𝘊𝘩𝘢𝘱𝘵𝘦𝘳 𝘚𝘦𝘷𝘦𝘯. 𝘕𝘢𝘰𝘺𝘢, 𝘮𝘰𝘯𝘴𝘵𝘦𝘳

906 97 5
                                    

𝗠𝗢𝗡𝗦𝗧𝗘𝗥

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

𝗠𝗢𝗡𝗦𝗧𝗘𝗥

𝗥𝗬𝗢𝗞𝗢 𝗦𝗘 𝗗𝗘𝗦𝗣𝗘𝗥𝗧𝗢́ 𝗠𝗨𝗬 𝗔𝗟𝗧𝗘𝗥𝗔𝗗𝗔, miró a su alrededor y no reconoció de inmediato el lugar, pero si reconoció a la mujer que tenía delante; era la esposa de Ryota, Yukari Zenin.

— Ryoko, que bueno que ya despertaste — la mujer se acercó y le dejó un kimono.

La mujer de su tío no era tan mala, al menos como Ryoko, pero si solía serlo con sus sobrinas más pequeñas. Sus ojos filosos y proyectando una sensación de manipulación hacían recordar a un depredador mirando a su presa totalmente indefensa.

— ¿Qué me pasó? ¿Dónde están Satoru y Suguru? — Ryoko pasó su mano por su cabeza, sintiendo el vendaje, además de su corazón latiendo con fuerza.

Yukari la miró seriamente y suspiró. Se podía decir que de una manera un tanto decepcionante.

— Fue un error, Ryota nunca debió enviarte a la escuela de hechicería — con cada palabra que salía de la boca de Yukari, Ryoko se asustaba más —. Lo he convencido de no enviarte al plantel de Kioto, pero también preferimos que pases una temporada aquí, así aprenderás tu lugar.

— ¿Mi lugar? — preguntó sorprendida y se levantó de la cama, acercándose poco a poco a la puerta.

— Lo siento, Ryoko. No pienses en irte, porque no lo harás — cuando Ryoko menos lo esperó, Yukari le lanzó una daga a un costado para que no siguiera avanzando.

— No hay necesidad de llegar a extremos, me quedaré — dijo Ryoko intentando mantener la calma, pero simplemente no podía.

— Claro, o si no... Tendrás consecuencias.

Yukari sonrió e hizo una reverencia para salir del cuarto. Ryoko se quedó sola al fin y procesó todo lo que estaba pasando. Estando en la mansión Zenin y pensando en Suguru, sin querer admitirlo también pensaba un poco en Satoru, pero ahora solo quería escapar de aquel lugar que se asemejaba a una cárcel.

— ¿Qué voy hacer? — pasó sus manos por su cara, pensando en la solución.

No quería mostrarse débil, menos en donde no era su casa. Sabía exactamente lo que pensarían o harían con ella si tuviesen oportunidad de verla vulnerable y asustada. Yukari dejó la puerta abierta, así que supuso que no tenía prohibido pasearse por la casa, tomó el kimono que le dejó sobre la cama y salió en busca de algo, lo que sea para poder irse.

Recorrió todo lo que recordaba de la casa. pasando por el pequeño jardín que reflejaba la noche por completo. Ryoko miró a las estrellas un momento y recordó su infancia en esa casa junto al niño que era bastante extraño. A pesar de todo, fue su único amigo y Satoru le recordaba a él. Cuando se topó con un cruce entre pasillos, oyó murmullos despectivos hacia su persona. No reconoció ninguna voz, pero la intriga la obligó a quedarse para escuchar que más decían.

𝐍𝐄𝐕𝐄𝐑𝐌𝐈𝐍𝐃 | 𝐒𝐚𝐭𝐨𝐫𝐮 𝐆𝐨𝐣𝐨, 𝐒𝐮𝐠𝐮𝐫𝐮 𝐆𝐞𝐭𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora