VII

250 23 0
                                    

–¡Bailas fenomenal, Vassago!–Halaga Stolas mientras caminan de regreso a su mesa–¿Que tipo de música era esa?–
–Salsa...–Responde mientras mueve la silla para que el Búho se siente.
–¡Que música tan alegre! ¿Sabes? Ahora que te vi bailar, me cuesta más trabajo creer que has estado soltero por tanto tiempo...–
–Bueno... Así suelen ser las cosas a veces...–
–¿Nunca has estado interesado en alguien?–
Vassago parece pensar un poco antes de responder.
–Ya que lo mencionas...–Carraspeó–Si... He estado interesado en alguien.–
–¿De verdad?–Consultó inclinándose levemente hacia adelante con curiosidad.
–Si...–Se rascó las plumas de la nuca–No sé como vayas a tomartelo pero... Durante mucho tiempo he estado en-
–¿Que tal va todo?–Fueron interrumpidos por la pareja dueña del restaurante–¿Están disfrutando su velada, altezas?–
Stolas colocó una expresión de decepción al no poder oir del interés amoroso de su amigo, pero rápidamente cambió su semblante al hablar con los demonios.
–Todo va de maravilla.–Contestó.
–El grupo musical que trajeron es vastante bueno...–Comentó Vassago.
–No saben como nos alegra oír eso–Dijo el Íncubo–¿Les gustaría que le trajera el menú de postres? Tenemos muchas variedades de dulces.–
–¿Que dices, Stolas? ¿Se te antoja algo dulce?–
–Me encantaría.–Respondió genuinamente más animado.
–Ire por ellas.–Anunció el marido.
–¿Podrían traerme más de ese  licor de frutas?–
–En seguida–Respondió y se fué.
–Podría... ¿Molestarlos un poco?–Preguntó la Pecadora respetuosamente.
Los príncipes la miraron expectantes.
–Veran, ustedes son los primeros miembros de la realeza en visitarnos. Y nos preguntábamos si ¿Pudiéramos tomarles una fotografía? Para enmarcarla y ponerla en la recepción.–Explicó.
–Por mi está bien.–Respondió el de plumaje rojo.
–Claro...–Agregó el Búho después.
–Fantastico–Exclamó la mujer y de la nada hizo aparecer en sus manos una camara–Si pudieran acercarse un poco...–Sugirió.
Stolas y Vassago acercaron sus sillas dejándolas una al lado de la otra, ambos sonríeron y se recargaron en el contrario para la fotografía.
–Perfecto. Muchas gracias, príncipes. Son muy amables–
En ese momento, el Íncubo apareció con los menús seguido por el mesero que traía la botella de licor de frutas.
–Altezas, esperamos que continúen disfrutando de estancia.–Habló el varón mientras entregaba los menús.
El mesero terminó de servir el licor y los tres se retiraron después de dar una reverencia.
Vassago tomó el menú y lo alzó justo frente a su rostro, Stolas no lo sabía, pero su cara estaba decorada con un sonrojo evidente y su corazón se golpeaba violentamente contra su pecho.
¿Realmente el había estado apunto de-?
Agradeció en silencio que los dueños del sitio hayan decidido intervenir, una aclaración como esa podría haber arruinado la creciente amistad que estaba entablando con Stolas...
–La Crema Catalana se ve deliciosa.–Comentó este último.
Vassago bajó el menú de su rostro esperando que el Búho no notara su sonrojo, cosa bastante difícil puesto a que ahora estaban muy cerca el uno del otro.
–¿Eso es lo que vas a pedir?–
–Si no es molestia...–
–Por supuesto que no...–El de plumaje rojo alzó la mano–Deberias probar este licor de frutas, está delicioso.–
–Lo pensaré...–Murmuró. El baile y la comida lo habían despertado un poco, no obstante, aún sentía el efecto del alcohol en su cuerpo y mente.
–Supongo que la tarta de manzana y nueces está bien para mí.–Comentó mientras alzaba la mano para llamar al mesero.
.
Los postres ya estaban a medio terminar cuando Stolas colocó una mano sobre su boca para no reír tan fuerte.
Vassago había terminado de contarle una anécdota de su juventud.
–¡Oye! No te rías, fué humillante. Pensé que nadie me tomaría en serio después de eso.–Dijo el plumaje rojo antes de beber un poco más.
Por un motivo u otro, que ni uno de los dos se cuestionó en realidad, las sillas no se habían separado ni un poco.
–¡Eres tan divertido!–
–Muchos demonios que me conocen podrían asegurarte lo contrario.–
Después de tomar aire, comió una cucharada de su postre. No podía entender como era posible que Vassago estuviera soltero aún; era educado, sincero, atento, atractivo y resistente.
No en el doble sentido, por supuesto. Si no que se refería a que ya iba por su quinto vaso de licor y aún no se veía ni un poco mareado.
–Vassago ¿Puedo hacerte una pregunta personal?–
El nombrado asintió a la par que se llevaba el vaso a los labios otra vez.
–¿Cómo fué que te liberaste de tu compromiso?–El de plumaje rojo se ahogó ante la pregunta y luego tosió un poco–Lo siento... Supongo que no debi-
–¡No te preocupes!–Lo interrumpió–Sólo me tomaste por sorpresa–Rió un poco–Es mi turno de responder a algo personal...–Alzó la mano para que el mesero le sirviera más licor.
–No vayas a pensar que me negué desde el primer momento... Debido a la crianza que recibí, me quedó muy en claro que como principe tendría muchos deberes que cumplir, y que uno de esos era engendrar un heredero.–Se tomó una pequeña pausa para terminar de comerse su postre–Después de lo que pasó con mis padres, las citas de juego con Andrealphus se cancelaron y no volví a saber de el si no hasta que casi cumplí la mayoría de edad. Sabía que la hora de casarse se estaba acercando, por lo que decidí ponerme en contacto con el para conocernos mejor antes de asumir el compromiso...–Bebió un sorbo de licor–Me costó mucho trabajo el que finalmente aceptara salir conmigo, pero lo logré y salimos un par de veces.–
Stolas lo miró expectante, algo le decía que la historia estaba por ponerse interesante.
–Mi intención era darle algo de normalidad a la situación, ya sabes; pretendía que nos hiciéramos novios antes de casarnos. Pero dos meses de citas fueron suficientes para darme cuenta de que la relación no iba a funcionar, por lo que decidí hacer una apelación para desistir de esa obligación... Fué una batalla dura en vista de que la familia de Andrealphus estaba en desacuerdo con la idea, durante  meses tuve que ir de corte en corte a presentar los argumentos, pero finalmente con el apoyo de mi Padre lo conseguí.–
–Vaya... No tenía idea de que se podía deshacer un compromiso.–
–No es una práctica común. A mí me ayudó el hecho de que no era un compromiso no negociable, de lo contrario ya seríamos dos divorciados–Bromeó.
Stolas río.
–¿Que te hizo ver que la relación no tenía futuro?–Preguntó con interés.
El de plumaje rojo se bebió lo último que le quedaba en el vaso.
–Básicamente: Andrealphus y yo somos total y absolutamente incompatibles... En todos los sentidos.–
El Búho parpadeó con curiosidad.
–¿En todos los sentidos?–
Vassago asintió.
–Y no estoy hablando de no tener gustos en común, estoy hablando de que, en todos los sentidos, queremos cosas opuestas.–
–Entiendo...–Stolas no pudo evitar tener curiosidad–¿En todos los sentidos era así?–Preguntó está vez haciendo énfasis en la palabra “todos”.
Vassago parpadeó y luego pareció entender a lo que se refería.
–¡Oh si!–Respondió con un leve sonrojo–Fue todo un desastre... El haber perdido mi castidad con el es una de las peores decisiones que he tomado.–Dijo tocandose la frente con frustración.
El principe Búho sonrió sin poder evitarlo.
–¿Fué tan malo?–Preguntó acercándose un poco más al contrario, mismo que asintió–¿Que tanto?–
El Goetia de la verdad le dedicó una rápida mirada de complicidad antes de suspirar.
–Si vas a hacerme hablar de eso–Alzo la mano–Voy a necesitar beber más...–
En el momento en que el mesero se acercó con la botella de licor, Vassago se la quitó de las manos con suavidad.
–¿Podrías agregala a mi cuenta?–
–Por supuesto, alteza.–
–Maravilloso.–
El Demonio hizo otra referencia más antes de retirarse.
Stolas soltó otra risita y ya más animado acercó su copa a Vassago, quien envío al diablo las reglas protocolares, y le sirvió del licor de frutas en la copa que debía ser sólo para vino.
–Va a ser muy estúpido hacerte esta pregunta a tí, pero es una buena forma de introducir el tema; dime ¿Conoces a Andrealphus?–
–Por desgracia.–
Los dos se rieron.
–Entonces ¿Sabes cómo es el? Su forma de actuar...–
–Claro...–
–Pues, justo así es en el dormitorio–Envió al carajo el protocolo y se bebió todo el contenido de su vaso de una sóla vez–Cada que nuestras conversaciones escalaban hasta los temas sexuales, el siempre se jactaba de ser un demonio atrevido y difícil de complacer, y decía que si quería ser un buen esposo debía aprender a complacerlo...–
–Todo un principe de la lujuria...–Comentó sarcásticamente.
–Exacto. Pero cuando finalmente llegó la ocasión de entregarse al deseo y la pasión–Gesticuló comillas al decir las últimas palabras–Resultó ser... Todo lo contrario–Stolas se inclinó sobre la mesa para estar más cerca aún–Cualquier cosa que hiciera le pareció mal y, además, se la pasó concentrado en su propio placer, como si no fuera más que un sirviente.–
Vassago se sirvió más licor, se veía bastante disgustado de sólo recordarlo.
–¿Sabes? Cuando me di cuenta de que nuestra relación estaba llendose por ese rumbo, decidí investigar al respecto en libros, ví unas cuantas películas e incluso escuché más de un podcast sobre como garantizar el disfrute de ambos durante el acto, si bien no tenía experiencia, estaba más que seguro de que haría un buen trabajo pero el mismo se encargó de hechar toda mi confianza a la basura... Fué terrible, y después de la segunda vez no quise volver a hacerlo.–
Stolas sintió algo de lastima al oír eso último, el sabía perfectamente lo que era sentirse insuficiente y ridiculizado en la intimidad y, mucho peor, sentirse en la obligación de tener que hacerlo, aún si no deseabas al otro individuo.
–Fué terrible ¿Eh? Entonces... ¿No quisieras ser más específico al respecto?–Preguntó lo último de manera insinuante, golpeando su brazo con el codo.
Por unos segundos vió otro sonrojo en el rostro ajeno, que desapareció cuando se llevó el vaso a la boca.
–Básicamente, dijo que era muy brusco...–El Búho se sorprendió–Dijo que las cosas que intentaba hacer eran muy atrevidas–Suspiró–¡Satanás! Incluso me dijo que usar la lengua era una práctica vulgar.–
Stolas ya no pudo soportar y estalló en carcajadas.
Lo que acababa de oir era una mina de oro; su arrogante cuñado siendo un narcisista refinado incluso en la cama, Stolas siempre creyó que Andrealphus era más bien un tipo mojigato.
¿Quien lo diría?
En ese momento su compasión por Vassago aumentó gradualmente. Pobre de el, que quiso perder su virginidad con alguien como Andrealphus.
Cuando su risa se calmó y bebió de su copa para recuperar el aliento, fué cuando analizó mejor las palabras...
¿Brusco?
¿Atrevido?
¿Vulgar?
Miró de reojo al otro principe, sin separar la copa de sus labios; Vassago se había contagiado un poco de la carcajada con una pequeña sonrisa, apoyando su cabeza en una de sus manos.
El no tenía un mal cuerpo, se veía bastante en forma. Las cosas dichas por el mismo le hacían intuir a Stolas que Vassago era quien tomaba el rol dominante en la intimidad.
¿Cómo sería el sexo con el?
Habían bailado juntos hace media hora, sin duda sabía muy bien como mover el cuerpo, además tenía una buena condición física, todo eso sin mencionar el hecho de que había alzado a Stolas por los aires sin el mínimo esfuerzo, lo que demostraba gran fuerza...
Sabiendo lo anterior ¿Cómo sería Vassago en la cama?
¿Sería rudo y dominante?
¿Sería brusco?
¿Sería cariñoso al inicio y luego violento?
Con respecto a lo de la lengua...
¿Sabría cómo besar?
¿Sabría hacer buenos orales?
Vassago era un aviar macho, no debía tener pene, pero también habían otros métodos que podría usar, incluyendo juguetes... Tal vez por eso Andrealphus lo considero atrevido y vulgar.
¿Sería bueno con los juguetes?
Al darse cuenta de sus pensamientos, casi se atora con el licor.
Su cara se puso roja al imaginarse en una situación comprometedora con su amigo... No debería estar pensando en esas cosas.
–¿Stolas? ¿Estás bien?–
–Oh si. Sólo estaba pensando en lo terrible de la situación...–
–Lo sé... Pero, por fortuna no se volverá a repetir.–
Stolas terminó de beber y acercó su copa al otro príncipe para que le sirviera más bebida, una sonrisa maliciosa apareció en sus rasgos.
–Cuentame más cosas sobre ese arrogante.–
.
.
.
–Altezas, esperamos a que regresen pronto.–Dijo el Íncubo abrazando a su esposa por la cintura.
–Si el servicio es así de bueno siempre, tengan por seguro que volveré.–Aseguró el principe de plumaje rojo.
–Les aseguramos que así será, muchas gracias por venir.–Respondio la Pecadora esa vez.
Los príncipes sonríeron y se despidieron con la mano del matrimonio, que los despedían con una reverencia.
Stolas caminaba a paso lento, sostenía la botella de licor en su mano derecha mientras que con la izquierda intentaba buscaba apoyo en las paredes del lugar. Las risas no se habían detenido desde que comenzaron a hablar sobre los defectos de Andrealphus, había sido una muy buena noche y no había vuelto a pensar en el hijo de puta de Blitzø.
Estaba en un estado de ebriedad un poco avanzado, más, esta vez, no se había emborrachado por tristeza o despecho, sólo bebió porque la estaba pasando bien.
–Stolas, esta a sido una de las noches más divertidas que he tenido en años.–Comentó el Goetia de la verdad una vez que estuvieron afuera del restaurante. También había bebido mucho pero sólo estaba mareado.
–¡Pienso igual!–Exclamó Stolas de mucho mejor humor–Estas últimas noches han sido terribles ¡Debemos hacer esto más a menudo!–
–Estoy de acuerdo...–Por esa ocasión, decidió ignorar el comentario inicial–Desgraciadamente, creo que ya es hora de terminar nuestra velada.–
–¡Oh no!–Reclamó casi haciendo un berrinche–La noche aún es joven ¡No quiero que se termine!–
–Yo tampoco quiero que se termine, pero me temo que ya no tenemos a donde ir...–Le tomó el hombro y le señaló el lugar.
En efecto, el ambiente festivo del lugar se había apagado y los negocios ahí ya habían cerrado, incluso el restaurante ya estaba por cerrar.
–¡Vamos! Estamos en el infierno, sin duda debe haber algún lugar al que podamos ir...–
–No tengo dudas de eso. Sin embargo los locales de la vida nocturna tienen muy mala fama, y debido a las cosas que recientemente te ocurrieron no se me hace apropiado llevarte ahí... Te pondría en riesgo.–
–Lo sé...–Aceptó cabizbajo–¡Espera! Hay un lugar al que debemos ir.–Aclaró lo último acercándose a Vassago.
–¿Debemos? No sé si...–El principe de plumaje rojo guardó silencio al mirar a Stolas a los ojos.
Tenía muchas cosas que hacer al día siguiente o, más bien, en unas horas pero, el sólo mirarlo hizo que sonriera.
Había esperado por tanto tiempo el volver a ver a Stolas... Y ahora era el principe Búho quien quería pasar más tiempo con el. No tenía que pedírselo dos veces.
Vassago aceptó.
El siempre aceptaría.
Entonces el Búho le da un gran sorbo a la botella y se la entrega al de plumaje rojo, quien la recibe y bebe de la misma.
Para cuándo su mirada se centra en Stolas nuevamente, lo ve abriendo un portal.
No era cualquier portal, si no que era un portal hacia el mundo humano, Vassago lo reconoció por los símbolos que se materializaron delante de los dos.
–Vamos.–Invitó Stolas empezando a cruzar.
En un inicio, Vassago se sintió un poco dudoso. Llevaba mucho tiempo sin viajar a ese mundo, entonces Stolas toma su mano y lo guía.
Juntos cruzan el portal sin soltarse las manos y cuando finalmente llegan al otro lado, parpadea un poco curioso.
–No estamos en ese horroroso lugar... ¿Cómo se llamaba? ¿Los angeles o algo así?–
El demonio del plumaje rojo responde con una risa nerviosa y mira a su alrededor; todo está oscuro, y no hay señales de presencia humana en un gran radio de distancia. Parecía una especie de bosque o monte.
–¿Dónde estamos?–Preguntó con curiosidad.
–No lo sé...–Contestó–Pero te traje aquí, para que vieras eso.–Dice apuntando hacia arriba.
El demonio de la verdad alza la mirada y queda maravillado con lo que ve.
Stolas, por su parte, toma con delicadeza la botella de licor y le da unos sorbos más.
–Stolas... Esto es... Hermoso–
Vassago no puede decir demasiado al ver la inmensidad de estrellas que brillan sobre ellos. La contaminación lumínica no existía en ese lugar, por lo que el cielo resplandecía como la única fuente de luz.
El principe Búho miró las estrellas también, pero después acabó por guíar su atención al otro Goetia que se veía... Ilusionado.
Stolas pudo ver aquel mismo brillo infantil en los ojos de Vassago. Se sintió casi como si hubieran vuelto a ser niños otra vez.
–Gracias por traerme aquí...–Dijo de repente–Supongo que ya cumplimos con nuestras promesas...–
El plumaje oscuro miró al contrario y, gracias a su buena visión, distinguió una sonrisa soñadora en sus rasgos.
–¿Te acuerdas de la promesa?–
–¿Cómo iba a olvidar nuestra promesa? Me ayudó a mantenerme en pie durante los años...–
Una explosión de emociones se desató, y Stolas abrazó a Vassago con ternura.
Jamás pensó que sería la fuente de apoyo de nadie, mucho menos de alguien excepcional como el Goetia de la verdad.
Se sentía bien.
Saber que era importante para alguien se sintió bien.
Vassago correspondió el abrazo enseguida.
Y se quedaron así por un largo tiempo.
–He querido estar contigo durante tanto...–Susurró el de plumas rojas.
El Búho no dijo nada, pero lo abrazó más fuerte.
.
.
.
El portal se cerró tras ellos y Vassago ayudó a Stolas a caminar por el jardín.
Se habían quedado otro rato más observando las estrellas, rato en el que ambos bebieron más aún, pero Stolas era quien se había pasado de la ralla.
–¡No tienes que molestarte más, querido! Déjame aquí–
–De ninguna manera, sería muy descortés de mi parte dejarte en este estado aquí.–
–Eres tan caballeroso...–
–Sólo me preocupo por tí...–
No fué de sorprender que la gran puerta estuviera cerrada.
–¿Trajiste llaves?–
Stolas palmeó sus bolsillos perezosamente.
–Supongo que no. Debi dejarlas con la prisa...–
–Vaya, entonces podría-
Fué interrumpido por el sonido del timbre.
El Búho estaba tocando el timbre frenéticamente.
–Stolas, no creo que sea-
–No te preocupes... Ese pequeñín debe estar despierto aún–Respondió con simpleza–Es Halloween y ese Diablillo es un pillín, le gusta irse a parrandear y madrugar y...–
En ese momento la puerta se abrió.
Justamente, el mayordomo de Stolas los recibió somnoliento y con marcas de lápiz labial por toda su cara.
–B-bienvenidos, altezas–
–¡Oh! ¡Pequeño pícaro! ¿¡Estuviste en una fiesta de la lujuria otra vez!? ¿¡Metiste a alguien a la casa!?–Preguntó entretenido mientras se colgaba de Vassago.
–Stolas...–Murmuró ese último, conteniendo la risa.
El diablillo sólo sonrió y cerró la puerta detrás de ellos.
–Vassago, hay que hacerlo otra vez. Me divertí mucho.–
Stolas se soltó del agarre del otro principe e intentó caminar a las escaleras, pero se tambaleó y tropezó en más de una ocasión.
El mayordomo, en un estado de semi inconsciencia, se rió de su jefe, acción que no molestó al mismo.
–¿Necesitas ayuda?–
–Nah. Dormiré en la sala.–
–No lo creo... Un sofa no es adecuado para que un príncipe duerma–Se volvió a acercar a Stolas–No puedes subir por tu cuenta... Te ayudaré, si me lo permites.–
El Búho soltó una risita y asintió.
Pero la acción de Vassago lo tomó por sorpresa ya que, de la nada, lo cargó a modo nupcial.
–¡Oh! ¡Que fuerte eres!–
El de plumas rojas sonrió.
–No pesas demasiado...–Comentó para luego comenzar a subir las escaleras.
–¡Mierda, si!–Celebró el Búho aferrándose a su cuello–¡Ser cargado así hasta la habitación es el sueño de todos!–Vassago río por lo bajo–¡Eres fenomenal, Vassago!–
–Stolas, sugiero que bajes la voz. No querrás que Octavia despierte y te vea así ¿Verdad?–
Cómo si fuera un niño pequeño, el nombrado soltó un brazo y con su mano cubrió su boca.
–¿Cuál era tu habitación?–Preguntó una vez que finalizó de subir las escaleras.
–La del fondo...–Murmuró apuntando a una puerta en específico.
El de plumaje rojo caminó hasta ahí, y el búho abrió la puerta con su mano libre. Una vez adentro no se molestaron en encender las luces y Vassago dejó a Stolas sobre la cama delicadamente, teniendo cuidado de no tropezar con nada.
–Sigo pensando que no debiste haberte molestado, pero gracias por traerme hasta aquí.–
–No te preocupes, es lo menos que puedo hacer... Ahora, si me lo permites.–
Se acercó a Búho que yacía sentado, apoyando los pies en el suelo y tomó el broche de su capa que ágilmente desató.
–Ya está–Anunció acercándose un poco más para quitar la capa por completo, sin embargo los brazos de Stolas se enrollaron en su cuello una vez más y el mismo se acostó de espaldas de golpe, arrastrando a Vassago con el y dejándolo encima suyo.
–¡Oh, Vassago!–Exclamó casi con anhelo, abrazándolo más fuerte.
El nombrado enrojeció. Sus cuerpos estaban muy cerca, podía sentir el aroma de Stolas en todo su esplendor y se avergonzó de pensar en que el otro príncipe estubiera sintiendo su corazón acelerado.
–Stolas...–Intento incorporarse, pero los brazos del Búho sólo le permitieron apoyar sus codos a los costados.
Mala idea... La acción provocó que ahora se estubieran mirando frente a frente.
Vassago tragó en seco ante la vista; Stolas le sonreía y en sus ojos había un brillo muy particular, las plumas de su cabeza estaban despeinadas y el ligero sonrojo que pintaba su cara sin duda lo hacían verse jodidamente atractivo.
“~Está ebrio, está ebrio.”~
Pensó para tranquilizarse.
–Oh, querido. Estoy tan celoso de tí...–
–¿Celoso de mí? ¿Por qué?–
–Eres perfecto... Eres todo lo que yo debería ser; Elegante, centrado, trabajador, inteligente y... Un buen príncipe... Yo en cambio... Soy un fracasado...–
–¿Por que dices eso?–Preguntó triste.
–Porque lo soy... Ni siquiera podría manejar la mitad de tus negocios, no puedo aprender mis hechizos de memoria ¡Incluso lograste librarte de tu compromiso! Y yo... Ni siquiera pude mantener en pie un matrimonio falso, no fuí suficiente para esa perra básica, no soy un buen padre... Y no soy un buen amante tampoco, incluso Blitzø me dejó...–Soltó lo último en un hilo de voz.
¿Blitzø?
¿En dónde había escuchado ese nombre antes?
–Stolas...–Miró al otro príncipe que se negaba a soltarlo.
Stolas se veía... Destrozado.
Tenía tantas ganas de saberlo todo... Al ser el Demonio de la verdad absoluta se le había facilitado detectar cierta calma y sonrisas falsas en Stolas debes en cuando, una sola mirada y un simple hechizo le bastaría.
Inconscientemente Vassago acercó su cara a la contraría, sólo un hechizo y sabría todo lo que aquejaba a Stolas, sabría cómo consolarlo y cómo ayudarlo...
Sólo una mirada...
Pero, al final, no lo hizo.
Quería que Stolas confiara en el, quería que el mismo se lo dijiese.
Incluso si Vassago tuviese el poder suficiente como para arrancarle la verdad, no lo haría, no le hacía eso a sus seres queridos.
Un pico rozando el suyo lo sacó de sus pensamientos, se alejó unos centímetros de modo inconsciente.
–¿Quieres...?–Preguntó el Búho con una mirada coqueta.
–Y-yo...–Por poco sucumbe a la tentación, acercando su boca a la contraría–¡Mierda!–Se alejó de golpe, la distancia entre ellos había crecido más–Yo jamás intentaría hacerte algo así... No mientras estés ebrio.–
Stolas hizo una especie de puchero y luego sonrió otra vez.
–Hasta en eso eres un caballero...–
Hubo un ligero momento de silencio y Vassago se recostó sobre el pecho de Stolas inhalando su olor y relajando su respiración...
–Necesitas dejar de ser tan duro contigo mismo...–Dijo y lo abrazó de vuelta.
El búho no contestó.
Una vez más, permanecieron abrazados y en silencio, hasta que fue el plumaje rojo quien se incorporó.
–Ha sido una noche estupenda, necesitas descansar por ahora...–
El de plumas oscuras asintió y se puso de pie, abrió las sabanas de la cama y se recostó. El Goetia de la verdad lo ayudo a arroparse y le sonrió.
–Quédate conmigo ¿Si?–Propuso adormilado mientras sujetaba al otro principe por la muñeca–No quiero quedarme solo...–
–Me quedaré contigo hasta que te duermas.–Le contestó apacible.
Y cumpliendo con su palabra, el demonio de plumaje rojo permaneció a su lado tomando su mano. No lo soltó si no hasta que escuchó los suaves ululeos que indicaban que Stolas ya estaba profundamente dormido.
Dejó su mano sobre la cama con delicadeza, y se levantó de misma.
Tomó la capa de Stolas, cuidadosamente la dobló y la llevó al sofá rojo de la habitación. Estaba a mitad de camino cuando algo se enredó en una de sus botas y lo hizo tropezar. Por mero instinto buscó algo de lo que sostenerse, por lo que terminó golpeando con su cuerpo una repisa, provocando que todo ahí se tambaleara. Un objeto desconocido cayó desde lo alto y rebotó sobre su cabeza antes de llegar al suelo.
Una vez más esa noche, el rostro del príncipe se tornó rojo por la vergüenza. Asustado miró a Stolas quien, para su suerte, aún estaba profundamente dormido.
Suspiró de alivio y se enderezó, miró a sus pies para localizar el objeto que lo había hecho caer: otra capa. No le dió demasiadas vueltas al asunto y la recogió para hacer lo mismo que hizo con la primera.
Una vez que ambas prendas estuvieron dobladas y acomodadas sobre el sofá buscó con la mirada el objeto desconocido que cayó, y una vez que finalmente distinguió un bulto sobre la alfombra lo recogió.
Era un frasco de pastillas, eso explicaba porque no le había dolido en lo más mínimo el golpe. Al alzarlo, no pudo evitar leer la etiqueta y después no pudo evitar paralizarse por unos segundos.
Eran píldoras de la felicidad de Belfegor, píldoras hechas específicamente para demonios de la realeza.
Parpadeó un par de veces y luego suspiró con pesar, mientras observaba la repisa contra la que había chocado; justo en una de las plantas altas había una gran caja cerca del borde...
Se acercó un poco vacilante. Escudriñar en las cosas que no te pertenecen es algo que sólo hacen quienes caen muy bajo... Pero la curiosidad estaba tomando por completo el control, y algo en su cabeza le decía que debía hechar un vistazo.
Sin más levantó los brazos y tomó la caja que resultó estar llena de frascos vacíos del mismo medicamento, habían centenares de ellos.
Vassago miró a Stolas con preocupación y luego volvió a acomodar todo en su lugar.
¿Cuánto tiempo tenía medicándose? ¿Años?
Recordó todo lo que le había dicho: que sus noches ya no eran buenas, que era un fracasado, que no era suficiente y que ni ese tal...
¿Cómo era su nombre?
¿Bilz?
Cómo fuera que se llamara... Y que ni ese sujeto se había quedado con el...
¿Que tan infeliz era realmente?
¿Desde cuándo estaba tan triste?
Vassago se arrodilló a un lado de la cama y volvió a tomar la mano de Stolas con delicadeza.
–Descansa, mi príncipe...–Susurró para luego besar la mano con delicadeza.
.
.
El principe carraspeó una vez que regresó a la entrada de la mansión.
El diablillo mayordomo yacía dormido de pie apoyando la cara contra la puerta.
Al ver que no despertaba simplemente tocó el hombro del diablillo con suavidad.
–¿¡Que?!–Exclamó asustado cuando se incorporó–Oh, alteza, lo siento...–
–Mm no te preocupes, yo me retiro.–
–P-por supuesto.–Respondió abriendo la puerta.
–¿Tienen Aspirinas en casa?–Preguntó mientras salía.
–C-creo que si.–
–Fantastico, creo que tu jefe va a necesitar unas cuantas mañana... Y creo que tú también.–
–Gracias por la recomendación, alteza.–
–Buenas noches.–
–Buenas noches, majestad–
Con eso la puerta se cerró detrás de el, dió una última mirada a la mansión y abrió un portal directo a su casa.

Los Búhos si se enamoran dos veces. (Vassago x Stolas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora