Gracias al dolor

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Bueno, hemos llegado casi al final del camino. En esta etapa me costó comprender muchas cosas. Cuando todo se me vino encima, no sabía qué hacer. Creo que tocar fondo es una experiencia única; algo que, si tienes la fortuna de experimentar, cambiará tu vida.

En un trabajo que conseguí gracias a la recomendación de un amigo, conocí a una chica llamada Abigail. Ella fue la primera persona que conocí después de todo lo que estaba atravesando. Hablábamos mucho en el trabajo sobre nuestras experiencias y lo que nos había pasado. Tenía un peinado peculiar y un buen estilo, la verdad. Me contaba lo importante que era su madre y su hermano para ella. Poco después, dejé la empresa y perdimos contacto, pero estoy agradecido con ella porque me entendió y me permitió sentir tristeza. Su amistad fue un verdadero regalo.

Poco después conocí a alguien que hoy considero uno de mis mejores amigos: Gustavo. Su apodo era "Rea ". Era un chico muy competitivo, con una mezcla de ego y confianza. Recuerdo cómo nos conocimos y las largas caminatas que compartimos, así como las horas de conversación sobre nuestras vidas. Me permitió equivocarme en muchas ocasiones, me vio vulnerable y siempre estuvo ahí para apoyarme. Aunque a veces me ponía triste no poder alcanzarlo en nuestros juegos debido a su competitividad, siempre lo he considerado un gran amigo. Aunque hoy en día no esté en una situación ideal, siempre contará con mi apoyo incondicional. A pesar de nuestros desacuerdos, siempre abogaré por él y deseo que la vida le brinde la oportunidad de ver cuán importante puede llegar a ser para alguien.

En un momento de mi vida, me involucré en un grupo llamado Clown y conocí a un chico llamado Rodrigo. Era una persona sumamente única y auténtica, que viajaba desde muy lejos para asistir a las clases. Estaba aprendiendo a ser extrovertido y socializar, y me pareció una persona muy agradable. No tardamos en hacernos buenos amigos. Aunque hoy en día no sé nada de él, espero que la vida lo esté tratando maravillosamente y, si volvemos a coincidir, quiero ver cuánto ha crecido como persona.

No podía evitar hablar de ti, Rubí. Tu cabello rosado llamaba la atención y no esperaba que llegaras a ser alguien tan importante en mi vida. En una ocasión me preguntaste por qué te había hablado. La verdad es que no tengo una respuesta clara; simplemente me gustó la energía que le ponías a todo lo que hacías en clase. Tuvimos conversaciones muy profundas sobre cómo veíamos la vida, algunas de las cuales parecían discusiones, pero siempre terminaban en risas. Sé que hubo un momento en que nos distanciamos, pero me alegra que hayamos podido resolverlo. Aunque ya no tengamos la dinámica que solíamos tener, quiero que sepas que cuando te dije que quería brindarte a ti y a otros amigos mi mejor versión, así será. No sé cómo estés ahora, sé que has pasado por muchas cosas, pero espero que sigas manteniendo esa alegría que te caracteriza y que puedas ver que todo el dolor valió la pena.

César y Mauricio fueron dos grandes amigos que conocí en el trabajo. Uno siempre tenía una expresión peculiar en sus lentes, pero nos divertíamos hablando de política y de nuestras cosas. El otro era más reservado, pero sus comentarios eran precisos. Siempre me llamaba "señor" o "joven" y me apretaba fuerte la mano al saludarme. Ellos me permitieron estar triste y hablarme sobre la vida y cómo debía continuar sin guardar ninguna palabra.

Más adelante conocí a Mariel, una amiga con quien tuve muchas dificultades para expresarme. Era una persona a veces dura con sus palabras, pero con buen corazón. Discutíamos mucho, pero aprendí que así son las amistades: quieren lo mejor para ti si realmente les importas. Ella fue la primera en decirme las cosas claras y mostrarme que podía tener un valor inimaginable. Aunque no pude despedirme de ella como hubiera querido, su amistad me salvó y me permitió sentirme como yo quería. Se preocupaba por mí y me enseñó que siempre hay que pensar en uno mismo, por lo que siempre tendrá un lugar especial en mi corazón.

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