Capítulo 4

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¿Alguna vez han sentido que pasan años en un silencio incomodo de unos segundos?

¿No?

Pues no se lo deseo a nadie y mas cuando el silencio es con tu jefe del jefe de jefe de tu jefe.

- Lo siento mucho señor. -Dije apenada.

Él me miro por unos segundos sin ninguna expresión y luego, le hizo una seña a Kat, la cual salió corriendo casi cayendo en el camino. Cuando cerro la puerta, pude ver cómo se disculpada con todo su cara.

-No tiene que disculparse, sé de mis apodos hace años. - dijo más amable.

Lo mire sin creerlo.

Se estaba burlando de mí frente a Kat.

- Usted es de las pocas personas en la empresa que nos los utiliza ni a mis espaldas. -Pauso. -Me causo gracia los nombrara a su secretaria para burlarse de ella.

Su expresión era divertida, pero a la vez mantenía su compostura seria.

- La mayoría a mi alrededor suele utilizarlos cuando usted no esta por respeto, pero cuando lo hacen no es una burla, más bien es para halagarlo. - intente explicar sin meter la pata y sapear a los demás.

- Soy consciente de ello, pero eso no significa que me gusta. -comento. -¿Puedo sentarme?

- Claro. - señale la silla con mi mano abierta como invitación y hasta que tomo asiento, volví a sentarme.

Durante unos segundos, que me parecieron horas, solo me miro directo a los ojos.

Yo le sostuve la mirada, pero la verdad estaba confundida.

- ¿Algo en lo que pueda ayudarlo? o -Pause. - ¿Tiene algo para decirme? - pregunte cansada de su silencio.

-Tengo varias cosas en mente. -comento esta vez pasando su mirada sobre la oficina. - Vine primero a comentarle que me encargue de que su camioneta, -me miro directamente. - Alguien se encargo de tanquear su vehículo para que hoy no tenga inconvenientes a la hora de salida.

Abri mi boca sorprendida.

- Pero... ¿Qué?- balbuce.

Él me miro un poco divertido.

- Creo que lo hice a modo de disculpa, lo que paso con esos imbeciles no debió pasar nunca. Siempre he pensando que son unos trogloditas quienes piensan así de una mujer y jamas pensé en tener un par trabajando aquí y que precisamente le hayan quedado a su cargo. -dijo molesto. - No es que no confíe en que usted no los pudiera controlar, pero se como actúan esa clase de personas y no podía ...

- Entiendo. -lo interrumpí. - Y no había necesidad de que lo hiciera, de hecho me pareció mas que suficiente que me apoyara, lo del vehículo es totalmente innecesario y ... déjeme pagarlo o permitan que descuenten de mi salario.

Mi jefe me miro por unos segundos y suspiro.

- Dejemos las cosas así, digamos que estamos a mano.

Su mirada me dijo que no iba a cambiar de opinión.

- Esta bien. -acepte.

El señor Katsaros se levanto y arreglo un poco su traje.

- Perfecto. La espero en mi oficina en la tarde.

-Tengo reunión. - Recorde.

- Cuando este libre. -ordeno y me limite a asentir.

Salió de la oficina y solté un suspiro. No había visto a mi jefe tantas veces como lo había hecho esta semana.

Virgen a los treintaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora