Capitulo Cinco. La verdad

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Después de aquella agitada visita, la vida en Berck volvía a la normalidad, o al menos eso parecía. Con los jóvenes vikingos de la nueva generación habiendo completado su educación básica, por lo que era hora de que dedicaran su tiempo a oficios en el pueblo.

Para Patan y los gemelos, encontrar un propósito fue todo un desafío. No eran particularmente hábiles en nada en específico, por lo que se les asignaron tareas variadas, las cuales a menudo realizaban de manera incompleta o incorrecta. En el mejor de los casos, no hacían nada, y en el peor, terminaban empeorando la situación. Patan, por ejemplo, se convirtió en el probador de armas de la armería. Aunque no era del agrado de Bocón ni de su aprendiz, que a menudo veía sus creaciones destruidas por las torpezas de Patan, el jefe insistió en que Patan estaba haciendo su trabajo. Así que, a pesar de sus quejas, tanto el herrero como su aprendiz no tuvieron más opción que acatar la decisión.

Los gemelos, por su parte, fueron asignados a ayudar en la cabaña de curaciones. Sí, sé lo que están pensando, esos dos destructores fueron enviados a un lugar donde se requería paz y tranquilidad para que los enfermos se recuperaran más rápidamente. Quizás la razón era que, en caso de herirse a sí mismos o a otros, podían recibir tratamiento de inmediato sin necesidad de trasladarse. De todas maneras, la decisión del jefe tenía un impacto directo en la vida de Hicca, quien trabajaba en la cabaña para asistir a su maestra. Aunque había otras curanderas en formación, muchas abandonaban al enfrentar la dificultad del trabajo.

La vida de Hicca era un completo caos debido a las decisiones del jefe, pero no se quejaba. Al menos ya no era vista como un problema. Desde el examen final, en el que los jóvenes admitieron que sin su ayuda no habrían sobrevivido al bosque, todos se habían convertido en amigos, aunque no necesariamente cercanos. Al menos la dejaron de molestar, en parte gracias a la intervención de Asther, quien había amenazado con aplicarles un castigo si volvían a molestar a Hicca.

Así, la vida en Berck continuaba con sus altibajos, pero con un aire renovado de camaradería y desafío. Y hablando de altibajos...

Sra. Hofferson: Hicca, ya despierta o llegarás tarde con Bocón. Recuerda que hoy deben darle mantenimiento a las defensas -gritó desde el piso de abajo, intentando despertar a su hija.

Una adormilada Hicca se despertó a duras penas, y no era para menos, pues solo había logrado dormir un par de horas. Aun así, se levantó con esfuerzo, se alistó rápidamente y bajó las escaleras para encontrar a su madre apurada en la cocina.

Hicca: ¿Necesitas ayuda?

Sra. Hofferson: Estoy bien, cielo. Desayuna y luego ve con Bocón y tu padre. Necesitarán toda la ayuda posible.

Hicca: Como digas. Y gracias por la comida.

Después de comer, Hicca tomó sus cosas y decidió probar una nueva armadura que había estado diseñando. A primera vista, no parecía nada espectacular, pero al examinarla de cerca, se notaba la innovación en su diseño.

 A primera vista, no parecía nada espectacular, pero al examinarla de cerca, se notaba la innovación en su diseño

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