Veinte

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Llegué a Corea después de un largo vuelo. Me sentía nerviosa y ansiosa por arreglar los asuntos de mi padre. Me dirigí al despacho del abogado que me había contactado y comencé a hacer la documentación necesaria.

Pero mientras estaba en Corea, no podía evitar pensar en Jennie. Me preguntaba si ella aún vivía en la misma casa, si aún trabajaba en el mismo lugar. Me preguntaba si ella aún pensaba en mí.

Pero no la busqué. No quería interferir en su vida si ella había seguido adelante. Así que me concentré en arreglar los asuntos de mi padre y en intentar cerrar ese capítulo de mi vida.

Después de una semana, terminé la documentación y recibí la herencia de mi padre. Me sentí aliviada de haber terminado con eso.

Y entonces, me di cuenta de que no tenía que regresar a Tailandia. Podía quedarme en Corea y empezar de nuevo. Podía dejar que el destino hiciera lo que tenía que hacer.

Así que decidí quedarme. Me mudé a un pequeño apartamento en Seúl y comencé a buscar trabajo. Me sentía nerviosa pero emocionada por esta nueva etapa de mi vida.

Y aunque no la busqué, no podía evitar pensar en Jennie. Me preguntaba si algún día nos encontraríamos de nuevo. Me preguntaba si el destino nos daría una segunda oportunidad.

Pero por ahora, solo podía esperar y ver qué pasaba. Así que me concentré en mi nueva vida y en dejar que el destino hiciera lo que tenía que hacer.

 Así que me concentré en mi nueva vida y en dejar que el destino hiciera lo que tenía que hacer

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