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Stolas soltó un quejido mientras se acomodaba en su gran cama.
"Perfecto" Pensó cuando vió que su celular le indicaba que eran las seis de la mañana, a duras penas había dormido tres horas y jamás se levantaba tan temprano, ni siquiera cuando tenía trabajo que hacer.
Intentó dormir de nuevo acurrucándose mejor y cerrando los ojos, pero aquellas crueles palabras continuaban resonando en su cabeza:
-"¡Vete a la mierda, Stolas! ¿¡De pronto me lanzas esta mierda sobre sentimientos!? ¿¡Es una jodida broma!? ¿Puedo tener un maldito minuto para pensar después de todo por lo que me hiciste pasar? Tú...¡Maldito rico imbécil!"-
-"¿¡Crees que que puedes tratarme como a otro de tus pequeños Imps mayordomos!? ¡No puedes descartarme así! ¡Ustedes, cabrones reales creen que pueden hacer esto todo el tiempo; Jugar con nosotros sólo porque somos pequeños y no tan importantes! ¡¡No dejaré que lo hagas, Perra!! ¡Vamos!"-
El sólo recordar esas palabras, hacía que sus labios temblaran y los ojos le quemaran.
No había escuchado ni el más mínimo indicio de ruido en la mansión, ni siquiera sus mayordomos se habían puesto en pie aún y supuso que Via aún estaba profundamente dormida, por lo que dió rienda suelta a sus sentimientos, una vez más, y se permitió llorar un poco.
¿Por qué todo había salido tan mal?
Stolas sabía que era arriesgado, sabía que había una alta probabilidad de que fuese rechazado pero jamás se esperó un desenlace así.
Era cierto que Blitzo habia estado mostrando múltiples señales de evidente rechazo hacia cualquier cosa que no fuese referente a su trato. Cada vez que quiso acariciarlo gentilmente en el rostro, Blitzø se apartaba o simplemente le daba un manotazo para que no lo tocara. Todas esas veces en las que se despertó solo entre sus revueltas sábanas y, en las ocasiones en las que prácticamente, le suplicaba para que no se fuera al amanecer, terminaba encontrándose al sicario alejado de el, recostado fumando o mirando su teléfono con un total y absoluto desinterés.
Todas esas veces en las que le hablaba con dulzura o cariño y el Imp contestaba con groserías o comentarios sarcásticos.
El hecho de que no haya acudido en su rescate, o simplemente a haberle hecho una visita en el hospital, las cosas que le había dicho después de su "cita" en Ozzie's.
Las señales de un rechazo inminente eran muchas, pero también había notado muchas señales que podían significar un si.
Ellos habían estado hablando por mensajes últimamente, y Blitzø solía contarle cosas sobre su día a día sobre su trabajo, sobre sus aventuras e incluso había empezado a compartir con el sus chistes y dibujos sobre caballos.
A veces Blitzø solía hablarle sobre las fantasías más sucias que había querido realizar con sus anteriores parejas y el como estas mismas se negaban rotundamente. Stolas siempre reía de sus anécdotas, siempre intentaba complacerlo en la intimidad haciendo lo que el quisiera hacer y, estaba seguro, de que Blitzø se la pasaba de maravilla.
También estaban las ocasiones en que lo salvó de ser secuestrado varias veces cuando fueron a Loolooland... En esa ocasión también fue salvado por los amigos de Blitzø, ya que el decidió que era mejor irse a pelear con aquel robot bailarín, incluso terminó salvándose a sí mismo después.... Recordó que en ese entonces le había pagado a Blitzø para que lo protegiera...
Mierda ¿En serio estaba tan jodido? ¿Tan jodido que se conformaba con lo mínimo?
¿Que le había hecho pensar que Blitzø querría tener algo con el más allá del trato? Todo era por el libro.
Los insultos de Blitzø hacia su estatus social resonaron en su cabeza ¿Por qué tenía que ser así? El no había escogido ser principe, el no había elegido nacer en esa posición política y social ¿Por qué Blitzø pensaba tan mal de el?
A pesar de la crianza que recibió, a pesar de su dinero y poder, Stolas no era un clasista como los demás Goetia, el mismo lo había demostrado de diferentes maneras ante Blitzø y sus amigos de la compañía, pero aún así...
Tal vez si Stolas no fuera un principe entonces tal vez ellos... Ni se habrían conocido. De no ser por su puesto, de no ser por su compromiso jamás habría ido a ese circo, jamás se habría enamorado a primera vista y Blitzø jamás lo habría buscado por el libro.
¿Por qué todo tenía que ser así?
