Capítulo 8

826 57 4
                                    


Nos dirigimos a su auto y la familia de Oliver al suyo, desde el otro lado del parqueo puedo escuchar al señor Anderson gritar «Gute Nacht» a lo que yo contesto lo mismo que significa buenas noches, doy la vuelta y choco con Oliver que está frente a mí.

—¿Es en serio? ¿Hablas 4 idiomas y no añadiste eso a tu currículum? Tuve que evitar verme sorprendido para que nadie notara que no sabía que mi propia esposa habla 3 idiomas más.

Lo miro desconcertada.

—¿Iba eso a cambiar algo? Igual tengo el trabajo, tú no pedías una persona políglota, ¿para qué iba a añadir eso?

—Tienes el trabajo porque tu respuesta dejó a David impresionado, pero tal vez si hubieses dicho algo común no estarías aquí, pero las cosas cambian cuando añades más idiomas a tu hoja de vida.

—¿Yo? ¿Impresionarlo? ¡Lo confundí con un secuestrador! —Él se ríe un poco ¡Mierda! Sí, le contó. Qué vergüenza.

—Sí me lo dijo. —Abre puerta del copiloto de su Porsche para que yo entre, pero antes me dice: —En fin, debo admitir que estuviste estupenda en esa reunión con mis padres. El señor Anderson es un hombre difícil, ni siquiera Brittany lo ha impresionado y esto que lo intenta todos los días. Dejando a un lado eso ¿Fotos en la playa, Alexandra Carlin?

—¿Qué? Tú fuiste el que mencionó lo de la playa.

—Tú dijiste que en mi oficina ¿Quién pide matrimonio en una oficina? Tendrías que ser un loco obsesivo del trabajo para hacer algo así.

—Sí, bueno... suena muy tú.

Me subo al auto y cierro la puerta antes de que diga algo. Solo lo observo rodearlo y entrar por el lado del conductor.

—Pedir matrimonio en una oficina con un cartel improvisado ¡Por Dios! —Dice, poniéndose el cinturón.

—Sí bueno, eso es todavía mejor que pedírmelo en un despacho de abogados. —Creo que, a partir de aquí, voy a ignorarlo. —Oye, no le agradé mucho a Brittany.

—Bueno, en realidad, a ella no le agrada nadie que sea un poco más inteligente. Le gustan las personas que la admiran y le digan lo inteligente que es. Por cierto, ¿tu padre es alemán? ¿O fue parte de tu papel?

—Sí es alemán.

Pone en marcha el vehículo justo cuando su celular comienza a sonar, lo atiende porque va a una velocidad casi nula.

—Dime, papá —No estoy poniendo mucha atención, pero de pronto suelta: —¿Es en serio? ¿Y así quieres dejarle tu empresa en sus manos? ¡Por Dios!

Lo intenta hacer sonar como un comentario sarcástico, pero sé que está molesto. Okey, algo que no salió como él esperaba, menciona un «No» después un «Tendría que hablarlo con mi esposa primero» después un «Sí, ya sé que es amable» y cuelga.

Aparca y yo frunzo el ceño.

Okey, algo va mal, muy mal.

—Tenemos un problema.

—¿Otro?

—Creo que esto durará un poco más de lo esperado. —Su expresión no es buena y la mía tampoco debe serlo.

—¿A qué te refieres?

—El idiota de mi hermano no hizo las reservaciones en el hotel. —¡Ay, por Dios! No, no, no—. Todos los hoteles están llenos y no, no importa que sea Oliver Anderson, no hay nada disponible. Mis padres quieren; bueno, más bien necesitan quedarse en mi casa, lo que significa que tú tendrás que quedarte conmigo.

Esposa de mi jefe © (Nueva Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora