Remordimiento o culpa era el sentimiento que sentía Matilda al día siguiente, después de ese episodio en Casa Magno.
Hubiera querido que, como después de una fuerte borrachera, lo acontecido fuera algo borroso, pero se acordaba de todo lo que hizo y de todo lo que le dijo a Him.
–No volveré a fumar esa cosa en mi vida, –dijo.
Tenía el día libre en el trabajo a mitad de la semana y pensó que ir al centro comercial sería buena idea para distraerse de sus pensamientos. Lo que no sabía es que Casa Magno impregnaba fuerza en las acciones futuras de Matilda, comenzando con ropa nueva y lujosa para su armario.
Matilda contaba con un fuerte ahorro de $135,578.80 que había juntado desde que comenzó a trabajar y sólo tomaba algo de ahí para verdaderas emergencias. Su sueldo podía cubrir renta, comidas, ahorro y pequeños gastos con los que se podía dar gusto.Como ella había dicho era 'buen dinero'.
Tan fuerte fue la impresión que le causó la gente tan elegante que vio en Casa Magno, que acudió a las tiendas de prestigio para gastar sus ahorros. Se probó vestidos, tacones, bolsas, pantalones, blusas, y quiso comprar nuevos lentes pero los que tenía estaban nuevos pues su mamá se los había regalado en su cumpleaños. No le importó pasar la tarjeta hasta el cansancio.
Quedarás tan impresionado, Him, que me dirás tu verdadero nombre.
Al término de sus compras, su ahorro quedó en $30,860.80.
Con lo que gane en los siguientes meses podré ir juntando más, YOLO.
Se puso un vestido ajustado negro Bally y unas tenis Gavinia también de Bally y se soltó el cabello hacia su lado izquierdo. Se puso lentes de contacto y se probó sus nuevos lentes de sol Versace y enseñaba sus nuevos aretes. Quería sorprender a Him. Se puso triste que no pudo pasar a CELINE a comprarse ni la gorra, ya no le ajustaba el dinero. Su próximo cheque lo donaría a la tienda francesa, se prometió.
–¡Espera! ¿Charlize, eres tú? –dijo enfrente de su espejo sintiéndose hermosa. El maquillaje era exquisito
Recibió un texto de Bart.
Chiquirrikis, el vrienes vamos a comer con mis camaradas, es cumpleaños de Jose. Te cae bien, ¿no es así? Además, tú y yo ya no salimos. Te extraño, bb.
Ya no sentía lo mismo por Bart, Him lo había desplazado. Pero pensó que si lo veía otra vez quedaría claro lo que sentía por él.
Vale, nos vemos el viernes
contestó ella.
Te amo, bb.
el mensaje llegó un minuto después.
Bb, nah, jódete, Barto.
Tomó un taxi y a las 8 ya estaba en Casa Magno oliendo a su mejor perfume, que era el Sí de Armani. Avistó a Fer y le pidió un té verde con hielos de fruta maracuyá, jengibre y limón.
Salió a la terraza y ahí estaba Him, vestido igual que los días anteriores, galante e impecable hasta el más último detalle. Sonrió de oreja a oreja.
—¡Vaya que te ves hermosa, Mati! —corrigió—. ¡Te ves, costosa!
Matilda le agradeció —Tuve que sacrificar mis ahorros.
—¿No lo habrás hecho por las personas que vienen acá, o sí? —le preguntó mortificado.
—No, mi trabajo me lo exige y ya no tenía nada nuevo y bonito que ponerme.
—Tú lo eres con lo que siempre te pones, no hay necesidad...
—Créeme, la hay, —lo cortó tajante en la conversación antes de terminar.
Him sólo se encogió de hombros y la entendió.
Matilda observó a las personas en la terraza que vestían parecido a Him y a otras más informales que estaban con ellas.
—Deberías de conocer a más personas de aquí, suelen ser interesantes.
—Estoy bien contigo, y por cierto, te quería ofrecer una disculpa por lo de ayer, yo... no estaba en mis cinco sentidos.
—Lo estabas, por eso propuse la shisha. De no hacerlo no me hubieras contado tu problema existencial. ¿Has pensado en eso de cambiar ya tu vida y hacer algo que te guste?
Matilda arrugó la frente, no lo había hecho en su vida.
—No en concreto, pero ya compré ropa y eso me hace feliz.
—¿De verdad? ¿Eso te hace feliz?
—Mierda que sí —sorbió un poco de su té—. Dijiste que no había problema con esa gente que gastaba en ropa cara por gusto.
—Claro, pero a ellos les sobra el dinero y tienen como para comprar miles más. ¿A ti te sobró mucho?
Se sintió regañada y culpable.
—No, pero yo quería hacerlo, además con lo que gano tendré más ahorros.
—¿Tienes un contrato de que te van a dar más empleo?
—No, pero podría tener otro trabajo igual o mejor con las referencias. Tengo un exelente currículum como asistente.
—¡Jaa! vaya que lo tienes. –Matilda lo fulminó con la mirada–. No, si te despiden. —Abrió los ojos de par en par. El regaño penetró en sus entrañas. Se sentía mal, febril—. Me dijiste que no te iba bien y ya querías salirte. Creo que hay que ahorrar todo el dinero posible si piensas renunciar, y más si quieres poner tu negocio. ¿O eres muy buena para conseguir socios para poner sólo $30,860.80?
—¿Qué? ¿Cómo te sabéis esa cifra? ¿Te dije eso? Yo creo que no.
—Sólo adiviné un número pero por eso estamos aquí diario, ¿no? Para ayudarte y aconsejarte. Pero por favor, Mati, no seas sangrona y quédate en ese trabajo.
—No soy 'sangrona', yo sólo ya no quiero ese trabajo, quiero ser mi propio jefe. Ser emprededora.
–Puedo ayudarte, soy consultor, ¿ recuerdas?
–Sí, yo sé, pero no te pienso pagar honorarios.
—No te los estoy cobrando. —Le sonrió y se acabó su copa de champaña de golpe.
Matilda miró el reloj y ya pasaban de las 9. Se acordó de que no le había dado a Jinx de comer y debía de irse. Se tomó su té hasta dejar sólo cinco cubitos de hielo en el vaso.
—Me tengo que ir, no le he dado de comer a mi gato.
—Seguro, y piensa dos veces si vas a comprar ropa.
—¡Basta ya de regañarme, papá! —exclamó sonriendo burlona.
Mati se marchó y Him, al irse, sonrió y rio como un tonto.
—Cada pieza en su lugar, cada pieza embona como debería.
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TÉ a las 8
Teen Fiction¿Te has preguntado cuál es tu propósito en la vida? ¿Por qué nos pasan cosas malas y buenas? ¿Por qué conocemos gente al azar todos los días? ¿Crees que todo nos pasa por una razón o es mera coincidencia? Matilda Aragón, 25, vive en una ciudad donde...