Pero, aún así, lo que más dolía y ponía incómodo, era el hecho de que Blitzø continuaba hablándole a través de mensajes como si nada hubiera pasado.
Stolas estaba seguro de que el dolor sería más llevadero si el sicario simplemente salia de su vida, pero ahí estaba el, enviandole mensajes de texto y aquellos malos chistes de los que Stolas fingía reírse como si nada hubiera pasado.
Ya habían pasado una noche y dos días desde lo ocurrido y desde ese momento Blitzø no paraba de envíar y envíar mierda. Y como si sus pensamientos hubieran sido escuchados, sintió una notificación de mensaje en su celular a lo que, de un modo un poco infantil, se giró de golpe y le dió la espalda a su dispositivo móvil.
¿Por qué simplemente no lo bloqueaba?
Las lágrimas ya se habían detenido desde un rato. Todo abría sido más fácil si hubiese tenido sus píldoras de la felicidad pero desgraciadamente se había preocupado tanto por agendar lo antes posible una reunion con Asmodeo, que se había olvidado por completo de encargar su dosis mensual de medicina. Belphegor era reconocida por ser perezosa, por lo que si no se realizaba un pedido tan específico con antelación podías olvidarte de obtener medicación alguna, incluso si te ofrecias a pagar el doble o el triple del precio inicial.
De ese modo, el principe Búho se perdió en su cabeza y entonces tuvo una corazonada: Blitzø jamás estaba despierto tan temprano. Se giró una vez más y tomó su celular para desbloquearlo, en efecto, el mensaje no era del Diablillo si no de Vassago. Habían estado intercambiando mensajes desde la última vez que se vieron, no era nada muy profundo, sólo conversaciones cortas y agradables. Vassago era un Demonio bastante responsable y la mayor parte del tiempo se encontraba ocupado por lo que no podía dedicarle demasiado tiempo a atender el teléfono y, aún con eso, siempre que podía le daba los buenos días y las buenas noches, un gesto pequeño que significaba mucho para el Búho.
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"~Buenos días ¿Cómo dormiste?~"
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Stolas usó sus dos manos para responderle mentiras, asegurándole que había dormido de maravilla, para después devolverle la pregunta.
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"~Las noches se hacen muy cortas para mí, me gustaría dormir al menos unas cinco horas más.~"
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Para la sorpresa del Búho, el otro principe le contestó de inmediato, por lo que correspondió el gesto apresurandose también:
~"Te entiendo, todos deseamos poder dormir más"~
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~"¿Puedes hablar?"~
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Una sonrisa triste se formó en los labios del Búho antes de escribir una respuesta afirmativa. Entonces, unos segundos después, su teléfono empieza a sonar indicando una llamada entrante.
-¿Hola?-
-Buenos días una vez más, Stolas-Saluda el otro principe-Siento lo repentino de la llamada, es que al fin logré tener unos minutos libres.-Se excusó,
-No te preocupes, todo bien.-Contestó intentando que su voz no sonara tan ronca.
-Principalmente, me gustaría hablar sobre nuestra cena ¿Lo recuerdas?-
-Si, lo recuerdo.-
-Tal vez... Te parezca un poco precipitado pero... ¿Tendrías algún inconveniente con que cenaramos hoy mismo?-Stolas lo pensó por unos segundos-Veras, logré ajustar mi agenda lo suficiente como para tener la noche libre, si no quieres lo entenderé...-Se excusó ante el silencio del Búho.
-¡Oh, no! No te preocupes, no tengo problemas con salir hoy.-Interrumpio al de plumas rojas.
-¿Estás seguro? Tengo entendido que muchos demonios de la realeza tienen deberes esta noche en específico.-
A Stolas le tomo un poco de tiempo procesar lo que Vassago le decía, hasta que lo recordó: esa noche era Halloween.
-¿Lo dices por Halloween? Porque ciertamente este año no tengo nada que hacer.-
-Entonces ¿Es un si?-
-Por su puesto.-
-Maravilloso ¿Que tal si madrugamos?-
El príncipe Búho suspiro tristemente, ya llevaba mucho tiempo madrugando ¿Por qué no hacerlo acompañado?
-¿Que tal a la media noche?-Propuso-¿En ese bonito lugar del que nos hablaste?-
-A la media noche será-Respondió feliz-Hare la reservación entonces.-
-Perfecto. Nos vemos ahí.-
-Estoy ansioso, Stolas. Hasta entonces.-Se despidió el principe antes de colgar.
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Stolas se giró, quedando esta vez acostado de espaldas.
Ya tenía planes... Eso significaba que ya tenía una segunda razón para levantarse, ese día.
Vassago había invitado a Octavia también no obstante, conocía bien a su hija y, dado a que el mismo Vassago le había dado de manera amistosa la opción de rechazar la oferta, estaba seguro de que esa noche serían sólo ellos dos en ese nuevo restaurante.
Tomó su celular una vez más para ver la hora y se sorprendió al ver que ya eran las Ocho.
¿Tanto tiempo se la pasó perdido en su mente y dolor?
Con pereza finalmente se puso en pie y fue hasta su baño personal para lavarse la cara y los dientes, luego de eso prefirió ponerse una bata más colorida que su habitual bata roja y con eso salió de sus aposentos rumbo a la cocina para intentar comer algo que no lo hiciera vomitar. No fue una gran sorpresa para el ver que su refrigerador estaba casi vacío, debió haber hecho las compras hace como dos días atrás, por obvias razones, aún no lo había hecho.
Casualmente, su mayordomo apareció en la cocina, sobresaltadose un poco al verlo ahí.
-Buenos días, alteza.-Saludó.
-Buenos días-Bostezó-Necesito que vayas al mercado y hagas las compras por mi ¿Puedes?-
-P-por supuesto-Contestó nerviosamente ante el tono de voz apagado de su jefe.
-Haré una lista, espera aquí.-
Stolas se movió lentamente por la mansión hasta llegar a su oficina y una vez ahí se instaló en su escritorio y escribió una lista con las cosas que hacían falta. Una vez que terminó paseó su mirada por el escritorio y encontró un libro a medio leer; una novela homoerotica de dos demonios aviares que establecerían una relación extramarital, un libro que habia dejado a medio leer desde hace unas semanas.
Unos minutos más tarde, el principe Búho ya estaba volviendo a entrar en la cocina cargando con su libro, una lista de compras y una de sus tarjetas de crédito.
-Ten, compra todo esto y.... Puedes traer algo para tí también si gustas-
El mayordomo asintió y obediente salió de la habitación rumbo a la entrada de la casa para pedir un taxi.
Otra vez en soledad el príncipe sólo tomó el galón de leche a medio terminar y un paquete de ese cereal y alpiste que usualmente comía. Se sirvió una porción pequeña y se sentó a comer en silencio mientras retomaba su lectura.
Mentiría en decir que leer sobre un romance prohibido no lo ponía más triste de lo que ya estaba, sin embargo una vez que se adentró en la trama del texto comenzó a olvidarse un poco de los problemas que tanto aquejaban su existir. Permaneció sumergido en su lectura mientras comía su poco nutritivo desayuno, hasta que de sorpresa entró Octavia a la cosina, bostezando aún en pijama, con las largas plumas de su cabeza desordenadas.
Ambos se miraron con asombro, aparentemente no esperaban verse.
-¡Papá!-La joven enrojeció levemente por su apariencia.
-Buenos días, querida-Saludó escondiendo su libro en su regazo-¿Por qué estás despierta tan temprano?-
-Lo mismo digo-Murmuró ya resignandose a entrar así al cuarto-Tuviste deberes anoche ¿No?-
-Si, los tuve. Desgraciadamente no tengo el suficiente sueño cómo para seguir durmiendo.-
-Que extraño... Quiero decir...Si yo tuviera que hacer todas esas cosas estaría dormida hasta el medio día.-Comentó mientras buscaba pan en la despensa.
Stolas sólo sonríe ante lo dicho y mira a su retoña poner el pan en el tostador.
-¿Quieres café?-Preguntá
-No me vendría mal...-
Octavia eventualmente se sienta en la mesa frente a el con sus tostadas ya terminadas mientras deja la cafetera funcionando, una charla trivial empieza gracias a Stolas, y su mañana se hace más llevadera. Por segunda vez, el principe olvida sus problemas y se siente reconfortado al experimentar aquel aire familiar...
Había pasado un tiempo desde que el y Octavia pasaban una mañana tan tranquila en privado, sin gritos, ni discusiones, sin auriculares, sin celulares, sin distracciones, sólo ellos dos en pijama compartiendo un momento paternal.
La conversación sobre la cena resultó ser inevitable y, tal y como Stolas lo esperaba, la chica acabó por negarse a ir con educación.
Poco después, el mayordomo regresa a la mansión con las compras, haciendo que Octavia prácticamente subiera corriendo a su habitación para evitar que alguien más la viera en ese estado.
A los minutos después el mismo Diablillo entra en la cocina cargando con unas pocas bolsas y un sobre rosado en una de sus manos.
-Alteza, acaban de enviarle esto.-
Stolas recibe en silencio el sobre y lo examina.
-¿Quien lo envía?-
-No lo sé, pero sospecho que es una invitación.-
-Gracias.-Dicho eso el principe se levantó tomando su libro y el sobre de papel.
Cuando hubo llegado a su habitación, abrió con curiosidad el sobre y lo que leyó hizo que tuviera una maraña de sentimientos confusos. Su mayordomo tenía razón, era una invitación para una fiesta de Halloween en el mundo humano, no era cualquier fiesta... Era una fiesta "Anti-Blitzo" organizada por la misma Verosika Mayday.
En un principio, le pareció cuánto menos curioso; toda una fiesta dedicada a sólo odiar a Blitzø.
¿Cuántas personas irian a tal "celebración"
Luego se sintió extrañado: la invitación estaba específicamente dirigida a el, firmada y escrita por Verosika.
¿Cómo sabía ella lo que había pasado entre Blitzø y el? ¿Cómo sabía que acaba de romperle el corazón?
Luego, se sintió triste: la invitación decía que era un invitado de honor, por ser el ex más reciente de Blitzø... El y Blitzø jamás habían sido nada...
¿Por qué decía eso la invitación?
Todo lo que alguna vez compartieron fué una relación basada en sus intereses individuales.
Un Diablillo sicario tratando de sacar adelante su emprendimiento y un principe miserable buscando escaparse de su realidad por medio del placer. Si uno de ellos involucraba sentimientos, como ya lo había hecho, saldría jodidamente herido y...
Stolas sacudió su cabeza negándose a continuar pensando en eso.
Ya había llorado lo suficiente, y esa mañana en compañía de su hija estaba levantandole poco a poco el ánimo. No necesitaba volver a pensar en el, haría su mayor esfuerzo por tratar de no pensar más en el, aunque fuese sólo durante el día.
Por lo que se aferró a su libro y acabó usando la colorida invitación como un improvisado marcapáginas. Intentaría no estar triste, intentaría que ese día fuese mejor que el anterior.
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El tiempo voló y poco antes de la hora del almuerzo, la tranquilidad de Stolas se interrumpió justo por aquello o, más bien, por quién estaba intentando sumergirse en su lectura y olvidarse de su realidad.
Blitzø trepó por uno de los muros del jardín trasero, justo donde el principe estaba leyendo su novela, y cayó torpemente justo sobre una de sus amadas plantas carnívoras.
El Búho simplemente fijo su vista en su libro, fingiendo desinterés absoluto por la presencia del Imp.
Intentó ahogar su absurda ilusión de que quizá Blitzø había ido hasta ahí para disculparse, pero al final no tuvo que gastar ni un esfuerzo en ello ya que, en el instante en que el sicario abrió la boca, dejó muy en claro que sólo habia ido hasta ahí por sexo.
Stolas intentó dejarle en claro su desinterés, después intentó echarlo, luego intento disuadirlo de su forma de pensar mostrándole la invitación, mostrándole que literalmente había una fiesta dedicada a sólo odiarlo. Y finalmente acaba por replantear sus sentimientos.
Todo es en vano.
Conforme más habla con Blitzø, más empeora su situación y la estima que tenía por el sicario cada vez quedaba más baja. El no muestra arrepentimiento, ni remordimiento, ni tristeza, todo lo que su amado puede expresar es ira, lujuria y clasismo.
La decepción absoluta embargó a Stolas en el instante en que Blitzø admite que tenía conocimiento sobre alguien atentando en contra de su vida. Su excusa fué: “Eres un demonio poderoso, nunca pensé que eso fuera a ser un problema para tí” o algo así. Una cosa era que Blitzø rechazara sus sentimientos, pero que guardara silencio respecto a eso era otro asunto muy diferente, uno mucho más grave...
¿Tan poco le importaba? ¿Su vida e integridad tenían tan poca importancia para el sicario?
Eso terminó de romperle el corazón, ya no pudo soportarlo más y su pequeño encuentro terminó en malos términos.
-¿¡Crees que no puedo disculparme!? ¡Te demostraré que si puedo! ¡Me disculpare con todos menos contigo! ¡¡Porque no te debo nada!!-El Imp grita y el principe cierra la puerta de un portazo sin siquiera mirarlo.
Su tristeza, temporalmente es reemplazada por el enojo mientras sujeta su novela contra su pecho y presiona su espalda contra una pared.
Mira la invitación entre sus dedos, la fiesta le había parecido un tanto infantil, sin embargo después de las cosas dichas por Blitzø ir a la fiesta no le parecía tan mala idea.
Asistir a esa fiesta que tanto lo habia irritado sería una pequeña venganza en su contra, además no contestar a la invitación sería grosero.

Los Búhos si se enamoran dos veces. (Vassago x Stolas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora