En las vibrantes calles de Malibú, Alessandra se ve atrapada en un peligroso juego de seducción entre dos hombres poderosos y competitivos. Mientras Henrik, un magnate tecnológico obsesivo, y Niklas, un encantador diseñador de moda, compiten por su...
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Alessandra
—Estoy llegando —le aseguro a mi jefa, quien exhala al otro lado del teléfono. Claramente no se ha creído lo que dije y, antes de poder agregar algo más, me dice que me apresure y cuelga.
Guardo mi celular en el bolso y sigo corriendo a todo lo que dan mis pobres y delgadas piernas, que no están acostumbradas a tanta exigencia. Mi cabello rubio se suelta de la coleta y me tapa la cara, pero no puedo detenerme a arreglarlo. La ciudad está llena de luces y ruido, pero todo eso se desvanece mientras me esfuerzo por llegar a tiempo.
Me detengo en seco y suspiro al ver que estoy por fin en el Atlas Nexus. Las luces de neón parpadean en la entrada y la música se filtra a través de las puertas, resonando en mi pecho. Entro al club por la puerta de los empleados, un pasillo estrecho y mal iluminado que huele a limpieza reciente y desinfectante. Saludo a un par de mis compañeros mientras busco a mi amiga.
—¡Alessandra! —Camille se tapa la boca y luego baja la voz, sus ojos reflejan una mezcla de preocupación y urgencia—. ¿Dónde diablos estabas? —niega con la cabeza—. Olvídalo, eso no importa ahora. Roxanne está hablando con el dueño. Ve y cámbiate antes de que vuelva y vea que llegaste tarde.
—Ya lo sabe. Me llamó cuando estaba en camino.
—Entonces te cambias y vas a atender a los clientes sin que te vea llegar. Tal vez eso te salve del regaño.
Asiento y me voy a cambiar rápidamente. Una vez que tengo puesto el uniforme —una blusa negra ajustada y una falda corta— guardo mi ropa en mi bolso para dejarlo en mi casillero. Me escabullo para empezar a tomar las órdenes, intentando mantenerme fuera del radar de Roxanne.
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Niklas
Mi mirada viaja entre las personas que bailan o beben, pero todo me resulta aburrido hasta que mis ojos encuentran a una mesera. Es muy hermosa, con cabello rubio y ojos que parecen escanear cada rincón del club mientras camina. Hay algo en su actitud cautelosa que me intriga, así que la sigo con la mirada.
Va a tomar el pedido a unos hombres que la llaman con mucha insistencia. Están bastante alcoholizados, o eso deduzco por su comportamiento errático y risas estruendosas. Ella controla bien la situación; sin embargo, los hombres empiezan a tratar de jalar de los brazos a la mujer.
De inmediato bajo casi corriendo a donde están ellos y los empujo sin usar mucha fuerza para no hacer un escándalo.
—¿Quién mierda eres? —me pregunta uno de los hombres, mirándome con molestia, su aliento apesta a alcohol.
—¿Eres su novio? Tranquilo, solo queremos un rato con ella y te la devolvemos —agrega el otro hombre, quien intenta volver a jalar su brazo, pero lo detengo antes de que ponga sus manos en ella.