DOS

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De vuelta a casa.

—¡Ahhhh! —despierto de golpe, sudando frío y con el pecho al máximo, subiendo y bajando con intensidad.

—Carajo, Emma, ¿estás bien? —me pregunta Collin a mi lado, que acaba de despertar por mi grito—. ¿Volvieron?

—¿Qué?

—Tus pesadillas, amor, ¿volvieron?

Asiento.

—¿Otra vez vampiros y cosas sobrenaturales? —cuestionó y yo volví a  asentir con la cabeza—. Cariño, esas cosas no existen. Los cuentos de niños hablan sobre cosas sobrenaturales, pero esto es la vida real, y aquí eso no existe, no tienes porque tener miedo.

—¿Si no es real por qué se siente como si lo fuera? —arrugue las cejas, aún exaltada—. Estos sueños son cada vez más reales, es como... como si fueran recuerdos. Pero sé que eso es imposible, tú tienes razón, esas cosas no existen.

—Claro que no existen, amor —me sonrió de lado y me depositó un valido beso en la frente para tranquilizarme—. Anda, vuelve a dormir, yo estoy aquí y nada malo va a pasarte. Ningún vampiro saldrá de las sobras a intentar chuparte la sangre.

Solté una risa nerviosa y le hice caso. Ambos volvimos a recostarnos y él me abrazó, mientras que yo me quedé mirando por la ventana y el frío que hacía esa noche. Podía ver las luces de la ciudad, y aún con toda esa luz, no podía evitar sentir oscuridad, pero no en el lugar, en mi.

Nada tiene sentido.

Bueno, quiero decir, mi vida ahora tiene sentido, las cosas y las personas que forman parte de lo que soy ahora y de lo que he logrado tienen sentido, pero no importa lo que haga, aquello me persigue.

Hay un vacío inexplicable en mi interior que nada ha podido llenar. Y lo peor es que no solo está en mis recuerdos, en mi mente, también está en mi corazón. Es como si alguien me hubiera arrebatado algo que amaba con toda mi alma. Aunque eso ni siquiera tiene sentido. En lo absoluto.

Tengo estas pesadillas con frecuencia, en realidad no son pesadillas. Los sueños empiezan bien, estoy yo, y ahí soy Emma, normal, pero tengo una vida que jamás he recordado vivir. Tengo amigos, recuerdo los nombres de Cassie, Mia, Chris, Make y Cedric, pero jamás he conocido a nadie que se llame así. Sus rostros son algo borrosos. Se supone que ellos son mis amigos y no logro entender muy bien el porque, mis sueños no arman una historia completa, solo son momentos que he pasado con esas personas, al menos en el sueño.

Pero hay alguien más, es un chico, su nombre es Aysel Wesley, es alguien muy apegado a mí en esa historia, y cada que él aparece siento como si algo me conectara a él, eso me confunde. Luego, no importa lo que pasa o la parte de la historia que esté viendo, de pronto todo cambia y veo a ese chico Aysel morir. Lo siguiente que sé es que despierto gritando bañada en sudor y con un gran vacío en el pecho.

Se que eso no es real, que es solo una historia que crea mi mente para jugar conmigo, porque yo jamás pude haber vivido algo así. Además, es imposible que amara a alguien más como amo a Collin, mi actual pareja.

*

—Esta tarde mi barco saldrá —le aviso mientras continuó preparando el desayuno.

—Creí que me avisarías con más tiempo.

—Tengo asuntos cerca del Golfo de México —le explicó—. Todo ha sido muy repentino, tengo que analizar a dos ballenas que atracaron anoche en uno de los puertos cercanos. Están heridas y serán transportadas a mi centro hasta que se mejoren y puedan valerse por sí mismas.

Bajo un eclipse total #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora