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With everything happening today
You don't know whether you're coming or going
But you think that you're on your way
Life lined up on the mirror don't blow it

Mirrors - Lil Wayne.




Madame Duscha había estado a cargo de la división de entrenamiento del Cuarto Rojo desde hacía mucho tiempo, prácticamente desde el comienzo. Estaba allí cuando todos los años llegaban las nuevas recrutas, asustadas y llenas de angustias; estaba allí cuando comenzaban su entrenamiento, manos temblorosas e inseguras; estaba allí cuando comenzaban a ganar experiencia y sabía cómo distinguir a aquellas que se volvían soberbias y presumían sus logros; estaba allí cuando las engreídas morían y alguien debía guiar a las sobrevivientes.

Madame Duscha tenía experiencia de sobra, acompañada con una inteligencia aguda y ojos manipuladores. Ella creía que lo había visto todo, hasta que llegaron las hermanas Romanova.

El hecho de que hubiesen reclutado a hermanas ya de por sí solo era raro, pero este par en particular resaltaba entre todas las otras. Natalia y Anya Romanova. Madame Duscha lo supo desde el primer momento que las vio, esas dos van a dar trabajo extra, había pensado.

La primera señal de que las Romanova iban a dar problemas fue cuando se negaron separarse a la hora de dormir. Las reclutas compartían un cuarto, docenas de niñas durmiendo en camas idénticas en una gran habitación de paredes grandes, una cama al lado de la otra en filas iguales. Estaban distribuidas por el orden alfabético de su nombre, pero Anya Romanova se reusaba a dormir tan lejos de su hermana mayor.

"Es solo por las noches" Madame Duscha escuchó decir a la cuidadora y pudo notar que estaba intentando mantener la impaciencia fuera de su voz – Pasarán todo el resto del día juntas.

"No" Contesto la niña de 10 años, su hermana mayor a su lado.

Habían discutido por al menos cinco minutos y Anya no cedía. Madame Duscha supo en ese instante que había tenido razón en cuanto a su superstición. Al final habían dejado que la niña durmiera junto a su hermana, pensando que cuando llegaran a la adolescencia se separarían por su cuenta.

Por supuesto que no fue así.

Mientras que las otras jóvenes cambiaban de gustos, personalidad y amigas, las hermanas Romanova se volvían más unidas que nunca. Eran imparables y pobre de aquel que se metiera en su camino. Durante esos años fue cuando las dos hermanas realmente comenzaron a resaltar en los ojos de todos.

Pasaron los años y por fin llegó el momento que Madame Duscha secretamente temía, la esterilización. Sabía que nadie se negaría, por supuesto, la etapa de rebeldía de las reclutas ya había pasado, ahora eran soldados que no negaban órdenes. Pero... esas dos. La noche antes de que sucediera, Anya se presentó en la oficina de Madame Duscha, como había entrado allí cuando se suponía que debía estar durmiendo no fue la primer pregunta – estaban entrenando maestras espías, el hecho de que la joven haya llegado hasta ese punto sin ser descubierta era una buena señal – no, pero la desobediencia era peligrosa.

"¿Qué quieres, niña?" preguntó la mujer con voz gélida.

La joven pelirroja no contestó durante unos segundos – no muy buena señal tampoco – solo se la quedó observando, su cara completamente blanca, pero si había alguien quien conocía a las niñas reclutas mejor que nadie, era Madame Dusche. Había estado esperando esta conversación desde hacía ya un mes.

"Esterilización" habló por Anya "Va a destruirla"

Ah, sí, esto no la sorprendía en lo más mínimo. Anya ni siquiera había ido hasta allí para hablar de ella misma. Esas dos hermanas se habían mantenido unidas desde el momento en que llegaron y no importaba cuantos castigos les impusieran por ello, no se separaban. Honestamente tenían suerte de hacer un buen equipo, si no hubiese sido así probablemente alguna de las dos hubiera... desaparecido.

"Oh, niña" Dijo Madame Duscha quien, si hubiese sido cualquier otra persona, quizás hasta hubiera sonreído burlonamente "¿No lo vez? Ella ya está rota"

Anya se había quedado observándola y de a poco, para la decepción de su entrenadora, sus ojos comenzaron a humederce.

Eres un arma, y las armas no lloran.

Ninguna de las dos dijo palabra por unos minutos, observándose detenidamente. Y luego, Anya cayó de rodillas.

"Por favor" Rogó. Madame Dusche se estremeció.

"Vete" Ordenó, su boca en una mueca de desagrado.

"Por favor" repitió la joven sin inmutarse.

Bueno, por lo menos ahora sabemos quién es la hermana más fuerte, pensó.

Al otro día, Natalia y Anya Romanova fueron esterilizadas. Pero la percepción que tenía Madame Dusche de ellas había cambiado, porque había visto –  y aún podía sentirlo en sus huesos – la mirada en esos fríos ojos azules.

Y unos pocos años después, cuando se suponía que una sola recluta debía haber sobrevivido al desierto – la última prueba – y en vez volvieron dos bueno, Madame Dusche había anticipado su muerte a las manos de una joven de ojos azules mucho tiempo antes.

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The Sound of Silence ✖️ Avengers [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora