RIVALIDAD

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Nos salvaron dos demonios que, al parecer, eran de alguna manera similares a Nezuko. La mujer se llamaba Tamayo y el hombre Yushiro. Él me recordó bastante a mi hermano mayor. Los recuerdos de él son muy vagos; lo máximo que recuerdo son las enseñanzas que me dejó y su apariencia, idéntica a la de Muichiro.

Me ofrecieron quedarme con ellos hasta que descubrieran todo lo ocurrido, pero rechacé la oferta. En su lugar, Tanjiro aceptó sin cuestionarse nada. Me despedí de los hermanos Kamado y solo le di las gracias a Tamayo y su asistente.

Tenía que informar lo que había experimentado y lo que había hecho; sin duda, me esperaba un castigo severo. Por eso, decidí tomarme un momento para relajarme antes de dirigirme al lugar indicado, corriendo sin rumbo fijo, dejándome llevar por el viento y reviviendo fragmentos de mi pasado. Necesitaba distraerme antes de enfrentar posiblemente la condena de mis compañeros.

Mientras corría por encima de las casas, escuché un fuerte golpe. Se oyó en un pasillo donde suelen pasar muchos borrachos. Supuse que se estaban peleando, pero cambié de parecer al escuchar el grito de una mujer.

Corrí hacia el lugar, esperando encontrarme con una pelea de borrachos, pero lo que presencié fue aún peor. Me movía a toda velocidad, lista para intervenir y detener la pelea antes de que hubiera algún herido. Sin embargo, cuando salté para caer en el lugar, tuve que cambiar la dirección de mi caída en cuestión de segundos para evitar mi muerte.

-Muzan...- Susurré cuando caí en el techo de enfrente.-

Me asomé para ver la escena: eran tres personas, cuatro con el rey demonio. Uno ya estaba muerto. La mujer lloraba diciendo que no reaccionaba y el más grande intentaba intimidar a Muzan. Seguro el tipo se lanzaría al pelinegro por asesinar a su amigo, supuse. Pero si ya lo salvé una vez, ¿por qué no una segunda?

Desenfundé una de mis katanas y la lancé directo a la cabeza del tipo grande. Quedó incrustada entre su sien y su pómulo opuesto. Me apresuré a bajar por un hueco del tamaño justo para mí. Estaba segura de que Muzan sabía que se trataba de la espada de un cazador y me atacaría si me veía arriba. Lo mejor era desaparecer en la oscuridad antes de que me descubriera.

Pero me sorprendió que simplemente caminara directo hacia la mujer. No volteó a buscar de dónde venía la katana. Seguro pensó que era un cazador con muy mala puntería, que quería acabar con él pero perdió su katana y no podía hacer nada. O eso era lo más lógico en ese momento.

Se agachó a la altura de la mujer y empezó a reclamarle por lo que supuse que había empezado la pelea. Salí sin hacer una pizca de ruido de mi escondite, tomé mi otra katana y la posicioné delante de mí. Estaba detrás de Muzan, quien tenía la mayor parte de su atención en la mujer que ahora empezó a gritar.

-¡¡Discúlpenme!! ¡¡Piedad, por favor!! Seguramente su destino era morir y no lo iba a evitar por el momento. Entonces pasé mi katana sobre el hombro de Muzan hasta apuntar a la mujer con esta. Logré ver desde el reflejo los ojos del rey demonio; estaban totalmente rojos. Apenas vio mi katana, sus pupilas se afilaron aun mas que antes como las de un gato. Su mirada tenía enojo y temor, pero yo solo atacaría a la mujer, no a él.

Realicé un corte desde el pómulo de la mujer hasta su oreja y luego retiré la katana. La limpié con mi ropa y le dije.

-Deja de gritar, vas a alertar a la policía y a los residentes.-La mujer comenzó a llorar y yo me alejé para tomar la katana que estaba incrustada en la cabeza del ahora muerto.

-Tú también piensas que moriré pronto -dijo Kibutsuji a la mujer. Empecé a hacer teorías mientras escuchaba lo que decía y limpiaba la katana como podía. No me gustaba la suciedad en mis objetos más preciados.

La flor azul y los ojos carmín - (Muzan Kibutsuji || KNY)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora