Dolor Intenso

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Sí, así era su vida en esos breves instantes de existencia: gris y vacía, como un paisaje invernal desprovisto de color y calidez. Tenkyo Shimura vivía atrapado en una jaula de oro, sin derecho a nada, con una intensa ira hacia el maldito de su padre, quien se deleitaba golpeándolo y castigándolo por el único pecado de querer ser un niño normal como los demás.

¿Qué tenía de malo querer ser un héroe? Todos los admiraban y anhelaban ser como ellos. ¿Por qué él no podía ni siquiera pensar en ellos? Era tan injusto, que empezaba a odiar a los otros niños que tenían la suerte de disfrutar no solo de los héroes en sus juegos, sino que también soñaban con ser algún día uno, siendo apoyados e incluso alentados por sus padres.

Pero debía guardarse toda esa frustración, esa ira contenida, o estaría en problemas peores. Aquella tarde de lluvia permanecía en uno de los sillones del living de casa, acurrucado, rodeando sus piernas con sus brazos, mirando la nada.

Su cuerpo estaba allí, pero no su mente, ya que estaba en otro lugar muy alejado de allí, un sitio donde nadie lo golpeaba ni le gritaba sin razón alguna, un lugar donde él podía expresar libremente sus deseos y sentimientos, siendo en verdad feliz.

Qué distinta habría sido su vida si hubiese sido hijo de otro hombre. Si aquel monstruoso ser no fuese su padre, quizás Tenkyo podría sonreír al fin, pero lo cierto era que nada de eso era real. Nada. Empezaba a vivir en una fantasía donde era libre y podía sonreír, el problema radicaba en tener que volver al mundo real, su realidad continua y oscura.

La voz de su hermana fue penetrando las capas de su inconsciencia hasta llegar a él, forzándolo a regresar. La miró furioso mientras ella lo sacudía hablándole.

—¿Qué es lo que quieres? —dijo indignado.

Fue suficiente para que ella empezara a llorar, acusándolo de haberla golpeado. Su padre, como de costumbre, le gritó e insultó. Al menos en esta ocasión no lo golpeó como solía hacer, pero lo puso en penitencia. Al quedar solo con su hermana nuevamente, la miró con odio intenso.

—¿Para eso me hablaste, maldita? ¿Para hacerme retar por nuestro padre?

Sin esperar respuestas, se alejó del living para irse a su cuarto. Tenía frío y mucho sueño. No quería saber nada de nadie. Pero su hermana lo siguió, ya que se sentía culpable.

—No, Tenkyo, no fue por eso. Yo solo quería...

—Déjame en paz —le espetó a la niña, y tras entrar a su habitación, cerró la puerta con furia. Se arrojó a la cama y se durmió. Un sueño vacío y sin vida lo fue envolviendo, construyendo capas una tras otra, aislándolo de todo y de todos. Nada le interesaba.

"Ojalá pudiera exterminarlos a todos, sus mugrosas existencias me repugnan. Empezando por el maldito de mi padre".

Aquellos pensamientos se adueñaron de la mente del niño, quien fue consumido por la oscuridad de forma abrupta. A sus cinco años de edad, ya anhelaba matar debido al intenso dolor que día a día experimentaba a manos del golpeador de su padre y de la indiferente de su madre.

—Héroes, si en verdad son quienes dicen ser, por favor... ayúdenme... libérenme del monstruo que día a día me golpea. Por favor, se los pido —susurró en su sueño, mientras lloraba en silencio, sin entender el concepto de la felicidad, ya que para él aquello estaba terminantemente prohibido.

Pronto fue llamado a cenar y, sin ánimo de nada, se incorporó y fue al comedor con los demás. Se centró en su plato de comida y, en completo silencio, comió, ignorándolos a todos. Su familia conversaba, reía, interactuaban sin problemas entre ellos. Tenkyo sentía que no formaba parte de ese círculo familiar.

Más Allá De La Locura  (TomuBaku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora