-cap. seis

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A tan solo un día del debut de Argentina en la Copa América, el hotel donde se hospedaba la selección en Georgia estaba lleno de una energía palpable de emoción y nerviosismo. En una de las habitaciones, Julián estaba rodeado de su familia. Todos conversaban animadamente sobre el torneo, con las expectativas bastantes altas. Sin embargo, Julián, aunque sonreía y asentía, estaba sumido en sus pensamientos, alejado de la alegre atmósfera que lo rodeaba.

Mientras Mariana cebaba los mates y hablaba con Agustina, Gustavo junto con Rafael y Agustín, discutían sobre posibles alineaciones, el futbolista no podía dejar de pensar en Aurora. Se preguntaba si ella habría recibido el sobre que le había enviado, si habría leído la carta y si había decidido viajar. La incertidumbre lo carcomía, creando un nudo en su estómago que no tenía nada que ver con los nervios del torneo. ¿Estaría ella dispuesta a darle una oportunidad para enmendar sus errores? ¿O sus palabras habrían caído en oídos sordos, incapaces de borrar el dolor que le había causado?

La conversación familiar continuaba, pero para Julián, todo se desvanecía en un murmullo distante. Su mente volvía una y otra vez a la imagen de Aurora, imaginándola con el sobre en las manos, debatiéndose entre abrirlo o ignorarlo. La posibilidad de que ella decidiera no verlo nunca más lo llenaba de una tristeza profunda. Al mismo tiempo, la esperanza de qué tal vez, sólo tal vez, ella pudiera perdonarlo y darle una nueva oportunidad, lo mantenía aferrado a un débil rayo de optimismo.

Entre la presión del torneo y el anhelo de recuperar a Aurora, Julián sentía que estaba en una encrucijada crucial, una que determinaría no sólo su desempeño en la cancha, sino también en el rumbo de su vida personal.

— Juli — la voz de su madre lo sacó de sus pensamientos. Mariana estaba con su mano extendida, sosteniendo el mate para que él pudiera agarrarlo.

— Perdón — se disculpó y agarró el mate, para luego darle un sorbo bajo la atenta mirada de toda su familia.

— ¿Estas bien? — preguntó Agustín con ceño fruncido.

— Sí, sí — respondió Julián rápidamente —. ¿Por que no iba a estarlo? ¿Me veo mal? ¿Vos me ves mal? — preguntó —. Ma, ¿vos me ves mal? — preguntó nuevamente dirigiéndose a su madre.

— Bien no estás — dijo Rafael —. Capaz que son los nervios por mañana, ¿no?

— Seguramente — se encogió de hombros.

— Pero si vos casi nunca te pones nervioso — dijo Gustavo, quien miraba atentamente a su hijo —. No me digas que estás así por lo de Emilia.

— ¿Que? — preguntó el futbolista abriendo los ojos —. No, obvio que no.

— ¿Y entonces? — su madre lo miró con una ceja alzada y fijamente a los ojos.

Una de las debilidades de Julián siempre había sido su madre. Desde pequeño, él nunca había podido mentirle, no importaba cuán trivial o importante fuera el asunto. Sus ojos parecían a ver a través de él, desnudando sus pensamientos y emociones con una claridad que a veces lo asustaba. Mariana tenía ese don especial de hacer que Julián se sintiera comprendido y seguro, y su mirada llena de amor y sabiduría era suficiente para desarmarlo por completo. Incluso ahora, mientras intentaba ocultar la tormenta de sentimientos que lo embargaban, sabía que su madre, con solo mirarlo, podría entender exactamente lo que estaba pasando por su mente. Su presencia era un recordatorio constante de la importancia de la honestidad y el apoyo incondicional, valores que siempre había tratado de seguir, aunque no siempre con éxito.

— Es que... — hizo una breve pausa, intentando encontrar las palabras adecuadas —. Le mande boletos de avión y las entradas de los partidos a Aurora. Pero no se si ella decidió viajar o no.

𝐇𝐎𝐖 𝐘𝐎𝐔 𝐆𝐄𝐓 𝐓𝐇𝐄 𝐆𝐈𝐑𝐋 | Julián ÁlvarezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora