__________________________ 28 de mayo de 2015
—La obra sin dudas será maravillosa. —oyó la voz de una muchacha, aunque no sabía de quién se trataba.
—Josefina y Mauricio hacen una muy linda pareja. —concordó otra.
—Dijeron que Navarro va a actuar también.
—¿Martín?
—No, no, Juli. Hablando de Martín, hoy lo veo un poco extraño.—Yo lo veo igual que todos los días.
—No, yo también lo noté raro. Anda muy... Serio.
—Siempre anda serio.
—No, Lorena tiene razón. Está serio, pero no altanero.
Luna dejó de prestar atención a conversaciones ajenas, y se dedicó a mirar el paisaje que recorría el autobús. Las calles ya se habían secado desde la última tormenta, era lunes y ella recién iba a volver a la escuela luego de todo su ajetreado fin de semana.
Desde el miércoles se sentía rara, pero no lo había hecho notar porque no quería alarmar a su familia. Débora le había preguntado un par de veces por qué rengueaba un poco y por qué su labio estaba tan roto. La mandaba al diablo diciéndole que se había caído la noche en que la habían dejado sola.
Claramente su hermana no le creía. Y Mateo menos; había quedado paranoico desde que la había encontrado en una escena comprometedora junto a Emanuel aquella vez, por lo que le había preguntado más de mil veces si ese chico se había propasado y la había dejado... Así.
Bueno, tampoco estaba destruida físicamente, aunque por dentro todavía seguía triste. Su madre no le había dicho nada a nadie, ni siquiera a Débora, sobre lo que ella le había confesado. Tampoco se había enojado; es más, le había agradecido el hecho de que se lo hubiera contado de manera inmediata. Le había dicho que la amaba mucho, que no dudara de que siempre iba a estar para ella... Y también le había dado unas pastillas.
Ni siquiera se había acordado de utilizar protección, y ese era otro motivo para estar nerviosa. ¿Qué pasaba si la pastilla no funcionaba? No quería tener un hijo ahora, ¡tenía dieciséis años y ni siquiera había terminado la escuela! Esa era otra causa más para que su arrepentimiento se acentuara.
Sus mejillas explotaban de vergüenza cada vez que recordaba lo que había hecho.
El autobús se detuvo en el colegio, y ella se levantó de un salto. Iba sola en uno de los asientos del medio, por lo que tuvo que esperar bastante para abandonar su sitio. Justo cuando se metió en el estrecho pasillo para poder avanzar, alguien la empujó, haciéndole caer sentada en otro de los asientos.
Se quejó debido a lo bruto que había sido.
—¿Que no te das cuenta de que estoy pasando yo? —le rugió Mauricio, con su mochila al hombro. Algunas risitas se escucharon, y las mejillas de Luna se tornaron rosas debido a la furia.
—No es mi culpa que seas invisible ante mis ojos.
Estuvo segura de que el transporte entero se quedó en silencio luego de su contestación. Luna tomó su mochila de nuevo, y se puso de pie, adelantándose para bajar de manera apresurada.
Dios, ¡eso no tendría por qué haberlo hecho!
Avanzó rápidamente hacia la reja de entrada, dejó que le revisaran el nombre bordado, miró a su directora, y sonrió tímidamente.
—Buenos días.
—Buenos días, jovencita. —le sonrió la anciana. Luna iba a seguir de largo, pero su llamado la detuvo. —Oiga.
ESTÁS LEYENDO
El Pueblo Perdido #1
FantasyAquel pueblo no era común y corriente, de eso estaba segura. Sino, ¿por qué nadie quería contarle sobre su pasado? ¿Por qué la gente se esmeraba tanto en ocultar algo que saldría a la luz de una manera u otra? Luna Cernan comienza su cuarto año de s...