𝟓. 𝐈𝐍𝐅𝐄𝐑𝐍𝐎

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[MENCIÓN DE AGRESIÓN SEXUAL]

INFIERNO


Tom la observó mientras las lágrimas se deslizaban por sus mejillas, sus labios hinchados y su rostro rojo. Rosalind le contó todo y se dio cuenta de cuánto extrañaba tener a alguien con quien hablar.

No le había contado esto a nadie antes, el recuerdo la perseguía con fantasmas de vergüenza. Y era tan alucinante cómo ella era capaz de hablar con él sobre eso como si nada hubiera cambiado entre ellos, como si no hubieran estado separados durante cinco años.

Tom no la tocó, no la abrazó ni lloró con ella. Solo la escuchó, y eso era lo que ella necesitaba. Sus ojos penetrantes nunca se apartaron de los de ella, pero tuvo que romper el contacto cuando las lágrimas comenzaron a caer.

De alguna manera se sintió patética, en el fondo, al contarle algo tan degradante. ¿Cómo la miraría después de escuchar la historia? ¿La vería como alguien inmunda? El solo pensamiento le desgarraba el corazón.

Ahora estaban sentados en silencio, Tom miraba a lo lejos mientras ella lo miraba.

¿Era posible no ver a alguien cuando estaba sentado justo frente a ti?.

—¿A dónde vas? —hipó, mirándolo fijamente mientras caminaba hacia la puerta.

—Voy a hacer lo que tenga que hacerse.


[...]

Tom Riddle cruzó la calle con pasos lentos y silenciosos y se metió las manos en los bolsillos mientras seguía a su siguiente víctima: una cucaracha que merecía ser aplastada.

El Señor Oscuro se movía con la agilidad de una serpiente que se deslizaba silenciosamente en la oscuridad, mostrando sus colmillos a la presa condenada. Estudió sus pasos antes de arremeter, atacando sin piedad con veneno tatuado en su rostro. Riddle era realmente fenomenal.

Después de conocer la historia de Rosalind, la venganza era lo único que tenía en mente. Corría por su sangre como metal hirviendo, amenazando con destruir todo lo que estuviera a su alcance. Nunca dejaría que nadie se saliera con la suya. Nunca dejaría que nadie la lastimara.

La calle parisina estaba oscura y casi vacía, salvo por el hombre que seguía Tom y otra anciana que cojeaba lentamente hacia su casa, murmurando tonterías para sí misma.

Tom observó cómo su objetivo entraba en uno de los edificios, cantando en un idioma extranjero que el señor oscuro lamentablemente no entendía: búlgaro.

La canción estaba desafinada, las frases quedaban incompletas y terminaban en murmullos sin sentido. Una luz en el pasillo parpadeaba y lo único que se oía era la pelea de una pareja detrás de una de las muchas puertas cerradas.

Vandalov podría haber jurado que alguien lo estaba siguiendo, pero cuando se dio la vuelta, no vio nada.

Zhelyazko entró en su casa, que estaba sumida en la oscuridad y con un movimiento de su varita las luces parpadearon. Cuando vio la figura oscura sentada en su sofá, dio un paso atrás.

—Q-qué... ¿Quién eres tú?.

Tom extendió los brazos sobre el respaldo del sofá, con los tobillos cruzados y el ceño fruncido. Por primera vez en mucho tiempo, estaba tan enojado que irradiaba furia.

—Piénsalo bien, Vandalov. ¿Te suena familiar mi rostro?.

—Eres el novio de Rosalind.

—¿Novio? Ya no tenemos diecisiete años. Pero sí, estás cerca.

THE DARK SIDE 2 | TOM RIDDLE ✓ [X]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora