Weasley no podía creer lo que veían sus ojos, cuando vio a Harry y a los chicos que todavía estaban en Hogwarts al día siguiente, con aspecto cansado pero muy alegres. Al entrar al gran comedor, Weasley estaba sentado lo más cerca de la puerta y en cuanto lo vio Zabini que venía detrás de Draco y Harry, le dijo con tono de burla al pelirrojo.
—Qué comadreja te comió la lengua el ratón, en tu cara, pendejo, no nos expulsaron Weslete.
Estando en la mesa todos empezaron a desayunar, cuando en voz queda Malfoy y Potter empezaron a hablar sobre el encuentro con el perro de tres cabezas. Había sido una excelente aventura, aunque muy idiota al pensamiento de Draco, y ya estaban preparados para tener otra...
Mientras tanto, Harry le habló a los chicos del dichoso paquete que había sido llevado de Gringotts a Hogwarts, y pasaron largo rato preguntándose qué podía ser aquello para necesitar una protección así.
—Es algo muy valioso, o muy peligroso —dijo Zabini.
—O las dos cosas —opinó Harry.
Pero como lo único que sabían con seguridad del misterioso objeto era que tenía unos cinco centímetros de largo, no tenían muchas posibilidades de adivinarlo sin otras pistas. Ni Malfoy ni Black demostraron el menor interés en lo que había debajo del perro y la trampilla. Lo único que le importaba a Zabini era no volver a acercarse nunca más al animal.
Zabini, indignado porque un día antes nadie le ayudó, se negaba a hablar con Harry y los demás, solo se limitaba a decir uno que otro comentario frío y cortante como un buen italiano. Lo que realmente deseaban en aquel momento era poder vengarse de Ronald y, para su gran satisfacción, la posibilidad llegó una semana más tarde, por correo.
Mientras las lechuzas volaban por el Gran Comedor, como de costumbre, la atención de todos se fijó de inmediato en un paquete largo y delgado, que llevaba seis lechuzas blancas. Harry estaba tan interesado como los demás en ver qué contenía, y se sorprendió mucho cuando las lechuzas bajaron y dejaron el paquete frente a él, tirando al suelo su tocino.
Se estaban alejando, cuando otra lechuza dejó caer una carta sobre el paquete. Harry abrió el sobre para leer primero la carta y fue una suerte, porque decía:
NO ABRAS EL PAQUETE EN LA MESA.
Contiene tu nueva Nimbus 2.000, pero no quiero que todos sepan que te han comprado una escoba, porque también querrán una.
S. Snape y otros
Harry tuvo dificultades para ocultar su alegría, mientras le alcanzaba la nota a Malfoy.
—¡Una Nimbus 2.000!—Dijo en voz baja Draco con emoción—. Yo tengo una igual.
Salieron rápidamente del comedor para abrir el paquete en privado, antes de la primera clase, pero a mitad de camino se encontraron con que les cerraban el camino. Weasley le quitó el paquete a Harry y lo examinó.
—Es una escoba —dijo, devolviéndoselo bruscamente, con una mezcla de celos y rencor en su cara—. Esta vez lo has hecho, Potter. Los de primer año no tienen permiso para tener una.
Zabini no pudo resistirse.—No es ninguna escoba vieja —dijo—. Es una Nimbus 2.000. ¿Cuál dijiste que tenías en casa, ay ya me acorde ninguna por que eres un pobreton — Rió con aire burlón—.
Draco tampoco se iba a quedar callado, así que contestó: —¿Qué sabes tú, Weasley, si no puedes comprar ni la mitad del palo? —replicó — Supongo que tú y tus hermanos tienen que ir reuniendo la escoba ramita a ramita.
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Un paso a la vez
FanfictionQue pasaria si no fuera Ronald Weasley, ni Hermione Granger, en cambio fueran Draco Malfoy y Pansy Parkinson, que nunca hubiera entredo al vagon donde se encontraba Harry en su primer día un tal niño llamado Ron, en cambio entro un niño blanco como...