CAPITULO 10 (UNA CAMINATA)

456 45 0
                                        

La luna ya dominaba el cielo cuando todos comenzaron a salir del agua. El aire fresco de la noche envolvía la playa, obligando a los chicos a secarse rápidamente y cambiarse de ropa para evitar resfriarse. Entre risas y bromas, recogieron sus cosas y se dispusieron a regresar a la reserva.

Sin embargo, Seth y los demás idearon un plan: caminarían a cierta distancia para dejar a Killua y Jacob solos. Querían que ambos tuvieran más tiempo para conocerse, además de que Jacob tenía la tarea de llevar a Killua a casa.

Caminaron por la arena, sintiendo la brisa fría contra su piel. La conversación fluía de manera natural entre ellos.

—¿La pasaste bien, Kill? —preguntó Jacob, con una sonrisa sincera en su rostro.

—Sí, me encantó La Push. Es un lugar hermoso. Me gustaría volver.

—Cuando quieras, dime y organizamos para venir todos juntos otra vez.

Killua le devolvió la sonrisa, sintiéndose cómodo a su lado.

—Gracias, Jacob. La pasé hermoso con los chicos… y contigo —mencionó, notando que su rostro se calentaba levemente.

El lobo sintió su corazón acelerarse, pero mantuvo su expresión tranquila.

—No tienes que agradecerme, Kill. Yo también disfruté estar contigo.

Jacob notó cómo Killua comenzaba a frotar sus brazos, el frío nocturno comenzaba a sentirse más intenso.

—Eu, ¿quieres subirte a mi espalda? Debes estar un poco cansado después de todo lo que hicimos hoy. Yo te llevo.

Killua negó rápidamente con la cabeza.

—Es mucha molestia, puedo caminar, no te preocupes. No quiero que te canses.

Jacob alzó una ceja, divertido por la negativa del albino.

—Está bien…

Aprovechando que Killua se detuvo a observar una flor roja en el camino, Jacob actuó sin previo aviso. Con un movimiento rápido, tomó a Killua y lo cargó en su espalda con facilidad.

—¡Ay, Jacob! Me diste un susto —se quejó Killua, aferrándose a sus hombros.

—Perdón, Kill, pero no te preocupes. No me voy a cansar, pesas como una pluma —le aseguró con una sonrisa.

Killua suspiró, resignado.

—Está bien… —murmuró mientras se acomodaba mejor.

Al estar tan cerca del cuello de Jacob, no pudo evitar notar su aroma: una mezcla de bosque, tierra y algo cálido que lo hacía sentir extrañamente a gusto. De manera casi inconsciente, se inclinó un poco más y olfateó discretamente su aroma.

Jacob sintió el pequeño movimiento y una sonrisa ladeada apareció en su rostro. No comentó nada, pero en su interior, el simple gesto le hizo sentir mariposas en el estómago.

A medida que avanzaban, el vaivén del cuerpo cálido de Jacob y su aroma envolvente terminaron por hacer que Killua cayera en un profundo sueño. Su respiración se volvió lenta y relajada, descansando con tranquilidad sobre la espalda del lobo.

Jacob sonrió con ternura y ajustó su agarre para que Killua estuviera más cómodo. Sin querer despertarlo, aceleró el paso, asegurándose de que no estuviera demasiado expuesto al frío de la noche.

Al llegar a la residencia Cullen, vio que Carlisle ya los estaba esperando afuera de la casa.

—Estaba por ir a buscarlo yo. No tendrías que haberte molestado en traerlo —dijo el vampiro con amabilidad.

Jacob negó con la cabeza, mostrando una leve sonrisa.

—Está bien, Carlisle. No es una molestia.

El vampiro observó con interés la escena frente a él: Killua dormía plácidamente sobre la espalda de Jacob, su rostro relajado y su respiración tranquila.

—Se quedó dormido en el camino —explicó Jacob—. Fuimos a La Push y creo que el agua lo agotó bastante. Asegúrese de que coma algo antes de dormir. El agua despierta el hambre.

Carlisle asintió con comprensión.

—No te preocupes, mi esposa ya está preparando su cena. Por cierto, Jacob… Quisiera preguntarte algo.

Jacob sintió la seriedad en su tono y le dedicó su atención completa.

—Claro, ¿qué necesita?

Carlisle entrecerró los ojos, observando con detenimiento al joven lobo.

—Te imprimaste de mi sobrino, ¿verdad?

Jacob respiró hondo antes de responder con sinceridad.

—Sí. Si le soy sincero, sí me imprimé de él. Pero no lo voy a obligar a estar conmigo por eso. Me basta con ser su protector y amigo. Aunque… voy a intentar conquistarlo. Si él quiere que seamos algo más, esa decisión será completamente suya. Ahora mismo, Killua es todo para mí. Mataría por él si fuera necesario. Mi mundo gira a su alrededor. Solo les pido que, mientras esté con ustedes, lo cuiden bien.

Carlisle estudió su expresión y asintió, complacido con su respuesta.

—Edward nos habló sobre el tratado que hicieron para evitar que Killua sufra. Y también nos comentó sobre tus sentimientos.

Jacob sintió una leve incomodidad al escuchar el nombre del vampiro.

—Veo que mi sobrino comienza a interesarse por ustedes dos —continuó Carlisle—. Confío en que ninguno le hará daño.

Jacob reafirmó su postura.

—No lo haré, señor. Jamás.

Carlisle le dedicó una leve sonrisa.

—Eso espero, Jacob.

Jacob asintió y dejó que Carlisle tomara a Killua en brazos.

—Bueno, es hora de irme —dijo el lobo.

—Descansa, Jacob.

Jacob observó por última vez el rostro tranquilo de Killua antes de darse la vuelta y alejarse en la oscuridad.

Carlisle entró con el pequeño albino en brazos. A medida que avanzaba por la casa, sintió la presencia de Edward en lo alto de las escaleras.

El vampiro de ojos dorados tenía un semblante sereno, pero en su interior bullía un leve rastro de celos.

Killua olía completamente a Jacob.

Con cuidado, Carlisle llevó al chico hasta su habitación. Edward se quedó observando cómo lo acomodaba en la cama con suavidad.

Se quedó unos segundos en silencio antes de susurrar:

—No dejaré que el lobo gane tan fácilmente…

CONTINUARÁ…

Killua en Crepúsculo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora