Capítulo 10

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Misión casi completa, secuestrador en la lista

¿Qué le habrá pasado? ¿Habrá peleado con alguien? ¿Será que le duele mucho?

Me paro de la silla y voy hacia él preocupada.

—¿Qué te pasó?

Mi pregunta hace que reaccione, el niega con la cabeza y me sonríe diciendo:

—Nada especial. —Me da un beso en la mejilla —Me alegra verte aquí.

Mi expresión facial no cambia, lo que hace que el se ponga un serio poco a poco.

—Hablaremos de esto después. —Dije. Él me besa la frente y me sonríe nuevamente.

El sonido el silbato retumba en la cancha, voy hacia la silla donde estaba.

Cada vez que veía la pelota tan cerca de su ojo me ponía nerviosa. Una parte de mi quería que no jugara, pero era imposible. Es Nicolás Denovan, nada lo detiene.

La sombra de un automóvil que pasaba lentamente por la puerta robo mi atención. Era el mismo, está vez no dejé que la Roxane ansiosa tomara el control. Así que me pare de la silla y fuí hacia la puerta, sentí la mirada de Nicolás en todo el camino a la puerta. Salgo y escucho como el carro extraño quema las gomas al tratar de salir de allí. Por suerte pude ver la placa.

Al entrar de nuevo a la cancha, el descanso de 15 minutos había empezado.

—¿Crees que estos 15 minutos lleguen a ser suficientes como para hablar de...

—Shh... Tranquila, hablaremos de eso más tarde. —Me interrumpe Nicolás con delicadeza.

Veo a tres chicos acercándose a nosotros, arqueo mi ceja. ¿quienes son?

—Te presento a Mateo, Nathaniel y Peter. —Va señalando a cada uno de ellos, Mateo es el de cara de niño, el fortachón y al parecer chico malo es Nathaniel y por último Harry Potter en persona, Peter. Vaya, que equipo —Chicos, ella es Roxane.

—Es un gusto chicos. —Digo con una sonrisa. Ellos me dan la mano

—Roxane, cualquier cosa que necesites. Solo llámanos. —Habla el fortachón, Nathaniel. Yo asiento.

Todos son muy gentiles y serviciales, ya veo porque Nick los tiene de amigos. Hasta me dijeron que ya tenía guardaespaldas. ¡Qué amoción! Ya no tendré miedo de ir por las calles sola.

El silbato anuncia el regreso y cada uno me da el puño antes de entrar nuevamente a la cancha. A diferencia de Nicolás, este me da un beso antes de irse. Es tan lindo, creo que no lo merezco.

¡Deja de decir tonterías Roxane!

Terminando la práctica, me percato de la mueca de dolor que hace Nicolás, cada vez que corre con fuerza o cada vez que defiende, sé que tiene que moverse bruscamente y eso hace que se lastime. Eso me preocupa. Podía ver sus labios decir:

No duele Nick, no duele. Sigue así.

Verdaderamente admiro su fuerza y destreza, pero si está adolorido creo que no debería estar jugando.

Querido Nicolás Donde viven las historias. Descúbrelo ahora