diecinueve

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Dos años habían pasado desde que Lisa se fue. Jennie y Jisoo habían buscado por todas partes, pero no habían tenido éxito. Era como si Lisa se hubiera esfumado en el aire.

Jennie aún seguía amando a Lisa con todo su corazón. A pesar de que habían pasado dos años, el dolor de la partida de Lisa seguía siendo intenso. Jennie se sentía como si hubiera perdido una parte de sí misma.

Jisoo trataba de consolarla, pero Jennie sabía que nunca podría superar la pérdida de Lisa. Lisa era más que una amiga o una amante, era la persona que había tocado su corazón de una manera que nadie más lo había hecho.

Jennie se preguntaba qué habría sido de Lisa, si estaría bien, si habría encontrado la felicidad que tanto buscaba. Se preguntaba si Lisa aún pensaba en ella, si aún la amaba.

Pero lo que más le dolía a Jennie era saber que Lisa había sido una chica dañada y rota. Lisa había pasado por tanto dolor y sufrimiento en su vida, y Jennie se sentía culpable por no haber podido protegerla.

Jennie se sentó en su cama, rodeada de fotos de Lisa. Se acordaba de su sonrisa, de su risa, de su mirada. Se acordaba de todo.

Y lloró. Lloró por la pérdida de Lisa, por el dolor que Lisa había pasado, por el amor que aún sentía por ella.

Jisoo entró en la habitación y se sentó a su lado.

"Jennie, tienes que seguir adelante", le dijo. "Tienes que seguir viviendo".

Pero Jennie sabía que no podía. No podía seguir viviendo sin Lisa. Lisa era su razón de ser, su motivo para vivir.

Y así, Jennie se quedó allí, rodeada de las fotos de Lisa, llorando por el amor que había perdido.

Pov lisa

Habían pasado dos años desde que me fui de Corea. Me había mudado a Tailandia, intentando empezar de nuevo. Pero no podía sacar a Jennie de mi cabeza.

Me preguntaba qué habría sido de ella, si habría encontrado la felicidad que tanto buscaba. Me preguntaba si Jennie aún pensaba en mí, si aún me amaba.

Pero sabía que no podía regresar. No podía enfrentar a Jennie después de todo lo que había pasado. Me sentía culpable por haberla lastimado, por haberme ido sin decirle nada.

Me había creado una nueva vida en Tailandia. Trabajaba en un restaurante, había hecho nuevos amigos. Pero nada llenaba el vacío que Jennie había dejado en mi corazón.

A veces, me sentaba en la playa, mirando el mar, y pensaba en Jennie. Me preguntaba qué habría sido de nosotros si no me hubiera ido. Me preguntaba si habríamos podido hacer que funcionara.

Pero sabía que eso era solo un sueño. Me había ido, y no podía regresar.

Así que me quedé allí, sentada en la playa, mirando el mar, y lloré. Lloré por el amor que había perdido, por la oportunidad que había desperdiciado.

Y en ese momento, supe que siempre amaría a Jennie. Siempre la amaría, sin importar lo que pasara.


Y por otro lado habían pasado cinco meses desde que mi padre murió. Me había enterado de su muerte de manera inesperada, cuando un abogado me contactó para informarme de que era la única familiar que quedaba y que debía regresar a Corea para arreglar los asuntos de su testamento.

Al principio, me sentí atemorizada al pensar en regresar a Corea. Me había ido para escapar del dolor y del miedo que mi padre me inspiraba. Pero ahora, con su muerte, me di cuenta de que no tenía nada que temer.

Sin embargo, había algo que me daba miedo: la reacción de Jennie. Me preguntaba si ella aún pensaba en mí, si aún me amaba. Me preguntaba si había encontrado a alguien más, si estaba casada y con hijos.

La idea de verla con alguien más me dolía. Me dolía pensar que ella podría haberme olvidado por completo.

Pero sabía que tenía que regresar. Tenía que enfrentar mis miedos y ver qué había pasado con Jennie.

Así que compré un boleto de avión y me preparé para regresar a Corea. Me preparé para enfrentar lo que fuera que me esperaba.

Mientras el avión despegaba, me sentí nerviosa. Me preguntaba qué iba a pasar cuando llegara a Corea. Me preguntaba si Jennie aún me amaba.

Y entonces, me di cuenta de que no podía hacer nada más que esperar y ver qué pasaba. Así que cerré los ojos y me preparé para lo que fuera que me esperaba.

 Así que cerré los ojos y me preparé para lo que fuera que me esperaba

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