No era un día normal porque esta vez Matilda se levantó del sofá con los audífonos en su cuello, su playera blanca floja, sus piernas desnudas. Jinx estaba en ellas y al abrir los ojos una pregunta llegó a su cabeza: ¿Qué me deparará el destino el día de hoy?
Si es que el destino existiese.
Su futuro en la empresa era incierto, pensaba, no se veía sirviendo cafés, llevando el correo del jefe, facturas, citas, papeleo por aquí, papeleo por allá, siendo observada las ocho horas laborales para ver si sacaba o no su teléfono móvil. Ya se había hartado. La cabeza se le empezaba a llenar de preguntas.
Bart era ya una persona complicada para ella, ya no era ese hombre cariñoso, fiel, espontáneo, amoroso que había sido los primeros años. Todo había decaído. Igual el amor que ella sentía por él empezaba a decrecer. Him llegaba tocando la puerta con esos puños bien cuidados.
Su vida ahora era un enigma, no era la misma vida aburrida y controlada que solía tener. Trabajo, novio, mascota, casa, familia. El rompecabezas se había vuelto a deshacer. Cada pieza era una interrogante nueva y debía de volverlas a acomodar, y eso sólo podía hacerlo en un lugar: Casa Magno.
Hoy al entrar a su clóset percibió un sentimiento de soledad. Tenía más de cincuenta prendas y más de veinte pares de zapatos, tenis, botas, etc. Sacó lo que pudo haber sido su outfit pero lo regresó. Miles de colores y combinaciones que no le parecieron. 'Siempre es la misma ropa'. 'Esto ya me lo vieron'. 'Muy vieja'. 'Pasada de moda'. 'Era de cuando estaba gorda'. 'Sigo siendo gorda'. Era un caos mental. Se le hacía tarde, así que se puso su camisa Ralph Lauren de algodón con franjas rosadas y blancas, un pantalón ajustado de mezclilla True Religion que levantaba su trasero y lo hacía más grande, y unos tacones color hueso de Jimmy Choo. Pensó en sus tenis blancos Commes des Garçons, pero su jefe la correría si entraba con ellos.
Volvió a desayunar en la cafetería; Flat white y panini de tres quesos.
Estoy aplicando para ser la jefa de marketing en Commes des Garçons en Tokio o quizás en las oficinas de New York. Me encanta ese pequeño corazón japonés. Tengo como tres playeras blancas de Play y claro los tenis en ambos colores.
Chicas, Vistan ese gran corazón rojo, las amará incondicionalemnte. No vistan el corazón roto que su ex les rompió y tiró a la basura.
No acabó regañada en el trabajo pero a ella ya no le importaba, ya quería salirse de ahí. Tomó su bicicleta, no podía conducir en sus tacones así que se puso sus Commes des Garçons más cómodos, pero al echar a andar la bicicleta le dolió bastante la espalda baja. Mierda, se dijo. Se detuvo, se estiró un poco y aguantó el dolor hasta que tuvo el valor de montarse en ella otra vez. Se fue directo al camino arbolado de jacarandas.
Al entrar respiró y sintió que un peso enorme desaparecía de su espalda. Fer se encontraba ocupado, pero la chica de pelo rojo y corto, que parecía peluca, la saludó.
—Hola, Mati. Hoy la especialidad es té rooibos con sabor a pastel de zanahoria y jarabe de maple.
Su garganta se abrió como si ansiara ese líquido desde hacía años. Le encanta el pastel de zanahoria.
—Tomaré eso... —vio su placa dorada que decía «Linda»—, Linda.
—Con gusto te lo llevaré a tu mesa —le sonrió amablemente. Definitivamente lo había fingido.
La mayoría de las personas en otras tiendas de café o té fingen las sonrisas, —pensó.
La atmósfera se llenaba de humo y sintió que la casa se expandía a un nivel máximo. ¿Era así de grande? Pudo ver que entre las mesas había corredores y patios. Largos pasillos con terciopelo azul rey y otros en rojo. Varias alfombras con decoraciones persas.
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TÉ a las 8
Teen Fiction¿Te has preguntado cuál es tu propósito en la vida? ¿Por qué nos pasan cosas malas y buenas? ¿Por qué conocemos gente al azar todos los días? ¿Crees que todo nos pasa por una razón o es mera coincidencia? Matilda Aragón, 25, vive en una ciudad donde...