Capítulo 13.

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─┈ꗃ ▓▒ ❪ act one ― chapter thirteen. ❫ ▒▓


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DURANTE LA NOCHE DE LA fundación, aunque no estuviese bien visto, Agnetha dejó atrás al joven Lockwood, disculpándose por no pasar la velada con él pero agradeciéndole por haberla acompañado, alegando que sería algo que recordaría siempre y que su llegada, juntos, había sido hermosa. La Mikaelson se unió a Stefan Salvatore con esa sonrisa tan risueña y genuina que hacía siglos que no se podía ver en su pálido rostro de porcelana. Ambos bailaron hasta que los pies de la fémina empezaron a doler, según palabras textuales del Salvatore.

A sus ojos, todo aquello solo era un acto para demostrar que eran los hombres quienes mandaban y que las mujeres solo debían estar en casa para hacer su único trabajo: ser esposa y ser madre. Agnetha, por supuesto, siempre se había caracterizado por ser una mujer empoderada y avanzada a sus tiempos, alegando que no servían únicamente para servir a su esposo y que estaban perfectamente capacitadas para realizar un montón de profesiones y que, en algunos casos, mejor que los hombres. Aun así, era un pensamiento recurrente que solo compartía con su hermana Rebekah, quien entendía a la perfección el sentimiento que causaba en la mayor.

―Deberíamos volver ―dijo, de un momento a otro, Stefan, tras ver a su padre echarle una mirada para nada agradable―. La noche es oscura y alberga horrores... ha habido asesinatos en las últimas semanas, no quisiera que le pasase algo, mi lady.

La de cabellos rubios sonrió ante la preocupación de aquel joven, que le recordaba a la de algún que otro amante que había tenido a lo largo de los siglos. Pero eso iba más allá y, viniendo de parte de Stefan, sabía que no era solamente por la profecía de las almas gemelas, puesto que desconocía el mundo sobrenatural.

―Está bien, usemos un carruaje para volver ―aceptó, con una sonrisa, tras enlazar su brazo con el del contrario―. Pero, todavía es pronto para acostarse. ¿Gustaría compartir una copa de vino mientras charlamos en mi alcoba? ―inquirió.


Ambos salieron del hogar de los Fell, donde un carruaje ya les esperaba en la puerta, listo para dar la vuelta y volver a los terrenos pertenecientes a los Salvatore. Durante el viaje, la pareja no emitió sonido alguno, permaneciendo en un silencio totalmente cómodo. La ya no tan joven Mikaelson se apoyó en el hombro del menor de los hermanos Salvatore, pensativa. Sabía que no podía contarle a nadie sobre sus verdaderos orígenes, pero tampoco podía seguir ocultándole la verdad tras los sucesos paranormales que estaban sucediendo en ese lugar. Por lo que Aggie había escuchado gracias a su audición vampírica, los ataques se habían intensificado desde hacía unas semanas, varios días antes de que ella llegase al pueblo. Los cadáveres de los aldeanos del pueblo aparecían con mordidas y zarpazos, pero la sangre todavía permanecía en ellos. Esa era la razón por la que descartó que hubiese sido Katerina, ya que ella no se había alimentado de la vena desde que partió de Nueva Orleans. Sí, lo anhelaba como nada en la vida, pero prefirió no levantar sospechas, por lo que bebía de las bolsas de sangre almacenadas en un compartimiento secreto y oculto por magia de su baúl, que se mantenía la temperatura para que la sangre no se echase a perder.

POWER | Stefan SalvatoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora