Capítulo 9: Una Mañana Agitada

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POV AMELIA

A la mañana siguiente, me levanté con un dolor de cabeza y la sensación de no haber descansado nada. Tomé el teléfono y leí una serie de mensajes que decían:

"Amelia, yo que tú le contaría a tu mamá la verdad. Personalmente, no me gusta mentir, eso tarde o temprano sale a la luz. Sin mencionar que tu madre está delicada de salud y tampoco puedes estar muy lejos de ella."

Había otro mensaje que decía: "Como veo que no me contestas, asumiré que te dormiste. Mañana a las 9 paso por ti para ir a desayunar y realizarte los exámenes de fertilidad de los que hablamos."

Esta mujer es increíble. Está haciendo planes asumiendo que yo le diré que sí, sin darme la oportunidad de responder. Al mirar el reloj, veo que son las 8:15 am. ¡Dios, tengo apenas 40 minutos para arreglarme!

Me levanto de la cama, tambaleándome un poco por el sueño, y me dirijo a la ducha. El agua fría me ayuda a despejarme un poco, pero mi mente sigue dando vueltas con la propuesta de Alessia. No puedo creer que esté considerando siquiera esta locura, pero aquí estoy, apurándome para una reunión que nunca confirmé.

Mientras me lavo el pelo, pienso en su insistencia en que le diga la verdad a mi madre. Sí, claro, "Oye mamá, voy a ser vientre de alquiler para una millonaria que conocí hace poco. ¿Qué te parece?" Seguro que eso va a salir bien. Me enjuago rápidamente y salgo de la ducha, buscando algo decente que ponerme.

Abro el armario y examino mi limitada selección de ropa. Me decido por unos jeans y una blusa que me hacen sentir cómoda pero presentable. Mientras me visto, no puedo evitar sentirme como si estuviera preparándome para una audición de la que ni siquiera estoy segura de querer participar.

Alessia y su mundo parecen tan distantes del mío, casi irreales. Sin embargo, aquí estoy, atrapada en su red de expectativas y promesas. Me seco el cabello lo más rápido que puedo y aplico un poco de maquillaje para cubrir las ojeras que reflejan mi noche inquieta.

Con solo unos minutos de sobra, agarro mi bolso y salgo corriendo de la habitación, tratando de no despertar a mi madre. Me dirijo a la puerta principal, preguntándome si estoy loca por seguir adelante con esto. Pero una parte de mí, una parte ambiciosa y soñadora, me dice que tal vez, solo tal vez, esto podría ser la oportunidad que he estado esperando.

Salgo a la calle justo a tiempo para ver la lujosa camioneta negra detenerse frente a mi casa. El chofer me abre la puerta y me subo, tratando de calmar mis nervios. Alessia está dentro, con su sonrisa enigmática y su mirada que parece ver a través de mí.

"Buenos días, Amelia. ¿Lista para el desayuno?" dice, como si todo fuera completamente normal.

"Más o menos," respondo, tratando de mantener la compostura. "Pero antes de seguir adelante, realmente necesito entender más detalles de lo que me estás pidiendo."

"Por supuesto," dice ella, asintiendo. "Tendremos todo el tiempo para hablar durante el desayuno."

Y así, el auto arranca y nos dirigimos hacia lo desconocido, mientras mi mente sigue luchando por comprender en qué me estoy metiendo.

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POV ALESSIA

La inquietud me carcomía. Amelia tenía que ser ella, y no iba a cambiar de opinión. Al ver que no me respondía el teléfono, adelanté algo de trabajo; necesitaba la mañana despejada. Llamé a mi asistente y le pedí que preparara todo para ir con la especialista y que tuviera listo el contrato. Quería que Amelia lo revisara detenidamente.

La mañana llegó y, como de costumbre, mi día comenzó a las 4 am. Me levanté y nadé 5 kms, hora y media de pura determinación. Luego, me alisté para mi primera reunión, comí algo de fruta mientras esperaba el desayuno con Amelia.

A la hora acordada, estaba en la puerta de su casa. Y, a decir verdad, esa mujer era un verdadero espectáculo. Le dije al chofer que nos llevara a La Grande Boucherie. En el restaurante, nos atendió un joven que debo admitir era muy guapo: rubio, de ojos azules, unos 1.90 de estatura y complexión atlética, probablemente de unos 23 años. Le dio una sonrisa a Amelia y le prestó una atención con una mirada un tanto indiscreta. No sé por qué, pero sentí unos celos inapropiados. Así que le dije, "¿No te han enseñado a respetar y no mirar de más lo que no es de tu propiedad?"

El chico se asustó y pidió disculpas rápidamente. Nos tomó la orden que consistía en Omelette au Choix y Eggs Benedict, junto con jugo de naranja y macchiato. Al retirarse, Amelia me miró, claramente indignada y molesta.

"¿No debías decirle eso?" me reprochó con tono firme.

"Te estaba comiendo con la mirada y no iba a tolerar su insolencia. Sin mencionar que tú ni te diste cuenta," respondí, intentando justificarme.

"Sí lo hice," me respondió, "es solo que no le doy importancia porque es demasiado desgastante."

Claro, porque ignorar a los idiotas es una solución muy efectiva, pensé sarcásticamente. "Pero supongo que no todos tienen tiempo para poner a los insolentes en su lugar."

Nuestras órdenes llegaron y, mientras comíamos en silencio, ella me regaló una sonrisa. No sé qué tiene esta mujer, pero me encanta verla sonreír. Sus ojos se achican un poco y sus labios hacen que se ven muy provocativos. La miro y, para romper el hielo, le pido que me hable un poco de ella.

"¿Qué quieres saber que no hayas investigado ya?" respondió,

claramente disfrutando su respuesta, eso fue un golpe bajo.

"Eso dolio, teniendo en cuenta que, si bien es cierto, no me gusta que sepan que soy una maniática del control, pero lo dejare pasar. Dime, Amelia, ¿por qué no tienes novio o novia?"

"No tengo novio," hizo mucho énfasis en eso, "Sencillamente porque no he encontrado a la persona que me haga dudar de mi cordura y querer dejarlo todo."

"Eso es demasiado idílico, respondo. Pero si encuentras a esa persona, no debería pedirte que dejes todo por ella."

"Creo que eres la menos indicada cuando me pides que acepte un trato en donde tengo que dejar mi vida por tu prioridad."

"Touche, pero recuerda que esto es una relación transaccional." Menciono esto con una sonrisa.

"No sé qué me asombra más, Alessia: tu forma en la que me confrontas o tu ego que no tiene límites."

"Eso es una buena señal. Estás debatiendo mi propuesta, o sea, que hay un 50% de probabilidad de que aceptes, y eso ya es ganancia para mí."

"Insisto, ¿cómo haces para emanar tanta seguridad?"

"Sencillamente porque siempre consigo lo que quiero. Pero cambiando de tema, aquí está el contrato."

Ella leyó el documento en voz alta, articulando claramente cada palabra: "La suma que recibirá la contraparte es de 250,000 dólares, además de una beca completa en la universidad de su elección y un inmueble que seleccionará personalmente. Se estipula un anticipo del 50%, y el saldo restante será pagado al finalizar el parto."

Bajo la Sombra del ControlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora