POV AMELIA
Han pasado cuatro días en los que Alessia se ha dado a la tarea de alimentarme y supervisar ella misma cómo la enfermera me aplica las inyecciones. Esta mujer es demasiado controladora.
Hoy me haré la primera ecografía transvaginal para ver cómo está el endometrio y si ya estoy apta para empezar el proceso. Estoy algo molesta, ya que Alessia la noche anterior fue a buscarme al trabajo y, no contenta con eso, llegó a mi casa, donde se presentó con mi madre. No sé qué tiene esta mujer, pero le cayó en gracia a mi madre, ya que se quedó más de lo debido hasta que mamá le ofreció comida.
"Señorita Visconti, ¿qué tal le pareció mi comida casera?" pregunta mamá con una sonrisa.
"Déjeme decirle, señora Dupont, que está muy exquisita y creo que me aprovecharé de su hospitalidad para venir a su casa de vez en cuando a comer su deliciosa comida," responde Alessia, tan encantadora como siempre.
"Hija, no me habías contado que tu próxima jefa es demasiado encantadora, sin mencionar hermosa," dice mamá, con un tono que casi me hace atragantarme.
"Mamá, ¿qué te pasa? No digas esas cosas," me disculpo, tratando de mantener la compostura.
"No tienes que disculparte, agradezco el cumplido, señora Dupont, y créame, usted también es muy hermosa. Ya veo de dónde Amelia sacó la belleza," dice Alessia, entre risas y cumplidos.
Alessia se despidió no sin antes prometerle a mi madre que pasaría hoy a comer su comida. Uff, ¿cómo hace esta mujer para tener la atención de todas las personas? Admito que cuando fue al restaurante, tanto hombres como mujeres no dejaban de observarla. Es que toda ella exuda belleza, poder y dinero.
En fin, en la consulta de la doctora Allegra, me saluda efusivamente y me pregunta si estoy lista. Me aplica un gel que estaba algo frío en mi estómago y me dice que estamos de suerte porque todo converge y, según la doctora, podemos hacer el proceso mañana mismo.
Me sorprende ver la felicidad de Alessia. "Mañana estaremos haciendo el proceso," le dice a la doctora, sin siquiera consultarme.
Esta mujer es increíble.
"Amelia, ¿te das cuenta de que estamos a punto de cambiar mi vida?" dice Alessia, con una sonrisa radiante.
"Sí, claro. Cambiar tu vida, controlada y supervisada por ti," respondo con sarcasmo, aunque no puedo evitar sentir una chispa de emoción.
"Todo saldrá bien," dice Alessia, ignorando mi tono. "Mañana es el gran día."
Mientras salgo de la consulta, no puedo evitar pensar en lo rápido que todo está sucediendo. Un paso a la vez, Amelia, me repito ese mantra. Con Alessia, parece que cada paso es un salto al vacío, pero tal vez, solo tal vez, valga la pena.
POV ALESSIA
No cabía en mi dicha, creo que por fin se va a lograr eso que tanto anhelo. Y es que, aunque nadie entienda mi pequeña obsesión de querer tener una familia, los Visconti somos una familia que ha sobrevivido décadas porque la familia es nuestro núcleo y cada miembro cumple un lugar específico. Nos enseñan desde pequeños el valor de las cosas, el sacrificio y cómo el lugar de cada uno es importante para perpetuar el linaje, algo muy subestimado en estos días. Aunque mi deseo es muy grande, no puedo tener hijos gracias a ese terrible suceso cuando apenas tenía 11 años. Este pensamiento me invade mientras voy a buscar a Amelia. Hoy es el día, estoy segura de que todo saldrá bien.
Le digo a mi chofer que me espere en el auto mientras bajo del vehículo y toco el citófono. Alguien, asumo que Simone, la madre de Amelia, pregunta:
"¿Quién es?"
"Soy Alessia, señora Dupont."
"Oh, Alessia, sube," y la puerta se abre para dejarme pasar.
"Buen día, señora Dupont, ¿cómo amanece?"
"Muy bien, gracias por preguntar, Alessia. Ya deja de decirme señora y dime Simone."
"Como usted ordene, entonces será solo Simone," respondo con una sonrisa. Simone podría tener unos cuarenta y tantos años y realmente era muy hermosa. No me quiero imaginar cómo era en su juventud. Me observa de pies a cabeza y pregunta:
"¿Y los planes de hoy cuáles serán?"
"Bueno, no sé si Amelia te contó, pero estaremos en la clínica de fertilidad. Hoy por fin haremos el proceso de inseminación."
Ella me observa y titubea mientras dice: "Me gustaría acompañarlas."
En ese momento llega Amelia y se queda observando a su madre. "Mamá, no es necesario que nos acompañes."
"Insisto, Amelia, esto no es cualquier cosa y créeme, ya luego entenderás."
Las observo a las dos y digo: "Bueno, no se diga más, nos vamos todas."
Ya en la clínica, veo cómo Allegra hace pasar a una Amelia que se encuentra un tanto asustada. Allegra le toma la mano y le dice que todo estará bien, que es un procedimiento que ha ejecutado muchas veces y que, aunque duele un poco, es más una pequeña molestia. No sé por qué, pero ver cómo sostenía su mano me molesta muchísimo. Entiendo que el trabajo de Allegra es hacer que sus pacientes se sientan cómodas y confíen en ella, pero esa cercanía me da ganas de decirle que no la toque.
En un tono muy molesto, digo: "Dra. ¿Podemos continuar? Tengo algo de afán."
"Sí, Allegra, Alessia es una mujer muy ocupada y Dios nos libre de gastar su valioso tiempo," dice Amelia con esa ironía que la caracteriza.
Menos mal Simone interviene, diciendo: "Cariño, vamos, algunas personas tienen responsabilidades que debemos respetar. Dra., ¿podríamos empezar, por favor?"
Me coloco al lado de Amelia y Simone del otro lado, mientras la doctora Allegra introduce una sonda. Titubeo un poco antes de tomar la mano de Amelia, pero cuando veo que hace una mueca de dolor y se le escapa una lágrima, la sujeto con fuerza.
"Respira profundo, Amelia. Cuenta conmigo, y vamos un paso a la vez," le digo, apretando su mano dulcemente. Repito esa frase sin dejar de apretar su mano, tratando de transmitirle calma.
Simone observa la escena y me sonríe, lo que me da una inesperada sensación de apoyo.
La doctora Allegra aplica un gel frío sobre el abdomen de Amelia y comienza a mover la sonda con delicadeza, explicando cada paso con calma. La pantalla del monitor muestra imágenes del interior del útero, y Allegra comenta sobre el grosor del endometrio.
"Todo se ve perfecto. Estamos listos para proceder con la transferencia del embrión," dice Allegra con una sonrisa profesional.
Amelia parece relajarse un poco, aunque todavía puedo ver la tensión en sus ojos. Simone le aprieta la otra mano y le murmura palabras de consuelo.
Allegra continúa explicando: "Vamos a insertar un catéter a través del cuello uterino para depositar el embrión en el útero. Esto puede causar una leve molestia, pero será rápido."
Amelia asiente, cerrando los ojos brevemente mientras Allegra realiza el procedimiento con precisión. Todo se lleva a cabo sin contratiempos, y en cuestión de minutos, Allegra retira el equipo y se vuelve hacia nosotras.
"Listo, ahora solo queda esperar. Recomendamos reposo durante las próximas 24 horas para aumentar las probabilidades de éxito."
Amelia suspira, visiblemente aliviada de que haya terminado. Me acerco y le digo: "Lo hiciste muy bien, Amelia. Ahora, solo queda esperar."
Simone le da un beso en la frente a su hija y le susurra: "Estoy muy orgullosa de ti, cariño."
Mientras salimos de la clínica, no puedo evitar sentir una mezcla de alivio y anticipación. Hoy, más que nunca, estoy segura de que todo saldrá bien.
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Bajo la Sombra del Control
RomanceAmelia Dupont y Alessia Visconti: un encuentro destinado a cambiarlo todo. En el vibrante y caótico corazón de Nueva York, las vidas de dos mujeres extraordinarias se entrelazan de una manera que nadie podría haber previsto. Amelia, una mesera con s...