Los ojos de Max son azules. Cuando observas con atención a ellos puedes entender porque lo llaman the dutch lion, yo misma he llegado a ver la sed de triunfo y perseverancia que carga, pero... ahora no veo mucho más que molestia en su mirada. Tal y como creo que los míos también reflejan en este momento. No puedo despegar mi mirada de él mientras ambos estamos en silencio esperando que alguien diga algo pero nadie se atreve a hacerlo en la sala, lo que llega a ser algo incómodo en realidad.
Desde Singapur había evitado a toda costa estar en el mismo lugar que Max pero debemos ir a Suzuka esta semana y parece que Max ha decidido cambiar su lugar de residencia de Mónaco a Inglaterra inesperadamente porque por alguna razón él siempre está aquí en la fabrica, mas de lo normal.
―Quizás podríamos... ―comienza a decir una de las internas pero Max la interrumpe.
―No voy a hacerlo ―exclama el holandes molesto.
―No puedes negarte ―le recuerdo molesta.
―No me importa.
―Ya te dije que firmaron el acuerdo.
―¡Pues que lo cancelen! No voy a promocionar esa estúpida cosa.
―Es el tercer producto que intentas rechazar ―señalo sin apartar la mirada ―. ¿Crees que el dinero viene de los árboles? ―cuestiono pero él no responde ―. Callate y haz lo que te dicen ―le ordeno.
―¿Crees que tú mandas aquí, Calloway? ―pregunta él ―. Una jefa de prensa es fácil de reemplazar, o al menos más fácil que un piloto campeón ¿no? ―sugiere.
—Solo graba la promoción —le pido pero él se cruza de brazos dando a entender que no cederá y eso me molesta aún más. —. ¿Sabes que? Este no es mi trabajo —digo mientras me pongo de pie y tomo mis cosas —. Espero que hagas un maldito cheque antes de salir por esa puerta —añado antes de salir de la sala de reuniones y encaminarse en dirección a la oficina de Horner, porque es al único al que Max escucha.
Tengo que lidiar con todo eso de mamá y su psicóloga, con la carrera de esta semana y Max no es alguien con quien quiera lidiar en este momento. Creí que las cosas habían mejorado en Monza pero después de Singapur era claro que nada había cambiaddo: Max sigue siendo un idiota, aún deseo no cruzarme a Jos nunca más y aunque mi vida profesional es mejor, la personal es aún peor. Como si una cosa fuera indirectamente proporcional a la otra.
¿Por qué tienes que ser un dolor en el trasero, Max? ¿Por qué no puedes simplemente hacer lo que te dicen? ¿Por qué tiene que hacer tan difícil mi trabajo y ser tan poco profesional? Eso es lo que debería haberle dicho... además de que es maldito idiota.
Una vez que llegó a la oficina de Christian noto que la luz está apagada y no hay nada que demuestre que ha estado aquí en todo el día. Me siento como una idiota o como si intentara delatar a Max con el maestro del salón. Suelto un suspiro al darme cuenta lo estúpida que soy intentando hacer esto pero la verdad es que no sé cómo lidiar con Max en este momento e inconscientemente tomé el camino difícil, el cual fue dejar que otra persona lidie con él.
[ — ]
—Astrid —oigo mi nombre retumbar en la sala de reuniones y me sorprende reconocer la voz porque ni siquiera había oído la puerta abrirse en absoluto. Aún así, lo que verdaderamente me sorprende es la expresión en el rostro de Christian. No suelo verlo molesto porque no suele estar molesto conmigo y aún así, esta vez sí parece estarlo — A mi oficina... ahora —me ordena y asiento rápidamente aunque cuando él cierra la puerta de la sala miro a mi alrededor e intercambio miradas con Lia que luce tan confundida como yo. Jefe de equipo o no, no es normal interrumpir reuniones en curso, así que intento alcanzar a Christian entrando a su oficina y la verdadera sorpresa del día es ver a Max dentro pero Christian es más rápido que yo y antes de poder huir, cierra la puerta.
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Ready to be » Max Verstappen
FanfictionMax y Astrid llevan años odiandose y trabajando en el equipo de Red Bull, pero ¿Qué es lo que se esconde detrás de tanto odio? Después de un cambio de planes Astrid es ascendida como jefa de prensa para al equipo y deberá viajar con el equipo... y...