Capitulo 7: Número

6 0 0
                                    

 
  Alessandra

—¿Todavía? —repito una de las palabras en su oración.

—Sí, voy a confirmar que no eres simple cuando te conozca más —toma un trago sin dejar de mirarme.

—Eso es si yo dejo que me conozcas.

—¿Me lo impedirías? —deja la bebida a un lado y frunce el ceño.

—Depende —levanta una ceja, toda su expresión exige una respuesta más amplia—. Puede que haya miles de páginas hablando de ti, pero eso no me da seguridad. En otras palabras, eres un desconocido y, aquí, un cliente. Así que te sugiero que o me des una buena razón para confiar en que no me vas a robar un órgano o me pidas algo más aparte de lo que ya estás tomando.

Con eso, lo habré ofendido, aburrido, o mínimo captó el mensaje... Laura no dijo que no podía desviar la situación.

Él suelta una risa leve.

—De acuerdo, tengo que trabajar en convencerte de que no tengo interés en tus órganos, pero me tienes que dar la oportunidad con más que solo unos minutos de tu tiempo.

¡Increíble, Alessandra, lograste exactamente lo contrario!

—Seguro tienes cosas mejores en las que ocupar tu tiempo.

—Aparte del trabajo, no tengo nada que requiera demasiada atención —parece que por un momento va a agregar algo, pero mueve su cabeza en negación y continúa—. Espero que para ti no sea muy molesto contestar unos mensajes.

—¿Mensajes?

—Claro, quiero hablar contigo sin interrumpir tu trabajo —junta las manos en modo de súplica—, por favor.

Su gesto me parece gracioso viniendo de alguien como él. Por otro lado, puedo dar un suspiro interno; los mensajes no le dan victoria automática a Lau.

—Bien, veamos si logras probar tu inocencia —escribo mi número en su teléfono.

Algo en su mirada me dice que esto es solo el comienzo de algo, aunque desconozco qué será, y eso me inquieta y emociona al mismo tiempo. Me despido con una leve inclinación de cabeza y finalmente regreso a mi trabajo. Mientras me alejo, escucho un leve susurro de su voz, apenas audible.

—Nos veremos pronto, Alessandra.

Me alejo de la mesa de Niklas, sintiendo el peso de su mirada aún clavada en mi espalda. Al llegar a la barra, encuentro a Tom, quien está ocupado preparando bebidas y limpiando vasos. Me mira con una ceja levantada, claramente curioso.

—¿Qué pasó con el señor encantador? —pregunta Tom mientras seca una copa con un paño.

—Nada, solo quería hablar —respondo, encogiéndome de hombros para restarle importancia, aunque mi voz suena un poco incrédula incluso para mis propios oídos.

Tom suelta una risita y me lanza una mirada de complicidad.

—¿Hablar? ¿En serio? ¿Y qué es lo que quería saber?

—Quería... Mi número —me río, encontrando gracioso cómo terminé aceptando una ridícula apuesta y que enseguida él quiera mi número.

¿El universo está a favor de Laura o simplemente está en mi contra? Bueno, aunque tampoco es el fin del mundo que Niklas tenga mi número.

—¡Ally! —Tom me saca de mis pensamientos.

Tom sacude la cabeza, sonriendo mientras coloca la copa en la estantería.

—Ese tipo sabe cómo hacerse notar, ¿eh? —se ríe dándome la espalda para servir bebidas a las personas que están sentadas en la barra.

Asiento, sin poder evitar una sonrisa.

Dulce Oscuridad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora