Veinticuatro

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Jennie me miró con una sonrisa pícara y dijo: "Sabes, Lisa, he cambiado mucho desde que nos separamos. Ahora soy una mujer casada, con dos hijos y una esposa hermosa".

Me quedé con la boca abierta, sin saber qué decir. ¿Jennie, casada? ¿Con hijos? Me sentí como si me hubieran dado un golpe en el estómago.

Pero entonces, Jennie se rió y me dijo: "¡Broma! ¡Era una broma, Lisa! No estoy casada, no tengo hijos. Solo te amo a ti".

Me sentí aliviada y al mismo tiempo, confundida. ¿Por qué me había dicho eso? ¿Por qué me había hecho creer que había cambiado tanto?

Pero entonces, Jennie se acercó a mí y me besó. Me besó con pasión y amor, y supe que todo estaba bien.

"Te amo, Lisa", me dijo, mientras me abrazaba. "Solo te amo a ti. Nunca he amado a nadie más".

Me sentí feliz y aliviada. Jennie me amaba, y eso era todo lo que importaba. No me importaba nada más.

"Te amo también, Jennie", le dije, mientras la abrazaba. "Te amo más que nunca".

Mientras caminábamos por el pasillo de la escuela, Jennie me tomó de la mano y me preguntó sobre mi vida. Le conté sobre mis años en el extranjero, sobre mis estudios y mi trabajo. Ella me escuchaba atentamente, sonriendo y haciendo preguntas.

Pero de repente, escuchamos una voz detrás de nosotros. "Lisa, ¿qué estás haciendo?"

Me di la vuelta y vi a Mino. Me sentí incómoda, no sabía qué decir.

Mino se acercó a nosotros, su rostro celoso y posesivo. "¿Quién es esta?" preguntó, mirando a Jennie con desdén.

Jennie se puso delante de mí, su postura firme y segura. "Soy Jennie, la novia de Lisa", dijo, su voz clara y fuerte.

Mino se rió. "No te creo", dijo. "Lisa es mía. Siempre ha sido mía".

Jennie se enfadó. "No, Mino", dijo. "Lisa no es tuya. Es mía. Y no te permito que te comportes de esta manera con ella".

Mino se acercó a Jennie, su rostro amenazante. Pero Jennie no se intimidó. Se mantuvo firme, mirándolo a los ojos.

"Déjala en paz, Mino", dijo. "Lisa es mi novia, y no te permito que la toques".

Mino se detuvo, sorprendido por la firmeza de Jennie. Luego, se dio la vuelta y se fue, murmurando algo ininteligible.

Jennie se volvió hacia mí y me sonrió. "No te preocupes", dijo. "No voy a dejar que nadie te haga daño".

La abracé, agradecida por su protección y amor. "Gracias, Jennie", dije. "Te amo".

 "Te amo"

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