Lisa vive un infierno en su casa, su padre es un alcohólico que abusa de ella, su vida es horrible. No tiene amigos, simplemente dedica su tiempo a trabajar para poder pagar sus estudios.
Jennie es la maestra mas gruñona de la escuela, casi siempre...
Me levanté de mi asiento y seguí a Jennie fuera del salón de clases. No sabía qué esperar, pero sentía que algo importante estaba a punto de suceder.
Jennie me llevó a un pequeño despacho en el fondo del pasillo. Cerró la puerta detrás de nosotros y se sentó en una silla, indicándome que hiciera lo mismo.
Nos miramos durante un momento, sin hablar. Pude ver la emoción en sus ojos, la misma emoción que sentía yo.
"Lisa", dijo finalmente, su voz suave y temblorosa. "No sabía que estabas aquí. No sabía que habías regresado".
Me encogí de hombros, sin saber qué decir. ¿Cómo explicarle todo lo que había pasado en mi vida desde que nos separamos?
Jennie se levantó de su silla y se acercó a mí. Me miró fijamente, su rostro a solo unos centímetros del mío.
"Te he extrañado", dijo, su voz apenas un susurro. "Te he extrañado tanto".
Mi corazón se aceleró. No sabía qué hacer, pero sabía que no podía ignorar lo que estaba sucediendo.
"Yo también te he extrañado", dije finalmente, mi voz temblorosa.
Jennie sonrió, una sonrisa triste y hermosa. Y entonces, sin decir nada más, me abrazó.
(Punto de vista Jennie)
Me abracé a Lisa, sintiendo su calor y su cercanía. Habían pasado años desde que nos separamos, pero en este momento, parecía que el tiempo no había pasado.
La sentí temblar en mis brazos y supe que estaba emocionada. Yo también lo estaba. Había pensado en ella todos los días desde que nos separamos, preguntándome qué habría sido de su vida.
Ahora, aquí estaba, en mi despacho, en mis brazos. Era como si el destino nos hubiera reunido de nuevo.
La besé en la cabeza, sintiendo su cabello suave bajo mis labios. Quería decirle tantas cosas, pero no sabía por dónde empezar.
"Lo siento", dije finalmente, mi voz apenas un susurro. "Lo siento por todo lo que pasó".
Lisa se apartó de mí y me miró, sus ojos llenos de lágrimas. "No lo sientas", dijo. "No fue tu culpa".
La miré, sintiendo una mezcla de emociones. La quería, la había querido siempre. Pero también estaba asustada. ¿Qué pasaría ahora? ¿Podríamos volver a estar juntas?
"Quiero hablar contigo", dije, tomando su mano. "Quiero saber todo lo que ha pasado en tu vida".
Lisa sonrió y asintió. "Quiero saber todo sobre ti también", dijo.
Y así, sentadas en mi despacho, comenzamos a hablar. Comenzamos a reconstruir lo que habíamos perdido.
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