-cap. cuatro

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Julián se quedó frente a la puerta, su mano levantada a punto de tocar, pero de repente la duda lo invadió como una oleada.

Bajo la mano lentamente, sintiendo una punzada de culpa que lo atravesaba. ¿Que derecho tenía de irrumpir en la vida de Aurora de nuevo, después de todo el dolor que le había causado? Había sido egoísta una vez, dejándola para perseguir un capricho con Emilia, y ahora ahí estaba, a punto de ser egoísta de nuevo. No sabía nada de ella desde que terminaron; no sabía si había seguido adelante, si había encontrado la paz o incluso el amor en otro lugar. ¿Era justo para Aurora que él, en su arrepentimiento y deseo de rendición, volviera a sacudir su mundo? El peso de sus acciones pasadas cayó sobre él con fuerza, y el remordimiento le hizo dar un paso atrás.

Con la decisión de no tocar la puerta, Julián se dio la vuelta lentamente, decidido a dejarla en paz, aunque su corazón se rompiera en el proceso.

Justo cuando comenzaba a alejarse, escuchó un leve crujido detrás de él. Se giró instintivamente y vio que la puerta del apartamento de Aurora se estaba abriendo. El corazón le dio un vuelco al verla aparecer en el umbral, su expresión sorprendida y curiosa. Los ojos de Aurora, llenos de una mezcla de emociones, lo miraron fijamente.

El tiempo pareció detenerse mientras se encontraban de pie, a sólo unos pasos de distancia, con todo lo no dicho colgando en el aire entre ellos. La oportunidad de explicar, de pedir perdón y de quizás empezar de nuevo estaba justo ahí, y Julián supo en ese instante que no podía desperdiciarla.

Con un nudo en la garganta y el corazón en la mano, dio un paso hacia ella, dispuesto a enfrentar las consecuencias de sus acciones y a luchar por el amor que nunca había dejado de sentir.

— ¿Julián? — preguntó Aurora, su voz reflejando su confusión.

Al escuchar a Aurora pronunciar su nombre después de seis meses, el cordobés sintió como si un torrente de emociones lo inundara de golpe. Su voz, dulce y familiar, resonó en sus oídos como una melodía que había extrañado más de lo que había admitido. El sonido de su nombre en los labios de Aurora hizo que su corazón se acelerara, mezclando alivio, nostalgia y una profunda añoranza. Todo el peso de los meses sin ella, de los errores cometidos y del arrepentimiento constante, se hizo palpable en ese instante. Una mezcla de esperanza y temor se entrelazaron en su pecho, mientras sus ojos buscaban los de ella, intentan leer en su mirada una respuesta a todas las preguntas y disculpas no expresadas. La sola mención de su nombre por parte de Aurora lo lleno de una renovada determinación y, a la vez, de una vulnerabilidad que no había sentido en mucho tiempo.

— Aurora — dejó Julián escapar en un suspiro.

— ¿Que haces acá? — preguntó ella, con el ceño fruncido todavía intacto en su rostro.

— Yo... — murmuró —. Bueno, yo vine... vine porque... — balbuceó, sintiendo el calor subir a su rostro.

La fémina lo miró con los ojos entrecerrados, evaluándolo con una mirada penetrante que parecía ver a través de él. Sin decir más, camino unos pasos hacia adelante, pasando al lado de Julián. Por un instante, el pánico lo invadió, pensando que ella se iba a marchar, dejándolo ahí con todas sus palabras y emociones atrapadas en su garganta.

Sin embargo, para su sorpresa, Aurora solo se dirigió al contenedor de basura al final del pasillo. Fue en ese momento cuando Julián notó la bolsa de basura en su mano, un detalle que había pasado por alto en su nerviosismo. La realidad cotidiana de la situación contrastaba la tormenta de sentimientos dentro de él, dándole un respiro momentáneo mientras trataba de reunir el valor para decirle lo que había venido a expresar.

Aurora camino de vuelta a su puerta luego de haber tirado la basura, cruzándose de brazos y apoyándose en el umbral, mientras lo miraba con una ceja alzada.

𝐇𝐎𝐖 𝐘𝐎𝐔 𝐆𝐄𝐓 𝐓𝐇𝐄 𝐆𝐈𝐑𝐋 | Julián ÁlvarezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora