Caigo profundamente dormida casi de inmediato, mi teléfono suena unas pocas horas después y me despierto de golpe quedándome sentada sobre el colchón de mi cama, la cabeza me da mil vueltas, siento que no he dormido absolutamente nada y tomo mi celular sobre mi mesa de noche, número desconocido otra vez.
Bueno, ahora ya sé que los únicos que llaman anónimamente son los de la revista.
—Buenos días —digo al descolgar ¿Qué hora es? ¿Será que ya es más de las ocho? No no, mis cortinas no me engañarían.
—¿Alexandra Carlin? —pregunta una voz de varón. Ese es el tal David, estoy segura.
—Sí, ella habla.
—Bien, necesitamos que estés aquí en treinta minutos. El señor Anderson decidió adelantar su vuelo, nos acaban de avisar que está por llegar y no te conviene en tu primer día no estar presente.
¡Oh, por Dios! Ahora sí miro el reloj y veo que faltan cuarenta minutos para las seis de la mañana ¿Es en serio?
—¿Qué?
—Te quiero aquí en treinta minutos.
Cuelga.
Oh por Dios, oh por Dios. Me levanto de un salto, mejor ignoro el dolor punzante de mi cabeza y corro hasta el baño para ducharme en menos de cinco minutos.
Me hubiese arreglado mejor, pero no tengo tiempo ¡No hay tiempo! Así que tomo un pantalón negro casi similar al del día de la entrevista y unas plataformas que encontré a la vista, busco entre todo el desorden de mi armario usando solo el pantalón y un sostén. No tengo nada formal para un primer día de trabajo ¡Carajo!
Corro hasta la habitación de Natalie, todavía está dormida y en una posición bastante incómoda con la cabeza colgando del borde, alguien va a tener un tremendo dolor de cuello después, pero no es algo para preocuparme ahora.
Tomo una blusa blanca con vuelos medievales, pero muy mírame todo para mi gusto, mi sostén se vería completo y para conocer a tu anciano jefe no es la mejor opción.
Sigo buscando y me encuentro una de tiritas finas del mismo color, okey... esta funcionaría perfecto como interior. Oh por Dios, estoy lista y todavía faltan diez minutos. Me peino en el ascensor, no me da tiempo para ir a por un café y me maquillo de nuevo en cada semáforo.
Llego justamente tres minutos antes de la hora indicada, casi sin aliento por la correteada que me di desde el parqueo hasta la recepción ¡Dios! Aparte de trabajo, encontré un deporte extremo.
Cuando llego al piso veinticinco, todo el mundo corre de lado a lado ¿Qué es esto? ¿Un simulacro en caso de terremotos? ¿Un incendio? Camino sin dirección ¿Hacia dónde se supone que iré? ¿Dónde está el tal David? ¿O la pelirroja? Llego a una sala que parece la cafetería y me relajo, porque no veo a nadie buscándome y, bueno, yo no sé a quién buscar, así que... cuando estoy a punto de verter un poco de café dentro de una pequeña taza, David la pone de regreso en la mesa. Me da unos papeles que parecen ser las reglas de la empresa.
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Esposa de mi jefe © (Nueva Edición)
RomanceAlexandra Carlin es una chica recién graduada en la universidad, sin éxito en el campo laboral. Un día es contratada por fin como secretaria del presidente de una revista de prestigio a nivel internacional, Oliver Anderson, un joven apuesto de veint...