XI

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¡Ewww, una araña!

Nivel 8: Sistema De Cuevas


Oscuridad.

Fue todo lo que pudieron percibir en cuanto entraron a la cueva.

En el exterior parecía pequeña, pero al entrar era bastante extensa y enorme. Contenía muchas cavernas internas. Normalmente careciente de luz natural, pero fuentes de luz de origen desconocido brillan en las paredes húmedas, haciendo que el nivel brille ligeramente en algunas zonas.

Mediante avanzaban, pudieron pisar algunos charcos dispersos de agua de almendras. Pudieron identificar que lo era por el olor, pero no pensaban en beberla a menos de que quisieran morir de esa forma. Un gran eco se escuchó del quejido de Katashi cuando una pequeña rama rozó con su tobillo. Al parecer ahí dentro había algo de vegetación, lo que les parecía raro pero interesante.

Caminaban con cuidado hasta que sus ojos se acostumbraron a la oscuridad. Era enorme.

Hiroko se tambaleaba cerca de Katashi quien la sostenía a pesar de su dolor. Aún estaban enfermos y estar en una cueva húmeda, con infecciones por todas partes y sonidos extraños hacia que se arrepintieran de meterse.

Yoko estaba al frente guiando. Al ser la única en buen estado le daba beneficio un poco. Los demás estaban adoloridos y ella asustada. Como había eco podían escuchar el peligro a distancia. Lo malo es que no tenían alguna linterna o modo de saber a donde ir. Estaban perdidos.

—Por cierto—Los presentes prestaron su atención al de lentes a medida que caminaban cautelosos—. ¿Que hacían ustedes dos en la habitación?

A Yoko y Minowa se les paró el corazón al escuchar eso. Katashi sabía muy bien de los sentimientos de Minowa hacia Yoko, y también notaba el rechazo de esta ante eso. Sin embargo, le encantaba molestarlos de vez en cuando con ese tema. Ambos se sonrojaron un poco lo cual nadie notó debido a la oscuridad.

—Nada—Dijo sin más la ondulada.

—¿Ah sí? Porque ya estaba pensando en sugerencias para lugares donde podrían salir.

Yoko abrió los ojos y se volteó a verlo impactada. Él los había escuchado.

—¿Cómo carajos sabes?—Le dijo con el seño fruncido.

—Estar en una casa que se podía derrumbar en cualquier momento por su inestabilidad, y aparte de que estaba muy vacía, es fácil escucharlos—Una sonrisa burlesca salió de sus labios. Los dos chicos no sabían que responderle. Para Katashi, ellos eran lo más obvio de este mundo.

Un sonido los interrumpió. Katashi sintió como Hiroko se caía de sus brazos, tropezándose. Ella no hizo ningún quejido ni movimiento que les afirmara que le dolía, solo se quedó tirada en el suelo con intensiones de dormir.

—¡Hiroko!—Le gritó la azabache viendola cerrar los ojos.

—¿Hmmm?

Katashi y Minowa intentaron levantarla con cuidado, quedando esta acostada en la espalda de Minowa, siendo este el que la cargara esta vez. Katashi notó con que se resbaló. Era una pequeña linterna.

La levantó algo confundido. Se las enseñó a los demás y Yoko se la quitó de las manos. Trató de prenderla varias veces, pero solo parpadeaba. De todos modos, la mantuvo consigo y siguieron caminando. Tuvo algo de esperanzas en que prendiera en algún momento, por eso mismo no dejaba de apagarla y encenderla esperando a que funcionara.

La cueva era impresionantemente extensa, y eso la hacia aterradora. Se movían con el corazón acelerado, viendo para todos lados, alertas. Empezaron a sentir calor. Porque sí, cambiando de ambiente de golpe, de extremo frío a una cueva húmeda teniendo ropa de invierno no estaban en sus planes, pero ninguno quería detenerse ya que escuchaban ruidos y veían entidades de reojo. Cada que pasaba eso ellos se movían más rápido, hasta que la linterna por fin quiso funcionar.

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⏰ Última actualización: Oct 09 ⏰

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