado que, aunque la vida no siempre sea fácil, debemos mantenernos firmes ante cualquier adversidad. La nota la guardo en mi billetera y siempre la llevo conmigo. 

Después de todo lo que experimenté con mis primos durante mucho tiempo, en una ocasión uno de ellos me dijo: "Los dos te admiramos. Siempre hablas de superarnos, pero la verdad es que, si hablara por los dos, te diría que ya nos has superado desde hace mucho. Más bien somos nosotros los que estamos tratando de alcanzarte y comprender la vida".

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