OLVIDAR

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El aire estaba cargado con la energía de los pilares mientras se preparaban para lo que debía ser el golpe final. Cada uno de ellos estaba concentrado, respirando con una determinación feroz. Yo sabía que ninguno de ellos podría realmente acabar conmigo. Sus respiraciones eran poderosas, pero no lo suficientemente devastadoras para una entidad como yo.

De repente, el grito de Muichiro rompió la concentración en el campo de batalla.

-¡¡¡Aiko, ahora, mátalo!!!..-

El sonido de esas palabras atravesó mi pecho como una lanza, haciendo que mi corazón se detuviera por un segundo. El tiempo pareció ralentizarse mientras mi mente procesaba la magnitud de ese momento. El mundo a mi alrededor se desvaneció en un tenue murmullo.

Entonces, escuché el suave y lento sonido de pasos acercándose. Era una respiración conocida, que pronunciaba mi nombre con una cadencia que sólo Aiko podría tener.

-Décima Primera Postura: Halo Solar del Dragón..-

Su voz llegó como un susurro que hizo que mi rostro se sonrojara involuntariamente. Estaba en el borde de la desesperación y el anhelo, esperando que Aiko fuera la que me diera el golpe final. Cerré los ojos, deseando que ese último golpe viniera de ella, preparándome para la sensación de su katana en mi cuello.

En lugar de sentir el filo frío de la espada, lo que escuché fueron los estallidos metálicos de muchas espadas chocando entre sí. El sonido era ensordecedor, como si el campo de batalla se hubiera convertido en una tormenta de acero. Abrí lentamente los ojos, la confusión y la sorpresa llenando mi mente.

Lo que vi me dejó sin aliento. Aiko estaba en el centro del caos, sus movimientos eran una fuerza imparable. Con una habilidad y determinación asombrosas, rompía las katanas de los cazadores en pedazos. Las espadas que habían sido levantadas contra mí se convertían en fragmentos inútiles ante su ataque devastador. Cada espada que se rompía hacía que la incredulidad se reflejara en los rostros de los pilares.

La escena era un torbellino de metal y determinación. Aiko, con su fuerza inesperada, había desafiado a todos, impidiendo que se consumara el acto final que todos esperaban. El campo de batalla estaba ahora marcado por su intervención, y el caos que se desató era un testimonio de su poder y resolución.

-A-Ai... Aiko...-

El nombre de Aiko salió de mis labios en un susurro tembloroso, mi corazón pesaba como si hubiera sido aplastado por una montaña. Las lágrimas comenzaron a fluir incontrolables, una corriente implacable que reflejaba el dolor abrumador que sentía al ver cómo ella había decidido sacrificar a todos, incluso a su propio hermano, para salvarme. Mi mente estaba en caos, mi corazón se rompía con cada pensamiento de su sacrificio.

Tamayo volteó a verla, su expresión era una mezcla de desprecio y furia. Con una voz cargada de indignación, exclamó:

-¡Eres una traidora! ¡Todos confiaron en ti, y has decidido ponernos en peligro!..-

Aiko, con una calma implacable, vio a Tamayo. Sus palabras eran como dagas afiladas que cortaban el aire.

-Dije que daría lo mejor de mí, pero no para estar en contra de Muzan. Debieron saberlo. Era obvio. Ustedes deciden si seguir con la pelea, sabiendo que perderán, o si deciden retirarse..-

Sanemi, con el rostro enrojecido por la furia y el cansancio, gritó con toda su fuerza:

-¡Aiko, eres mi mejor amiga! Pero en estos momentos, no dudaré en hacerte recapacitar. ¡No permitiré que traiciones a la organización!.-

Aiko me miró de nuevo, y en ese instante, sentí un dolor indescriptible al ver cómo se mantenía firme a pesar del conflicto. Con voz cortante, pronunció sus últimas palabras:

La flor azul y los ojos carmín - (Muzan Kibutsuji || KNY)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora