Para cuándo finalmente llegaron a la mansión, el sol ya se estaba comenzando a ocultar.
La vivienda era de color Burdeo, y estaba rodeada por un imponente pero elegante muro, que debía medir al menos una hectárea. No obstante, lo que llamó la atención del Búho fué el hecho de que el jardín delantero no era gran cosa; había un par de arbustos decorando los costados y había un bonito camino de piedra que iba en dirección a la entrada de la mansión.
–¿Decepcionado?–Preguntó Vassago juguetonamente, mientras la camioneta recién entraba a la propiedad.
–¡Oh no! Por supuesto que–Guardó silencio en cuanto escuchó al otro príncipe reír.
–Se honesto, no me ofenderé. Sé que en un principio el nombre “casa de campo" le queda grande, pero eso es porque lo realmente interesante está del otro lado.–
Stolas enrojeció, y Vassago frotó sus manos con nerviosismo, finalmente el vehículo se detuvo.
–Bien, vamos a bajar...–Dijo emocionado.
El Hellhound bajó del asiento del conductor, y rodeó la camioneta para abrir la puerta y dejar bajar a ambos.
Vassago descendió primero y luego ayudo caballerosamente a Stolas a bajar, dándole la mano, gesto que conmovió a este último.
En breve aparecieron dos Diablillos ante ellos, una pareja, que respetuosamente se inclinó delante de ellos.
–Principes, sean bienvenidos.–Los saludo la Diablilla vestida con un clásico traje de sirvienta.
–Es un honor tenerlo de vuelta, principe Vassago. Principe Stolas, nos honra que este aquí.–Habló el Diablillo.
Stolas agachó la cabeza en señal de agradecimiento.
–Stolas, ellos son Amira y Eusebio, están casados–Comentó lo último de un modo divertido–Amira es quien nos atenderá durante el día y su esposo se encarga del jardín y de la mecánica de la casa.–
–Mucho gusto.–Saludó el Búho un poco sorprendido al recibir una presentación de la servidumbre, no era una práctica muy común entre los de la alta sociedad.
–El gusto es nuestro.–
La pareja era un poco más alta que el promedio de los demonios de su especie. La mujer era delgada y su marido, por el contrario, tenía un cuerpo más ancho.
–Bien, Eusebio, ayuda a tu esposa a subir las maletas ¿Si? Mientras tanto le daré a Stolas un pequeño recorrido por la casa.–
–Entendido, señor.–
–¿Me acompañaras entonces?–Consultó el de plumaje rojo inclinándose y extendiendo su mano de manera exagerada.
Stolas río ante eso, y tomó la mano del principe.
–Por supuesto.–Contestó con una actitud exageradamente delicada también.
Los dos rieron y tomados del brazo entraron a la mansión, dejando a los Diablillos y al Hellhound vastante sorprendidos.
–¿Soy yo o el principe está más animado de lo usual?–Preguntó el Diablillo dirigiéndose a la camioneta.
–Es obvio que este así, cariño. Es la primera vez en años en que trae a un amigo.–
–Amigo... Si, claro.– bromeó.
–Por supuesto que es su amigo ¿No recuerdas todos los chismes que te conté sobre el principe Stolas?–
–Ustedes dos, deberían dejar entrometerse en lo que no les compete–Interrumpió el conductor–Ya saben lo que el principe opina de los rumores.–
–Si, tienes razón–Contestó el jardinero–Ahora ayúdanos a bajar esto.–
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Stolas había quedado maravillado con lo que Vassago le mostró de la casa. Todo era elegante, justo como el, pero a la vez tenía un agradable toque rústico. La sala de estar estaba decorada con unas cuantas reliquias de las que habían hablado durante el viaje; destacando especialmente las pinturas y unos huevecillos decorados con diamantes.
La cocina y el comedor eran pulcros y acogedores.
Y luego de ver aquello Vassago lo guío hasta el segundo piso, a través de una escalera amplía y elegante decorada con una alfombra color Vino y lo llevó a su habitación, justo y como lo esperaba esa era una habitación enorme y bonita, con una cama matrimonial en el medio y elegantes muebles a su alrededor.
–Bien, otro día te mostraré todos los rincones de la casa, por ahora es algo tarde, acomodate como quieras.–
–Gracias, Vassago.–
–No tienes porque agradecer, es un-
–No. Lo digo en serio, gracias por todo: por escucharme, por no juzgarme y... Por recibirme aquí...–
Vassago se acercó y lo tomó por ambos hombros.
–Es un gusto tenerte aquí, Stolas. Es grandioso para mí compartir mis vacaciones contigo.–Sonrió.
El dúo se quedó así durante unos segundos, hasta que el de plumaje rojo finalmente se separó.
–Bien, te dejo para que te pongas cómodo. Ese de ahí es tu baño privado, úsalo como quieras... Ha sido un viaje un poco largo, por hoy sólo cenaremos y dormiremos, mañana empezarán nuestras actividades.–
–De acuerdo, gracias una vez más.–
–Sientete como en casa.–
Con eso el dueño de casa salió de la habitación y el Búho con curiosidad se acercó a una de las enormes ventanas que había ahí. Quedó anotado ante la vista, en efecto, la parte trasera de la casa era enorme, tanto así que el muro se terminaba perdiendo en el horizonte, el cielo ya casi se oscurecia por completo, dándole un toque muy particular al paisaje.
Dejó de mirar por la ventana y sin más se dedicó a desempacar. Organizó todas sus pertenencias como más le gustó e incluso se percató de que Vassago se había tomado la molestia de dejarle una mesita de noche que tenía un cajón que cerraba con llave para que guardara su Grimorio y otras cosas de valor.
Por último decidió hecharle un vistazo al baño, para acomodar sus productos de higiene, sorprendiendose una vez más ante el tamaño del mismo. Aquel baño era mucho más grande que el que tenía en su propia casa, y las estanterías del mismo ya estaban repletas de muchos artículos de aseó muy costosos.
Una vez que terminó de acomodarse por completo, se sentó sobre la cómoda cama.
Las sábanas estaban impecables, igual que todo lo demás. Stolas supuso que Vassago había mandado a sus sirvientes a preparar esa habitación para el...
Empezando a sentir su cuerpo un poco pesado acabó por acostarse sobre la cama.
Vassago era maravilloso, era atento y considerado. Esperaba poder agradecerle apropiadamente algún día.
Sus ojos empezaron a cerrarse pero unos golpes en su puerta lo sacaron del sueño que estaba comenzando a sentir.
–Stolas ¿Estás ahí?–
–Si, adelante...–Habló un poco despacio–Esta cama es muy cómoda.–Comentó después de escuchar la puerta abrirse.
–Me alegra que estés a gusto, pero me temo que debo interrumpir... La cena está casi lista.–
Con algo de pereza el Búho se sentó y luego bostezó, emitiendo un ligero ululeo.
–Una disculpa.–
Vassago soltó una risita.
–No te preocupes, en menos de dos horas ya estaremos en nuestras camas de nuevo.–
–Eso si que suena tentador.–Bromeó.
–Concuerdo totalmente...–
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Los Búhos si se enamoran dos veces. (Vassago x Stolas)
RomanceFavor de entrar a leer sólo los interesados en el Ship y de leer el capítulo de las aclaraciónes.