❝ It was a big-big world, but we thought we were bigger
Pushing each other to the limits, we were learning quicker ❞•7 Years - Lukas Graham
El pasillo tenuemente iluminado de la Sala Roja estaba bañado en un crepúsculo perpetuo, el tipo de luz que parecía apagar la esperanza tan fácilmente como proyectaba sombras. Dimitri, uno de los instructores senior, estaba acostumbrado a este entorno. El pasillo era un lugar donde la ambición y el secreto se fusionaban, donde se moldeaba el futuro de las operaciones encubiertas.
Hoy, su atención se dirigió a una de las nuevas reclutas—Anya Romanova, una niña de once años con el cabello rubio y los ojos azules penetrantes. Su entrenamiento comenzó como el de todas las demás: en silencio, con rutinas estrictas y ejercicios rigurosos. Pero incluso en esos primeros días, Anya mostró cualidades que la diferenciaban.
La llegada de Anya marcó un cambio palpable en la atmósfera. A diferencia de la mayoría de las reclutas, que llegaban con la vacilación de los niños lanzados a un mundo de adultos, Anya se comportaba con una gravedad que desmentía su edad. Sus ojos, de un azul vívido, parecían absorber cada detalle a su alrededor, mientras que sus movimientos eran precisos y deliberados.
La primera vez que Dimitri vio a Anya en acción fue durante una sesión de combate. La mayoría de las chicas—nuevas y experimentadas por igual—tendían a abordar el combate con una combinación de entusiasmo y aprensión. Pero el enfoque de Anya era clínico. Desmontaba las debilidades de su oponente con una facilidad entrenada, sus golpes eran rápidos e inerrantes. Quedó claro desde el principio que tenía una aptitud natural para las demandas físicas de la formación.
Sin embargo, no fue solo su destreza física lo que llamó la atención de Dimitri. Fue su actitud. Mientras que otras mostraban signos de fatiga o frustración, la expresión de Anya permanecía inalterada. Esto no era simplemente el resultado de la disciplina, sino una comprensión profunda, casi innata, de las demandas mentales y emocionales del trabajo.
Una tarde, Dimitri observó a Anya durante una evaluación psicológica. Ella se sentó frente al Dr. Rurik, uno de los psicólogos más capacitados, cuyo rol era evaluar la resiliencia mental de las reclutas. La técnica del Dr. Rurik era entablar una conversación con las chicas, indagando sus miedos y motivaciones.
Mientras el Dr. Rurik le preguntaba a Anya sobre su pasado y sus razones para unirse a ellos, las respuestas de la niña eran concisas, casi distantes. Pero había una intensidad en su mirada que hablaba de una fortaleza interna y una historia no contada. Hablaba de su familia de una manera más clínica que emocional, detallando sus vidas con precisión en lugar de sentimiento. Los intentos del Dr. Rurik por obtener una respuesta emocional más profunda eran recibidos con una resistencia educada pero firme. El control de Anya sobre sus emociones era impresionante, casi inquietante.
En las semanas siguientes, el desempeño de Anya siguió impresionando. Su capacidad para compartmentalizar y ejecutar tareas complejas con una mínima inversión emocional se convirtió en un tema de admiración y preocupación entre los instructores. Hubo murmullos sobre su potencial siendo excepcional, pero también preocupaciones sobre si tal desapego emocional era una fortaleza o una vulnerabilidad potencial.
Una noche, Dimitri fue asignado a supervisar un ejercicio de simulación encubierta. Anya fue emparejada con un operativa más experimentada para este ejercicio en particular. La misión era infiltrarse en una instalación simulada y extraer información sensible. El ejercicio estaba diseñado para ser desafiante, probando tanto las habilidades físicas como la capacidad para adaptarse bajo presión.
El desempeño de Anya fue, como se esperaba, ejemplar. Su sigilo fue impecable, su estrategia, perfecta. Pero lo que más impresionó a Dimitri fue su interacción con su compañera. No había sentido de competencia o arrogancia; en cambio, demostró una habilidad aguda para colaborar de manera efectiva, tomando decisiones en fracciones de segundo que eran tanto inteligentes como calculadas.
Al concluir la simulación, Dimitri observó la interacción de Anya con su compañera. Ofreció retroalimentación constructiva de una manera respetuosa y profesional, y parecía surgir un genuino sentido de camaradería. Fue un recordatorio sutil de que, a pesar de su exterior frío, había una profundidad en su carácter que iba más allá de su destreza.
El viaje de Anya Romanova en la Sala Roja no fue solo uno de excelencia técnica, sino de desarrollo emocional y psicológico complejo. A medida que continuaba su formación, se hizo evidente que no era solo otra operativa, sino un activo potencial de calibre excepcional. Sin embargo, como lo veía Dimitri, su camino hacia adelante sería tan desafiante como prometedor.
La Sala Roja tenía muchas historias, pero la de Anya era una que Dimitri recordaría por su combinación única de precisión fría y profundidad latente. Ella era un recordatorio de que dentro de sus paredes, donde las sombras y los secretos se entrelazaban, incluso los individuos más enigmáticos podían revelar su propia luz.
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The Sound of Silence ✖️ Avengers [2]
Fanfiction❝Hola oscuridad, mi vieja amiga.❞ • Un vistazo a la vida de dos hermanas muy sufridas • ••••• [Solo soy duela de Natalia y su historia, el resto de los personajes pertenecen a Marvel.]